Capítulo tres: Hermandad.

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Ya era viernes y ahora mismo estaba en la clase biología

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Ya era viernes y ahora mismo estaba en la clase biología. Miré a mi alrededor y todos, excepto tres alumnos, estaban intentando no dormirse. Incluyéndome, claro. Al lado mío estaba Simón el cual ya había perdido la batalla y se encontraba durmiendo. Bufe al ver que faltaba media hora todavía para poder ir a almorzar.

Mientras le dibujaba una cara sonriente a mi sol en mi cuaderno un papel cayó en mi mesa. Me asusté y miré al frente para ver si el profesor estaba mirando, pero estaba escribiendo algo en el pizarrón. Agarré el papel y leí lo que decía:

"¿Todavía extrañándome, pulgosa?"

Bufe cansada.

Miré atrás y vi la sonrisa del engendro mirándome. Hizo una seña para que contestará. Agarré la lapicera y lo hice.

"Antes muerta que extrañarte, mosca asquerosa."

Le tiré el papel y cayo justo frente a él. ¡Pero que excelente puntería! Al minuto, el papel volvió a mi escritorio.

"Que gruñona. Estoy seguro de que, en un futuro, tú y yo, seremos inseparables."

¿Qué carajos le pasaba?

"Ni en tus sueños, niño. Chau."

Le tiré el papel y antes de que pueda responderme, el timbre sonó indicando que podemos irnos a comer. Desperté a Simón y sin esperarlo, me dirigí a la cafetería en busca de mi comida. Ya con la bandeja de comida en mis manos, busqué con la mirada a mis amigos y cuando los encontré, me dirigí hacía ellos. Pero a medio camino el cuerpo de una persona se interpuso en mi camino.

—Muévete, zopenco, quiero comer —dije cansada.

—Tranquila, fiera —respondiendo divertido Nathan. —Sólo quiero que le digas a Simón que las elecciones para entrar al equipo son el lunes por la tarde, ¿puedes darle ese recado?

—Bien —suspiré. — ¿Es todo? —pregunté y al instante llegó Jason, el mejor amigo de la mosca humana. —Hola, Jason —lo saludé con una sonrisa.

—Hola, Alexa —saludo él.

— ¿Desde cuándo se llevan? —pregunto Nathan completamente confundido.

—Desde siempre, idiota, él sí me cae bien —le contesté con una sonrisa. Rueda los ojos.

—Era todo, tonta, puedes irte —dijo.

—Adiós, Jason —y me fui sin saludar a su mejor amigo, por supuesto.

Después del almuerzo que se pasó entre risas y peleas entre mis dos mejores amigos, las clases continuaron y sin darme cuenta, terminaron dando paso al fin de semana. Ojalá fueran así todos los días. Dejé los libros que no iba a necesitar para hacer mi tarea y guardé los que sí necesitaba. A la salida veo a mis hermanos y después de saludarlos con un beso en la mejilla, se fueron. Hoy me iba a buscar Olivia para ir a comprar no sé qué. No quise preguntar porque si no iba arrepentirme de acompañarla. Mientras esperaba a mi hermana, veo a Nathan acercarse con una sonrisa.

Tres razones. PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora