Felicidad plena

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¿La felicidad existe? Por supuesto que sí! Muchas personas encuentran la felicidad en cualquier parte, la mía está en esa chiquilla rubia, pequeña y ojona, es la mujer más bella que podría pisar el planeta. No cabe duda que cuando te enamoras, la miel se resbala sin medida.
La pequeña niña ha aceptado ir conmigo, caramba, ¿Cómo debo comportarme?, ¿Será que empiezo a comportarme coqueto? ¿Juguetón? No tengo ni la más remota idea, okay, necesito tranquilizarme, solo déjate llevar Harold, déjate llevar.

Sonrío ante su respuesta y contesto:

-Vamos- le señalo con mi cabeza el auto que está a un lado aparcado.

-¿Iremos en coche? - pregunta mientras ve mi automóvil, creo que no le apeteció la idea de ir en auto pero yo no pienso caminar tanto.


-¿Acaso quieres que tus pequeñas sandalias te calen de tanto caminar? - veo sus pies en esas lindas sandalias cafés. Niega con la cabeza para después decir.

-¿No hay ninguna heladería cerca? -comienza a girar su cabeza a diferentes direcciones en busca de alguna heladería.

-Creo que no, pero igual podemos buscar una andando.

-Me parece una mejor idea. -sonríe.

¿No se cansa de ser extremadamente bella? Es que es preciosa, su rostro es majestuoso, me invaden unas enormes ganas de llenarle esa carita de ángel a besos.

-Andando. -le indicó con mi cabeza el cendero de adelante. Ambos empezamos a caminar. Ella lleva un vestido floreado y amarillo, ese color le va perfecto, a mi parecer es un poco corto, no quiero que nadie más la voltee a ver, pero es imposible, semejante belleza no se puede pasar desapercibida.
Hace un poco de aire, eso provoca que su vestido y cabello revolotee. Decido romper el silencio y pregunto:

-¿De qué trata tu revista?

-Nada interesante, solo son famosos. -sonríe penosa.

-Déjame ver. -extiendo la mano y deja en esta la revista. Era una revista de chismes, consejos de belleza, horóscopo y cantantes guapos y jóvenes.- ¿Te gusta esta clase de chicos? -pregunto apuntando con el índice a un güero de ojo azul.

-Prefiero los de ojos verdes y cabello castaño. -Confiesa mientras me mira y arruga la nariz.

¡Mierda! Esa a sido una indirecta muy directa, claro que habla de mi, ¿o no?

-Creo que ando de suerte.- Ambos reímos.




Ha pasado como media hora desde que encontramos un lugar de helados y y postres.

-Bien, ¿qué signo eres? -Me pregunta para después llevar una cucharada de helado de pay de limón a su pequeña boca.

-Acuario.

-Mmmm acuario... -busca con su dedo índice entre todos los horóscopos que hay en su revista barata.
Este lapso de tiempo lo he disfrutado como nunca, casi olvidaba el sabor del helado, esa sensación fría que refresca tu boca y ese dolor horrible en el cerebro cuando lo comes demasiado rápido. Me hizo recordar mi niñez, cuando mis padres nos llevaban a mi a y mis hermanos a la heladería del centro, parece que fue ayer.

-¡Aquí está!, Uuuuuh... - niega con la cabeza.

-¿Qué pasa?

-Aquí dice que tengas cuidado de quién te enamores. - lo dice en todo de burla.

Ay, esas cosas no son ciertas o ¿ustedes qué opinan? Bueno, yo estoy seguro de que mi güera y yo terminaremos juntos, se que la enamoraré y me amará igual que yo a ella, ya no quiero más decepciones amorosas, ya no quiero obligar a alguien que me ame, las mujeres que han pasado por mi vida son incapaces de reconocer que cuando yo me enamoro entrego alma y cuerpo, mi vida gira entorno a ella, al parecer les parece agobiante y estresante, ¿Por qué todas las mujeres son así? Solo quiero amor, un amor recíproco y eterno.

-Ni siquiera saben de quién estoy enamorado, sé que le gustaré tanto como ella me gusta a mi.- Digo chupando la pequeña cuchara con helado.

-Nada de esto es específico, velo como un estudio general a todas las personas que son Acuario.

-¿Tú qué signo eres? -

-Libra. Nací el 06 de octubre.
-¿Qué raro, no? -preguntó con el ceño fruncido. -Qué? -responde.
-sé que amas el pay de limón, las revistas de chismes y las películas de romance, conozco tu fecha de nacimiento y tú signo, sé que no sabes andar en bicicleta, pero no sé tu nombre. -La miró fijarte a esos enormes, preciosos y brillantes ojos, son como dos estrellas, mi vida es el cielo obscuro y enorme, enorme lleno de problemas y traumas, y ella llega a mi vida con ese par de estrellas que alumbran todo. La amo tanto.

-Mi nombre es Valerie. -Dice sin expresión alguna, solo seguimos mirándonos fijamente a los ojos. Valerie, ese nombre me suena.

-Bonito nombre. Yo soy Harold.

-Te queda mejor el nombre de Edward.

Hace años que no escuchaba el nombre de mi hermano. Parece que escucho como mi madre lo reprende por ensuciar su camiseta blanca, la cual nos ponía todos los domingos para ir a misa. Precisamente tenía que ser ella quien me recordarse a mi pequeño hermano, espero estes en un mejor lugar querido.
Si tienen suerte, más adelante les cuente sobre aquel individuo y lo que fue de él.

-Soy un hombre con mucha personalidad, no crees? - Asintió y siguió comiendo helado.
Pasó una hora más, la verdad no tenía noción del tiempo, estábamos perdidos entre el sabor del helado, las risas y el rico viento que soplaba. A veces algunas personas nos prestaban más atención de lo normal, si les doy sincero la diferencia de edades es muy notable, quizás a ella no le importe, a mi tampoco, así que no hay problema alguno, soy feliz a su lado y creo que ella es feliz al mío. Aunque haya sido solo un momento. Un momento que muero porque sea eterno. Ansío tenerla conmigo todos los días de la semana, inclusive los fines de semana, tenerla todas las mañanas, todas las tardes y todas las noches, ella debería tener mi nombre por todo su delicado cuerpo.

-¿Te llevo a tu casa? -pregunto después de llegar al lugar en donde dejé estacionado mi automóvil.

-No gracias, necesito ir a recoger a mis hermanos de la guardería, de ahí iremos a la casa de mi tía y mi mamá pasa por nosotros. -Cuánta responsabilidad para una niña de 14 años. Pensé.

-Te puedo dejar en la guardería si gustas. -Me encogí de hombros.

-No de verdad, me gusta caminar. -Sonríe. Carajo, ¿no se cansa de enamorarme cada segundo?

-Insisto, anda sube. -Le abro la puerta del carro, indicándole con mi mano que suba. Lo duda por un momento pero después dice:

-Está bien. Espero no me secuestres. -ríe.

-Jamás haría nada en contra de tu voluntad, pequeña.

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