Estrellas de Alta Mar

Lágrimas saladas

Las olas, rompían contra el velero, desafortunadamente, después de un mes de travesía. La comida escasea y en estas zonas cerca de Europa, la pesca es complicada. Sigo con mis teorías sobre el capitán. Recientemente le he oído hablar con, quién se dice que es “su mano derecha”.
Al principio, la conversación era normal y neutra. Hablaban de presupuestos, comida, planes,...
pero no todo iban a ser preocupaciones.
La voz con textura tenebrosa dejaba caer sobre la vieja alfombra de piel de oso varias dudas. Pero la más importante, trataba sobre nuestro destino.
Al menos el de la tripulación.
Pero fue al poco tiempo de escuchar susurros entre el capitán y su camarada cuando nos encontramos flotando en mar abierto junto a nuestras pertenencias. Nos hicieron llegar hacia una isla a nuestro propio brazo y pierna. Más de 4 millas a nado puro. Ya exhaustos, nos dirigimos a la suave arena y nos acostamos como si de una manta de seda se tratase, quedándonos dormidos hasta la mañana posterior.
No fue mucha sorpresa el hecho de que nos había abandonado. Nos dejaron varias pertenencias innecesarias que ocupaban un espacio, básicamente inútil (se veía que el capitán, al menos era una persona limpia) y una pistola de bengalas... pero sin bengalas.
Empezamos a mirar por todos lados, uno detrás de otro, los ya despertados hace más tiempo, observando e inventando técnicas de supervivencia. Entre toda la revuelta, un animal yacía sobre la arena. Solo me bastó con mirarle a los ojos para derramar una lágrima sobre mi pobre mascota, ya sin pulso sanguíneo. La arena comenzó a desagrietarse gracias a la ayuda del río que corría de mis ojos.
Me lamí los labios, apreciando ese sabor a agua salada, y le enterré, al mismo tiempo que mis lagrimales, crearon un nuevo mar.

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(Continuará)