Asistes a una mancebía privada, no más de seis personas eran atendidas, nada de información privada era pedida por aquel lugar, máscaras y trajes eran usados para la privacidad de los clientes y de quienes prestaban sus servicios. No importaba la preferencia de género y se sabía que no era un servicio tradicional.
Madrugada.
Traje sastre gris claro, camisa blanca, corbata rosa misma que hacía juego con tu cabello, zapatos en tono y un antifaz gris cubría parte de tu rostro.
Habías entrado al elevador de aquel edificio lujoso, nunca imaginaste que dentro del mismo ocurrieran ese tipo de asuntos ya que habías asistido a varias juntas en ese lugar, sólo que en pisos diferentes, pero para ser honesta a estas alturas te importaba un comino el lugar en que se llevará a cabo.
Las puertas del elevador se abrieron, no había ni un alma presente en ese lugar, un gran lobby te recibía; muebles lujosos lo habitaban, y una luz muy tenue apenas rozaba la estancia haciendo que no estuviera todo en penumbra.
El número de tu habitación había llegado a aquel dispositivo antiguo, observaste la pequeña pantalla del beeper, cuarenta y siete, habitación 47.
Viste los señalamientos de los pasillos que indicaban las habitaciones que se encontraban en ellos, tomáste el pasillo que se encontraba a la derecha. Extrañamente ninguna habitación seguía un número consecutivo, todos eran al azar. Placas de caoba se posaban en las puertas de las habitaciones con sus propios números tallado en ellas. Las habitaciones estaban separadas por metros de distancia, te agradó el hecho de que la privacidad realmente se hacía presente, después de todo no habías pagado una bicoca por aquel servicio.
Llegaste a la habitación 47, unas indicaciones yacían en el picaporte, simplemente era colocar el código de barras que estaba en la parte trasera del beeper para que la lectura del mismo se llevara a cabo, diste vuelta a aquel aparato y lo posaste junto a la cerradura, una pequeña luz parpadeo en la manija de la puerta, así que por instinto la giraste y esta hizo abrir la puerta sin ningún problema.
Entraste a la habitación cerrando la puerta a tus espaldas, en lo que a ti respecta era una suite que cumplía con tus estándares ya que no llegaba a ser vulgar, sólo un suite lujosa y decente.
Caminaste hacia el bar, sacaste dos vasos pero sólo llenaste uno con la porción adecuada de whisky, no querías embriagarte, sólo deseabas beber un poco porque te agradaba el sabor. Bebías un poco del contenido del vaso mientras caminabas por aquella habitación, dejaste sobre la cama una pequeña bolsa de Agent Provocateur y te detuviste un momento junto al ventanal para contemplar las luces y el humo de la ciudad que te rodeaba. El sonido de unos tacones comenzó a inundar la habitación, sin una gota de desesperación en tu cuerpo, giraste tranquilamente sobre tus talones para buscar a la dueña que de aquel sonido peculiar. El sonido se detuvo y lograste ver a una mujer que a pesar de llevar una gabardina cubriéndola se podía notar su silueta delgada; ella estaba sentada junto al bar así que caminaste hacia el y pudiste observar sus largas piernas cubiertas por unas medias negras y unas zapatillas Louis Vuitton adornabas sus pies, lo poco que habías visto de su vestimento provocó una media sonrisa muy vaga en tus labios.
Entraste al bar y subiste tu mirada para observar lo poco que se mostraba de su rostro, ya que un antifaz, un tanto seductor, cubría su rostro.
Mujer asiática, ojos rasgados, piel blanca, mandíbula en V definida, labios pequeños y carnosos con labial rojo en ellos, nariz pronunciada, pómulos pequeños, cabello atado en un bucle.
___: ¿Qué te sirvo?
~: Lo mismo que tu tomas.
___: Es whisky, no sé si te agrade.
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Gabardina de Lentejuelas [Krystal y tú]
Fanfiction"Eres diferente". No lo eras, no después de haber tratado de quitar el fantasma de ella de esa manera.