Despojos.

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Caminó solitario entre los pasillos, luchando con el pánico que esto le causaba. Gabriel dormía desparramado en su cama y no se había percatado de cuando el ángel se movió.

En la cocina aún habían algunos platos sucios, confeti trazando un camino hasta la sala y globos en las esquinas que habían caído. Busco un vaso, pero termino por tomar agua directo del grifo. Su garganta dolía de la sed. El agua se sintió tan refrescante como respirar por primera vez.

Limpió su rostro con la orilla de su camiseta, e intento volver a respirar con normalidad. Volvió a ser consciente de la oscuridad y del silencio, volvió a ser consciente de sus miedos.

La espalda le ardía sin razón aparente más que sus traumas. Las manos temblaban y sudaban, cada día más humanas. Respiró profundo y comenzó su persecución imaginaria hasta la habitación.

Alguien le seguía y su cerebro estaba tan seguro de ello que sentía que lloraría en cualquier instante. El pasillo se volvía más estrecho, más largo, más oscuro cada vez. Logró ver cerca su habitación y camino con más prisa.

La sorpresa fue mucha cuando chocó con Gabriel. Siendo el más alto, se sintió pequeño cuando sus brazos le abrazaron. Intento contener su pavor y las lágrimas, pero le fue imposible cuando Gabe reforzó el gesto.

- Tengo miedo... - Susurró contra el pijama del arcángel. – Tengo mucho miedo.

Finalmente, Gabriel logró convencer a su hermano de que estaría bien. El ángel pudo dormirse nuevamente, pero Gabe continuaba mirándole descansar. Aun no tenía pesadillas, lo cual era bueno; pero sabía que una noche las tendría. Y si el mundo real daba tanto miedo para que llorara de esa forma, el arcángel no quería imaginar lo que el mundo onírico preparaba para recibirlo.

- Mientras más humano sea, sus miedos empeoraran. – La voz de su padre no le sorprendió, le habia sentido llegar.

- Y su depresión. –

Gebriel mordió sus labios hasta casi herirse. No le gustaba esta situación y mucho menos hacia donde se dirigía.

Cas se removió entre las sabanas, y su hermano mayor pensó que lo peor estaba comenzando.

- Tranquilo. – Dijo Chuck.- Es un sueño común, le molestan porque no está acostumbrado a ellos. –

Antes de salir de la habitación y desaparecer del bunker, volteó a ver al arcángel una vez más.

- Procurare cuidar sus sueños hasta que encontremos una solución. – Gabe le sonrió. – Al menos, descansara de la realidad por las noches.

Su padre se marchó. Pensó en acostarse en la cama dispuesta por el mismo, pero no podría aquietar sus preocupaciones desde allí. Se acomodó con cuidado a un lado de su hermano menor, e intento dormir.

Creyeron que los despojos que encontraron del ángel era el fondo que podía tocar, pero aun habia más. Aun habían partes sanas de ese ser que estaban cayendo como la pintura de una casa vieja. Castiel seguía despedazándose sin control, y cada día era como un día menos. 

Padre...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora