Capítulo XIV: Obligame

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Lo necesitaba, lo quería, su ser gruñía, era suyo, solo suyo, tan malditamente suyo.

Armadura, tras armadura se formaban para poder detenerlo, pero era inevitable, no podía detenerse, no si tenía a esa hermosa persona jadeando y soltando feromonas de manera potente.

Armadura, tras armadura caían destruidas al suelo, y mientras más se acercaba, más temblaba el cuerpo sensible del omega en aquel mueble. Hasta un punto en el que ya no llegaron más armaduras para él, sino para Tony.

Gruñía, desesperado y enojado, intentaban quitarle a su omega, con su fuerza sobrehumana destrozaba cada pedazo que trataba de posarse sobre el omega. Cuando sintió las corrientes de pieles chocarse, ahí estaba su omega mirándolo fijamente, café y azul se envolvieron esperando la reacción del otro.

Quietos, Steve intentando no perderse por completo con las atrayentes feromonas que Tony soltaba, tratando de comprender que pasaba, su mandíbula dolía, su entrepierna estaba más que dispuesta, y sus necesidades de arrancar la ropa del otro estaba latente. Tony temblaba de manera silenciosa, la necesidad de ser poseído estaba a flor de piel, pero su razón estaba preocupaba habían sido descubiertos y ser observados por quien él sabía que era Steve y no su alfa le alarmaba. F.R.I.D.A.Y. había cumplido con la orden él lo sabía, ya no podía hacer más.

–Tony. –Soltó en un gruñido tratando de abalanzarse, se veía que estaba sufriendo por tratar de controlarse.

–Steve. –Hablo en un gemido de urgencia, estaba tentando al diablo, pero sentía que lo quería ahora, sin ataduras, después se arrepentiría.

Sintió el permiso suficiente, se sentían en la necesidad de mantenerse. Eran animales tratando de calmarse mutuamente, el alfa se encargaba de arrancar todo lo que estorbaba y el omega buscaba el calor anhelado estirando las ropas. Era un acto tan primitivo, pero con los permisos concedidos se podía volver en algo tan pasional.

Sus bocas peleando con fiereza, las lenguas deslizándose para ver quién era la más dominante. El alfa apretaba fuertemente las nalgas del contrario y el omega aferraba sus piernas a la cadera del otro rozando sus erecciones. Steve cargaba a Tony a una superficie más cómoda y Tony se dejaba guiar.

Lo acostó sobre la cama, para de manera tan desesperada sacarse la ropa, hasta quedar tan desnudo. No era el único en desespero, atrevidamente y sin importarle el gruñido de advertencia del otro, el omega se dejó hacer buscando el miembro del contrario. Era inevitable no gemir fuertemente para el rubio, no teniendo al castaño haciendo un oral de manera magistral.

Tony no lo vio venir, de buenas a primeras el alfa de forma salvaje lo dejaba expuesto, mordiendo y chupando sus piernas hasta llegar a su entrada con la que se deleitó y jugaba para no hacerle daño, lamia todo el líquido del lubricante como si de néctar se tratase, pese a que sus instintos actuaban, sus razones desenvolvían eso.

Ya no podía aguantar, ninguno de los dos, se posiciono para entrar en el omega, despacio y sin daño. Y si antes eran animales, ahora podían despedirse de su cordura. Solo sus instintos actuaban, trataban de recuperarse, como si en ese solo acto pudieran fundirse, embestida tan embestida, el salvajismo que se presentaba era sexo sucio, rudo y caliente.

Apretaba tan fuertemente las caderas del otro para más contacto, mientras iba besando su cuello y haciendo chupones por toda su espalda, necesitaba decirle al mundo que era suyo. Que era Su omega. El otro no aguantaba su cordura, con la cara contra en colchón su garganta dejaba salir gemidos y sus ojos lágrimas, placer, placer, no podía pensar en nada, se aferraba fuerte antes las sabanas, sentía que iba a explotar de la desesperación, ese alfa daba en ese punto, en cualquier momento sentía desfallecer.

El límite de una persona (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora