Capítulo 6

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Ya todos estaban en el comedor degustando la comida. Marco estaba sentado en un extremo de la mesa y Sofía al otro. Daniel estaba sentado al lado derecho de su padre y frente a este estaba Mike, junto a Daniel se encontraba Ellionor, frente a esta Estella y al lado de esta Esther. Todos disfrutaban de una amena plática, bueno, casi todos.

—Daniel, tu padre me comentó que te gusta leer—comentó Mike.

—¿Eh? Ah...sí, me gusta, es mi pasatiempo favorito— respondió el chico.

—A...A mí también me gusta leer—habló Ellionor.

—¿En serio? ¿Y cuál es tu libro favorito?

—Ah...El Principito— respondió insegura, de hecho eso fue lo primero que le vino a la mente, recuerda que su nana le leyó ese libro cuando era pequeña, pero no recuerda nada más que el título.

—Oh, ese libro me gusta mucho, pero no lo considero mi favorito.

—Mi libro favorito es El demonio y la señorita Prim— se animó a decir Daniel.

—El mío también— concordó Mike.

—¿De verdad? Mi parte favorita fue cuando...

Ambos chicos empezaron a hablar del libro, Ellionor mascullo molesta al verse excluida de la conversación. Marco sonreía satisfecho de que esos dos se llevaran bien, Estella y Esther comían en silencio al igual que Sofía, quienes escuchaban la conversación en silencio.

Después del almuerzo Estella se retiró a la universidad, había faltado a clases en la mañana por recibir a su padre, no podía faltar a más. Esther y Ellionor no tenían clases esa tarde, por lo tanto se quedaron en casa, la primera fue a una habitación cerca de la suya la cual ella llamaba "su estudio", pues ahí realizaba sus tareas —ella estudia Diseño de Modas—, la segunda se quedó en la sala junto a Mike y Daniel.

—Bueno chicos, Sofía y yo debemos de tratar algunos asuntos en privado, los dejamos solos, ¡diviértanse!— se despidió el castaño mayor.

Ambos adultos se retiraron al segundo piso, los jóvenes se quedaron en la sala continuando con su plática, y Ellionor tratando de seguirla hablaba de vez en cuando.

En el segundo piso los adultos se dirigieron al estudio de Marco, este se sentó frente al escritorio y observó a su esposa, quien comenzó a hablar.

—¿Y bien? ¿Me puedes decir en qué pensabas al traer a ese chico a la casa?—inquirió molesta la mujer.

—¿Qué? ¿No puedo traer invitados acaso?— se defendió el mayor.

—Te conozco lo suficiente como para saber que no acostumbras a traer "invitados".

—Mike es mi mano derecha y lo considero un hijo, recuerda que su padre y yo éramos los mejores amigos ¿Cuál es el problema de que lo haya querido traer a la casa?

—Mira Marco, deja de vacilarme, cualquiera que escuchara eso te creería, pero te olvidas que soy tu esposa y te conozco mejor de lo que crees—espetó la castaña—. Así que vas a decirme qué traes entre manos.

Marco la miró en silencio por unos segundos, su expresión relajada se vio reemplazada por una seria, su mujer era inteligente y sabía que no le creería nada de lo que le decía. Él odiaba tener invitados en su casa, consideraba su hogar como un lugar sagrado donde solo su familia podía estar, por eso siempre que tenía una reunión de negocios u organizaba alguna fiesta lo hacía en uno de sus hoteles.

Consideraba a Mike como su hijo o sobrino, o sea, parte de la familia, bien pudo haberlo invitado cualquier día, pero Sofía tenía razón, tenía algo en mente, pero no se lo diría. Aún se sorprendía de la perspicacia de la mujer, instinto femenino quizás, o talvés acertadas corazonadas, no lo sabía, pero esa capacidad que ella tenía la hacía una mujer interesante y peligrosa a la vez.

El hombre se levantó de su asiento aún con su expresión seria, caminó hasta quedar a un lado de ella, suspiró.

—Sí, tienes razón, tengo algo en mente y Mike es el peón que me ayudará—contestó con seguridad—, pero esto no es de tu incumbencia, te pido que no te metas en esto y dejes hacer a Mike su trabajo, él me informará si te estás metiendo en esto.

—¿Y qué harás si te enteras? ¿Castigarme?—se burló.

—No, no haré eso, puedo hacer otra cosa—se defendió, rodeó a Sofía hasta llegar a la ventana, desde ahí podía ver el patio, ahí logró divisar a su hijo y Mike sonriendo, él también sonrió.

—¿Qué cosa?—preguntó intrigada.

—El divorcio— respondió regresando su vista a la mujer con su expresión de nuevo seria.

—¡Ja! Yo jamás te daré el divorcio—el tono burlón regresó a su voz—y lo sabes.

—Ese es solo un ejemplo—caminó hacia ella—, tengo otras cosas en mente que por obvias razones no diré—Sofía abrió la boca para hablar, pero fue interrumpida por su esposo—. Ahora, si me disculpas, adelantaré algo de trabajo para pasar el tiempo con mis hijas mañana.

Regresó a su asiento detrás del escritorio sacando algunos papeles para, como él dijo, trabajar, Sofía chasqueo la lengua y se retiró molesta del lugar.

En el patio trasero de la mansión se encontraban Mike, Daniel y Ellionor, esta última estaba algo apartada pues por más que intentó acercarse y coquetear con el mayor, este solo le prestaba atención a su hermano menor.

Ella estaba a unos metros de esos dos, quienes parecían encerrados en una burbuja, simulaba ver las flores que adornaban el jardín y los observaba de reojo, los veía hablar con una gran sonrisa y en algunas ocasiones los veía reír.

Hace unos momentos atrás estaban en la sala, Daniel empezó a hablar sobre algunos libros de botánica y Ellionor, queriendo participar en la conversación y por impulso, mencionó que el patio era como un bosque porque estaba lleno de pasto verde, árboles y flores, solo faltaban los animales.

Daniel se emocionó ante la mención, le sugirió a Mike salir al patio para ver las flores, las cuales él había cuidado desde pequeño -esto no lo mencionó- y fue entonces que ahora se encontraban ahí hablando de quién sabe qué y con una Ellionor realmente celosa.

—¿Te gustan mucho las plantas, eh?—preguntó juguetón el azabache.

—Sí, me gusta la botánica, me parece interesante aprender sobre los diferentes tipos de árboles y flores, sobre todo las flores—comentó observando una de las tantas flores y tocando suavemente sus pétalos.

—¿Te gustan mucho las flores?

—Sí, me gustan porque me recuerdan a mi mamá-sonrió con melancolía.

Tenía una foto de su madre en su habitación, se la había dado su abuela a los nueve años y desde entonces la mantuvo en su mesita de noche al lado de su cama, en la foto se mostraba el rostro de una joven hermosa, de ojos y cabellos oscuros, su sonrisa era radiante y transmitía tranquilidad, su madre era como una flor: hermosa y calmada; por eso le gustaban tanto las flores.

—¿En serio? Tu madre no me da la sensación de parecer una delicada flor—inquirió con burla el mayor.

En ese momento se dio cuenta de su error «No debí decir eso», pensó con miedo, trató de inventar alguna excusa, pero no se le ocurría nada.

—Eh...ah...—balbuceaba—Olvídalo, solo olvida lo que dije-—e apresuró a decir.

Volteo a ver detrás del mayor buscando a su hermana, no estaba, ¿en qué momento se había ido? No tenía idea y ahora la única que podía salvarlo no estaba, estaba seguro que si Ellionor hubiera escuchado lo que Mike dijo sobre su madre ella de inmediato empezaría a defenderla, pero no estaba ahí.

A Mike le pareció divertido que el chico estuviera tan nervioso, así que le dijo que estaba bien y siguieron paseando por el gran jardín mientras hablaban de libros y otras cosas.

No pedí nacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora