ustedes

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El edificio esta vacío, 

las hojas de los arboles se meten por las ventanas rotas, 

las puertas están cerradas. Algunas abiertas. 

Hay un florero roto con flores disecadas en mitad de la habitación. 

El gato multicolor no deja de maullar, 

tiene hambre. 

Unas campanillas rotas resuenan en la fría habitación. 

No hay nadie. 

Hay tanta gente. 

Sigue haciendo tanto frío, un pájaro muerto, el gato se lo esta comiendo. 

Una silla rota en un rincón. Los demonios han sido castigados. 

Él ah muerto allí mismo. 

No dejo una carta, no se despidió. 

Ahora que lo extraño voy a a su casa, su casa huele a muertos. 

Él me deja recorrer los pasillos del edificio, ya no esta enojado, ya no esta feliz. Ya no esta. 

Él solía guardar una pistola cargada en su armario,

yo solía dispararle a sus fantasmas, 

pero ellos siempre me mataban. 

Y ahora solo le queda una bala. Tengo que ser inteligente. 

Hace tanto calor en el edificio. Me desnudo. 

Los huesos son el alimento de los sabuesos. 

Ellos me miran desde afuera, tienen hambre, pero no puedo dejarlos entrar. 

Esta prohibido. 

Tu ropa rota esta desparramada por todos lados. 

Y ese horrible olor a muerto. 

El gato ya comió su almuerzo. Mueve su cola inquietamente, esta contento. 

Las plumas del pájaro vuelan en la desolada habitación. 

Los sabuesos comienzan a aullar.  Quieren cazarme. 

No dejes que me maten. No me dejes morir. 

Las puertas golpean, avisan que es hora de irme. 

Y unas pocas flores comienzan a decaer de los árboles que me rodean, ellas quieren que me queden. 

Se hace de noche.

Frío. Calor. 

Me gustaría que me hagas compañía, pero me has vuelto a dejar sola. 

El cielo me esta amenazando. Sé que me estas viendo. Háblame. 

Se escucha el tren pasar a una velocidad imparable. 

Retumba en el edificio incendiado. 

Los cazadores se aproximan con sus armas. Quieren una presa débil. 

El gato esta asustado, se refugia entre mis piernas, con una mirada de auxilio. 

Entonces abandono tu vida.  El pequeño peludo se sube a mi auto en silencio. 

Lo llamé Muerte en tu nombre.  

Y por los espejos, veo toda esa miseria asesina, sedienta de sangre. 

Pero solo quedan las huellas de que estuve allí, porque ya no estaba cuando la muerte vino a buscarme. 

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