-ᴄᴀᴘ 1-

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Estaba todo acorralado por la escasez de luz, tan sólo se podía ver con suerte un rayo que iluminaba en el centro del escenario, dándo justo a mis píes tendidos en el suelo al igual que mis rodillas ensangrentadas por el tacto al charco carmesí que se desplazaba con lentitud. Sostenía en mis finas manos la cabeza de mi amado inconsciente, sin pulso, con sangre recorriendo por su boca hasta los dedos de mis píes, mezclado por mis lágrimas de impotencia, y dolor.

—¡Oh, mi amado! Este es el fin, ¿acaso lo es? No merecías esto, es mi culpa. —Decía entre sollozos alzando la voz, dejando que el eco hiciera lo suyo para llegar a los oídos de los espectantes.

Miré mis manos llenas de sangre, y el cuchillo lleno de culpa, tembloroso por el movimiento de mis manos, soltándolo como si tuviera miedo de él, o de mi misma.

—Oh, mi querido esposo, esto lo hice yo, es mi culpa, todo es por mí. Y pensar, que yo ha de ser capaz de vivir consciente de esto. Pensar en pagarlo con la culpa que me atormentará toda la vida, hace que tema, no porque aparte no sea capaz, sino por el hecho de que fui capaz de asesinar a mi marido a sangre fría, temo de mi misma, de la culpa, de algo que no podré liviar. —Hablaba como si el nudo en mi garganta se hubiera dominado mi cuerpo, voz, y mi conciencia, recorriendo con la mirada iluminada el cuerpo frío y pesado de mi marido.

Con delicadeza, dejé el cuerpo en el suelo empapado de su sangre y mis lágrimas, colocando su cabeza mirando hacia arriba mientras que las yemas de mis dedos le acariciaban, admirando por ultima vez su esencia.

Tomé con dificultad el mango del cuchillo, mis manos temblorosas evitaban moverme con fluidez. Miré la luz que llegaba a mi rostro y al cuerpo, observando el movimiento de la obscuridad acercándose hacia mí. Elevé el arma mientras que mis lágrimas recaían mis mejillas. Se acabó, todo había acabado para mí, y este era mi fin.

Con un movimiento brusco y sin pensarlo, me apuñalé justo en el centro de mi garganta, dejando caer sangre desde aquél orificio que me hice, desangrándome hasta morir.

Entre todo el vacío existencial del escenario, se hizo escuchar los largos y fuertes aplausos de la gente conmovida y sorprendida por la actuación que tanto he demorado en aprender, no sólo por los guiones, sino por aprender la estrategia del suspenso y tensión que debe llegar al corazón de las personas.

Junto a mi compañero, nos paramos tomándonos de la mano y alzándola para arriba, llenos de risas mientras recibíamos los alagantes aplausos, pero no valió la pena.

Él me miraba, ahí, sentado enganchando sus ojos con los mío, mis comisuras volvían a su estado normal bajándose, mientras que demostraba su decepción y su cara de disgusto por la reciente actuación, la cual no fue suficiente. Todo lo que he hecho, no ha servido de nada.

Luego de haber recibido los buenos tratos de la gente con una sonrisa obligada por cortesía, iba a por mi abrigo que me cubriría de la noche fría que atormentaba hasta la poca luz por esas calles, lo vi a él. Con el sonido de sus pasos y su bastón confirmaron su existencia que llegaba hasta mi espalda, hablando detrás mía, lo mismo, lo que siempre dice, insultos, de que soy insuficiente, de que no debería ser actora en sus teatros.

Yo dirigo el teatro, soy la administradora y profesora de un puñado de alumnas, las cuales vienen del colegio Santa Ramona, tomando como mis clases un taller más para culturizarse y darse una oportunidad de hacer lo que les inspira.

Y el señor con terno, lleno de arrugas y canas, el cual está comparandome con otros actores, es mi jefe, mi "mánager".

Es un viejo desagradable, no para de hacer que hasta yo me ponga en mi contra, duda de mí, ya he tenido 3 o 2 ataques de ansiedad este mes por culpa de él.

Después de escuchar sus palabritas inconscientes, se logró calmar al ver que mis ojos se comenzaban a cristalizar, dio un largo y exagerado suspiro, desviando su mirada hacia las cortinas rojas del escenario.

—Adelante. —Dijo avisando a alguien quien se encontraba detrás de las cortinas esperando con cierta paciencia.

Al hacer pasar a aquella persona, unos pasos de tacones empezaron a acercarse, primero se vio una fina y delicada mano haciendo a un lado la cortina, luego un rostro nada familiar a mis ojos. Tenía unos labios finos, ojos obscuros, piel medianamente trigeña y un peinado esponjoso pero elegante. Sus ojos nos miraban con cierta timidez, pero su expresión trataba de ocultarlo con una sonrisa cálida.

¿Quién era ella?

¿Qué hacia acá?

¿Por qué?

Mi mente tan solo se repetía esas preguntas, pero comenzaron a ser sospechas de que probablemente, mi carrera como actora, había llegado a su fin.

—Ella es tu nueva compañera de trabajo, Laura, Laura Herre--- —El señor de canas había sido interrumpido por la mujer, quien simplemente ofreció su mano esperando a ser estrechada.

—Un gusto, mi nombre es Laura Herrera, tu nueva compañera de trabajo.

¿Nueva compañera de trabajo?

¿De qué están hablando?

Mis palabras apenas podían salir, mi cabeza estaba perdida, desconcertada, nada tenía sentido, no podía ser. Simplemente me salió un ligero...

—¿Qué?

Glamour ;;Girl×GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora