Capítulo cuatro: Casualidades.

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Un sonido horrible estaba sonando, pero no pensaba moverme del sillón

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Un sonido horrible estaba sonando, pero no pensaba moverme del sillón. Tenía mucho sueño y era sábado. Mis horas de sueño son importante. Cerré los ojos e intenté soñar con Nick Jonas, otra vez, pero un golpe en la frente hizo que abriera los ojos confundida. La cara de enojo de Chels me estaba mirando mientras me tendía un celular.

Era el mío.

—Quiero dormir, no me jodan —fue lo único que dijo y se fue a su habitación.

Atendí la llamada mientras me levantaba de donde estaba acostada.

— ¿Qué? —pregunté sin ninguna pisca de amabilidad.

—Buenos días para ti también, pulgosa —dijo la voz del otro lado de la línea.

¡¿Qué carajos?!

—Tienes cinco segundos para decirme qué carajos quieres y cómo conseguiste mi número, gorila —pregunté enojada.

—Simple: Nora. —respondió. Mascullé entre dientes insultos no aptos para niños menores a trece años. —Y te llamaba porque mi amigo, Jason, me pidió que le hables a tu hermano para ir a jugar al básquet con nosotros.

Esto tiene que ser una broma.

—Existen las redes sociales, idiota.

—No me gusta usar esas cosas —respondió y podía imaginar con una sonrisa burlona en su rostro.

¡Mis pelotas!

—Igualmente no estoy en mi casa, así que no puedo ayudarte, que pena —dije en tono burlón.

—La señorita Johnson no está en su casa un sábado por la mañana, esto sí que es noticia —exclamó el muy tonto.

—Voy a cortar —dije seria.

— ¡Espera! —gritó, escuché que se aclara la garganta — ¿Me pasas el número de tu hermano, al menos? —preguntó.

—Bien, adiós —y colgué.

Le mandé el número de mi hermano y seguí durmiendo al ver que eran las ocho de la mañana de un sábado. ¡Ocho de la mañana y el señor iba a ir a jugar al básquet! ¿No había ido de fiesta de Cooper? Estaba segura de que todo el colegio había ido hasta mis hermanos fueron.

Un segundo...

¡Jason tiene el número de mi hermano!

Ese maldito infeliz me las va a pagar.

***

— ¿Te vas? —me preguntó Chelsea tres horas después al verme poniéndome la campera. El día de hoy estaba bastante fresco y era entendible, ya que estamos en otoño.

—Sí, Harper quiere que la ayude en algo —comenté.

—Bien, avísame cuando llegues —me dijo y asentí.

Tres razones. PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora