Abuelo, padre, hijo.

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La fiesta iba perfectamente, y nadie más se había enterado del incidente con el psicópata en el estacionamiento. Jack parecía muy feliz y Cas más seguro de sí mismo. Todos los invitados disfrutaban de la comida, la música y las charlas interesantes. Chuck estaba un poco rodeado de amigos de los Winchester que no podían creer que realmente el fuese Dios; lo cual estaba bien mientras que nadie decidiera descargar sus frustraciones y su rencor contra él.

Dios se disculpó con las personas, y llegó hasta Cas que estaba sirviendo el pastel para Donna y Jody.

- Hey, ¿Cómo va todo? –

- Excelente. – Sonrió hacia el grupo que esperaba a su amado Dios. - ¿Ya te atraparon tus fans?

- Me recuerda porque no me presente formalmente con la humanidad. – Rio.

Jody agradeció a Cas, retirándose con las dos porciones.

- ¿Cas? – Llamó Chuck. – ¿Realmente todo está bien?

- Realmente. – Su mirada sincera lo confirmaba. – Gracias a ti.

- Por supuesto que no. Yo solo me deshice del cadáver. – Susurró.

- De verdad, muchas veces en las que pensé necesitar tu ayuda, lo único que necesitaba es que me hicieras sentir seguro de lo que hacía, y saber que si me equivocaba podría reparar mis errores. – Confesó.

- Lo siento por llegar tan tarde. –

- No, también aprendí a valerme solo todo ese tiempo. – Su sonrisa melancólica le dio tranquilidad a su padre. – Viendo hacia atrás, siento que sería otro si hubieses estado siempre, otro que no sé si me gustaría ser.

Todo estaba bien. Todo estaba bien por ahora, y quien sabe por cuánto tiempo más. Pero las sonrisas estaban hoy y eso era lo importante. Nunca tuvo un padre con los demás, un padre presente o amoroso. No tuvo ni siquiera un mal padre. Pero el solo saber que al menos una vez su padre fue consciente de su dolor, que al menos una vez se preocupó por él, le hacía sentir satisfecho. Porque no hay nada mejor que tener algo que jamás tuviste, que solo conociste por lo que los demás decían.

Sus alas no eran las mismas de antes, pero cubrían el agujero que la tortura y el dolor constante le habían dejado. Las alucinaciones eran un mal recuerdo, experiencias que no deseaba volver a vivir. Su humanidad estaba tan lejos como le era posible para un ángel, porque era un ángel de nuevo. Sus alas, su gracias, su esencia, todo estaba allí de nuevo.

El hombre de guantes de látex que una vez le había hecho temblar con su sola presencia, solo era un alma torturada en el infierno hoy. La sangre había manchado su gabardina, limpia ahora, y se sentía tan orgulloso de ello, como alguna vez se avergonzó de matar a inocentes.

Estaba completo de nuevo. Y más que sentirse bien por él, se sentía feliz de que su hijo si pudiese tener el padre que una vez imagino en fantasías infantiles. Su Jack era feliz como él no lo fue en años, y su deber seria mantenerlo así.

Por el otro lado, Chuck tenía mucho que aprender, mucho que comprender. Pero, ¿Qué era el tiempo para seres eternos? Y, aunque no pudo darles los caprichos a sus hijos, podía proteger a su nieto. El pequeño de ojos azules tenía la misma ilusión que cada uno de sus hijos había perdido.

Jack se volteó a su padre, agitando el nuevo auto de colección que Dean le había regalado. Con toda la ilusión que un niño podía tener en sus ojos. Castiel le sonrió con sorpresa, fingiendo no haber discutido sobre el regalo semanas atrás con el cazador.

El nephilim finalmente sacó de la caja con símbolos desconocidos la espada de ángel. La única diferencia con una normal era el dorado brillante y su nombre inscripto en enoquiano. Detalles que solo Dios podía hacer.

También le mostró su nueva espada a su padre, como un niño que enseña las artesanías que hizo en clase. Castiel miró a su padre, agradeciéndole el detalle. Agradeciéndole estar allí. Agradeciéndole ser su apoyo. Agradeciéndole ser su padre.


FIN 

Padre...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora