Nathan.
— ¡Eso no fue lo que yo pedí! —el grito de mi padre, me sobresalto. Él me pidió disculpas con la mirada mientras seguía al teléfono. —No, por supuesto que no. Antes que nada, yo soy el jefe y se hace lo que yo digo —habló enojado y se fue mientras seguía maldiciendo y echando culpas.
Mi padre, Kian Hood, era un hombre de negocios. Ama su trabajo y siempre quise tener el mismo entusiasmo que él tiene a la hora de ir al trabajo. Pero siempre estuvo presente en la vida de mi hermano y la mía, jamás nos dejó de lado y es algo que admiro de él.
Le sonrió a mi mamá cuando entra a la cocina.
—Hola, cariño, ¿todo bien? —me pregunta.
—Sí, ¿tú? —pregunto de vuelta y a lo lejos se escuchan los gritos de mi padre. Mi mamá se ríe.
—Nosotros estamos bien, pero tu padre parece que tiene un mal día —se ríe y yo la sigo.
Un minuto después aparece mi padre con el ceño fruncido y me mira.
—Hijo, prométeme que, a la hora de tener tu trabajo, no seas un idiota como al que acabo de despedir —me dice después de sentarse al lado mío.
—Prometo no serlo —digo entre risas.
—Como sea, ¿no deberías ir a la casa de tu hermano? —me dice mamá y asiento.
—Tranquila, debo ir a la seis, tengo tiempo —le digo dándole un mordisco a mi manzana.
—Hijo —me mira divertida y la miro atento —Soy las seis y cuarto —me señala el reloj y me atoró con la manzana.
—Mierda, mierda, mierda —empiezo a maldecir.
— ¡Nathan! —me regaña mi madre, pero no le hago caso.
Jayden va a matarme. Ayer le prometí que iría a su casa para ayudarlo a cuidar a los sobrinos de Piper y me olvide por completo.
—Menos mal que no ibas a ser un idiota —me dice mi padre entre risas. Lo miro mal, pero lo ignoro.
—Adiós, tal vez me quede a dormir allá, los quiero —y sin más, agarró la bicicleta y empiezo a paladear hacía la casa de Jay.
Llego y el portero me saluda sonriente, le devuelvo el saludo y me meto al elevador. Presiono el botón y las puertas se cierran. Las puertas se abren y camino a la puerta de la casa de mi hermano, toco el timbre y a los segundos un Jayden serio me abre la puerta. Le sonrió inocente y él gruñe a modo de respuesta.
—Te dije a las seis —me dice.
—Lo sé, lo siento, me olvide por completo —me disculpo mientras caminamos a la sala, pero me detengo al verla sentada en la mesa.
Ella se percata de una presencia y levanta la mirada, sus ojos se abren por la sorpresa, pero después vuelve a mirar el cuaderno que estaba leyendo antes. Miro a mi hermano y él me sonríe divertido.
ESTÁS LEYENDO
Tres razones. PAUSADA
Teen Fiction"Sin importar nada, sin cuestionarse si funcionará, debemos aclarar que si te tiras al vacío, no hay vuelta atrás." PAUSADA INICIO DE LA HISTORIA: 1 DE JUNIO DEL 2019. Todos los derechos reservados © Portada hecha por: meraki_editorial ¡Muchas grac...