Capítulo siete: Centro comercial y treguas.

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Pasaron dos semanas desde que empecé a trabajar como profesora particular y debo admitir que estoy sorprendida conmigo misma

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Pasaron dos semanas desde que empecé a trabajar como profesora particular y debo admitir que estoy sorprendida conmigo misma. Valentina aprobó el examen de francés y ahora la ayudo con español.

En estas dos semanas, las peleas con Nathan han disminuido considerablemente a tal punto de que mis amigos me cuestionen si estaba enferma o algo. Ridículos. Pero en algo estoy de acuerdo y es que Nathan y yo tenemos una relación extraña.

Por ejemplo, hace dos días nos estábamos peleando y hoy nos saludamos como si nada. Pero me alegra que estemos progresando.

Era viernes y le había prometido a Simón y a Nora que iríamos a los bolos con el nuevo novio de mi amiga. Sí, Scott y Nora empezaron a salir hace una semana y hoy conocería al chico.

Esperaba que fuera bueno o lo mataría ahí mismo.

A la salida, los tres nos dirigimos hacia el centro comercial donde nos esperaría Scott. Durante el camino, Nora no paraba de sonreír y de decir que amaríamos a Scott. Simón y yo solo asentíamos para apoyarla. Llegamos al centro comercial a la media hora y cuando escuché el chillo de mi amiga, supe que lo habíamos encontrado al bombocito como le decía Nora.

Caminamos hacia él y abrí los ojos con sorpresa. ¿Es en serio? ¿Tenía que estar en todos lados este chico? Miré a Nora que se encogió de hombros dándome a entender que no tenía idea que vendría Jason y Nathan.

—Hola, chicos —el primero en saludar fue Jason.

—Hola —dijimos. Nora se acercó a su novio y después de darle un beso, nos presentó.

—Amor, ellos son Simón y Alexa, mis mejores amigos —Scott nos sonríe.

—Hola, chicos. Nora me hablo mucho de ustedes —nos dice. —Espero que no haya problema en que hayan venido —señala a los otros dos.

—No hay problema —dio Simón, dándole un apretón de manos a los intrusos.

¡Traidor!

— ¿Qué esperamos? —exclama Nora. — ¡Vamos a jugar!

Asentimos y empezamos a caminar. Nora y Scott iban adelante de todos abrazados, Simón y Jason venían detrás mío charlando sobre no sé qué. Yo iba en el medio, sola y en silencio.

Bueno, casi sola.

— ¿Todo bien, pulgosa? —me pregunta el idiota al lado mío. —Quita esa cara de amargada.

—Cállate —suelto bruscamente.

—Tranquila —alza las manos en señal de rendición. — No vengo a pelear —esta vez sí lo miro. — Ambos estamos acá porque dos personas importantes para nosotros nos necesitan —no digo nada—, por lo que propongo una tregua.

— ¿Cuál? —pregunto.

—Nada de peleas en toda la tarde —propone.

Lo pienso unos segundos y tiendo la mano la cual acepta sonriendo.

—Acepto.

Durante una hora jugamos a los bolos que, por desgracia, gano Nathan y yo quedé en segundo lugar. El muy maldito sabía jugar. Después de eso, decidimos ir a comer. Estábamos muerto de hambre. Una pizzería fue el lugar elegido.

Y durante dos horas completas, Nathan y yo no discutimos. Estaba sorprendida y él también. Bueno, todos los estábamos. Después de comer, Jason y Simón se fueron porque la mamá de cada uno lo había llamado, por lo que quedamos cuatro. Pero media hora después, la pareja feliz se fue con la excusa de que la mamá de Scott los había invitado a comer a la noche.

Y quedamos dos.

Con Nathan nos miramos sin saber qué hacer. Momento incómodo, pero que fue interrumpido por mi celular y nunca estuve tan feliz de que Olivia llamará.

—Dime —digo apenas atiendo. Miro de reojo a Nathan y al ver que lo pille observándome, miro para otro lado y noté un sonrojo.

¿Nathan Hood sonrojado? ¡Oh por Dios!

Sonreí sin que se diera cuenta.

— ¿Me estás escuchando? —la voz de Olivia me trajo a la realidad.

—No —contesté sincera.

—Estúpida, —bufó. —Te estaba diciendo que si puedes hacerme un favor.

— ¿Cuál?

—Compré cosas para nuestro sobrino... —cerré los ojos.

—Olivia... —alargué.

—No me interrumpas —me dijo y bufé. —Como te decía, compré cosas y debo pasarlas a buscar, pero estoy en el trabajo de último minuto y no puedo salir, por lo que me preguntaba si podías ir a buscarlos por mí —concluyó.

—Bien, lo haré —contesté cansada y se oyó un grito del otro lado.

—Gracias, te debo una —y colgó.

A los segundos, me llega un mensaje con el nombre del lugar al que debo ir. Agarré mi campera y mochila, y después miré a Nathan que me miraba confundido.

—Me tengo que ir —anuncié.

— ¿Todo bien? —preguntó, asentí.

—Sí, mi hermana me pidió que le retire unas compras porque ella no podía —le expliqué y después me doy cuenta. ¿Por qué le estaba dando explicaciones?

— ¿Te acompaño? —me pregunto cuando salimos de la pizzería. Lo miré. —No tengo nada que hacer y no me molestaría hacerlo —dijo y se encogió de hombros como si no importará.

—Mmm... —dudé. —Está bien, si quieres —acepté finalmente y él sonrió.

El local de ropa estaba a dos cuadras del centro comercial, por lo que empezamos a caminar en silencio. Y era un silencio un poco tenso. Diez minutos después, llegamos al local. Nos atendió una chica y luego de decirle lo que venía hacer, me pidió que esperará que iba a buscar los pedidos. Miré a Nathan que miraba unos conjuntos de bebés, estaba sonriendo con ternura, por lo que me acerqué. Al percatarse de mi presencia, me miro y sonrió, yo le devolví el gesto.

—Amo la ropa de bebés, pero no los bebés —confesó, lo miré divertida.

— ¿Los odias? —pregunté.

—No, no tengo sobrinos, primos ni hermanos pequeños...

—Entonces no estás acostumbrado —concluí y él asintió estando de acuerdo conmigo.

La empleada nos interrumpe y nos entrega diez bolsas. Iba a matar a Olivia en cuanto la viera. Nathan agarró cinco bolsas y se lo agradecía eternamente. Ambos estábamos esperando que un taxi parará, pero parecía que había mucha demanda.

—Ahí viene uno —anunció Nathan y solté un suspiro de alivio. Subí las bolsas al auto y estaba a punto de subir cuando veo que Nathan se había echado para atrás.

— ¿No subís? —le pregunté y él negó.

—No, debo ir a lo de Jayden y estamos cerca —contestó. Lo miré dudosa. Tranquila, ve, nos vemos el lunes.

—Gracias, Nathan —le dije sinceramente.

—Un placer, Alexa.

Me subí al auto y le dije la dirección al chófer. Y en un momento durante el trayecto a mi casa, sonreí al ver que Nathan no era tan malo y molesto como pensaba.



Corto, lo sé, tal vez sea el más corto que haya hecho, pero vendrán cosas muy interesantes en los próximos capítulos, promise.

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2019 ⏰

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