Observó cómo con lentitud el chico se marchaba a cambiarse, le indignaba, un bastardo no podía comportarse como si fuera parte de la familia, ya que nunca lo sería. Fijó su vista en el sofá y notó en él un libro, recordó entonces que el joven sostenía un libro antes de que ella se le acercara, lo tomó con asco y llamó a una sirvienta para que pusiera el libro de vuelta a la biblioteca.
En eso Katherine —la abuela de Daniel—iba bajando por las escaleras.
—Dejé el bolso en su habitación, señora, tal como dijo.
—Bien, ve a prepararme un café, me siento tan estresada— dramatizó la mujer al tiempo que se sentaba en el sofá.
La señora acató la orden dirigiéndose hacia la cocina para preparar la bebida. Sofía tomó su celular prestando toda su atención en éste, minutos después Katherine regresó con la taza de café que le habían pedido, al mismo tiempo Daniel iba bajando las escaleras ya con su traje puesto.
—Tardaste, mocoso— reclamó la mujer.
—Lo siento—habló por lo bajo, con la mirada gacha, esperando las órdenes de su madrastra.
—Como castigo por tomarte estas...libertades— dijo, refiriéndose a lo de hace unos momentos—,tendrás que lavar todos los baños de la mansión, luego limpiarás la piscina y por último lavarás y plancharás la ropa de mis hijas y la mía, por supuesto.
—Sí, señora. Como ordene, señora—contestó, hizo una reverencia y se marchó de ahí para empezar con sus labores.
Hacer todo aquello le llevaría horas, habían cerca de diez habitaciones en esa gran mansión y tenía que limpiar cada baño —a pesar que la mitad de esas habitaciones no se usaban—, la piscina era muy grande, no estaba seguro de cuánto medía, pero estaba seguro que tenía una profundidad de tres metros.
La ropa era lo más fácil de hacer, tenían lavadora y secadora mecánicas así que sería rápido, lo tardado sería planchar la ropa de cada una.
El solo pensar que debía hacer todo aquello lo cansaba, incluso sentía que le llevaría más de un día realizar todo aquello, lo bueno era que su madrastra no le había puesto un límite de tiempo.
Por otro lado, la abuela del chico estaba nerviosa, estar en presencia de esa mujer tan cruel y malvada la ponía ansiosa y solo quería huir. Escuchar el castigo que le había impuesto a su nieto le pareció injusto, eran solo tres tareas, pero esas tres tareas requerían mucho tiempo y energías, quería ayudarle pero sabía que con esa mujer en casa no podría.
—¿Qué haces ahí parada?— la voz de la mujer de sus pesadillas la sacó de sus cavilaciones— Ve a hacer el almuerzo, rápido.
—Sí, señora. Con permiso— hizo una leve reverencia y se retiró nuevamente a la cocina a preparar el almuerzo, estaban ya ahí unas cuantas sirvientas que también se encargaban de preparar la comida.
Sofía estaba en el sofá tranquilamente bebiendo una tasa de café mientras revisaba su celular, una sirvienta que se dirigía a la cocina la vio, frunció el ceño y le sacó la lengua discretamente, odiaba a esa mujer, si no fuera porque era pobre y en esa casa pagaban bien se hubiera rebelado hace mucho tiempo.
—Hola, señora Katherine, ¿qué tal?—saludó la joven muchacha, la cual tenía veintitrés años.
Se acercó a la anciana y las otras muchachas para ayudar a preparar la comida.
—Oh, Marie, ¿cómo quieres que esté? La señora vino antes de lo esperado— comentó la anciana.
—Sí, así noté— contestó con desgano—. Y, ¿dónde está Daniel?—preguntó con preocupación.
—Ah...—suspiró afligida—. La señora nos encontró descansando en la sala, ya sabes lo que debió haber pasado.
—Sí, pobre Daniel, no se merece esto.
—Como castigo, lo mandó a lavar todos los baños, limpiar la piscina, lavar y planchar la ropa de ella y sus hijas— comentó una chica de cabello negro largo.
—¿Todo eso?—preguntó sorprendida Marie— Pero, eso es un trabajo para cinco personas.
—Lo sé—contestó la pelinegra—, pero ya sabes como es la vieja. Agh, es tan frustrante no poder hacer nada—finalizó con furia.
—Si tan solo el señor Anderson estuviera aquí—comentó otra de las muchachas ahí presentes, ésta tenía el cabello negro hasta la barbilla.
—Sí, así el joven Daniel no sufriría esto—contestó Marie.
—El amo Marco trabaja duro para darles una buena vida a sus hijos, parte de ese trabajado es viajar, no se puede hacer nada— habló Katherine.
Todas bajaron la mirada, tenía razón, no podían hacer nada con respecto al trabajo de su señor y tampoco podían hacer nada para defender al que consideran su joven amo. Puede que sea un hijo ilegítimo, pero ellas sabían que había nacido de amor puro.
Todas las sirvientas que ahí trabajan sabían la historia del joven amo, se la contaban una vez comenzaban a trabajar en la mansión. Era contada primeramente por Sofía y luego aclarada por Katherine o por algunas sirvientas que tenían más antigüedad laborando en esa casa.
Todas eran jóvenes sencillas de familias pobres, en ese lugar pagaban bien y su situación las obligaba a ocultar la verdad a su señor, además hubo una vez que alguien quiso contarle al señor Anderson, fue descubierto por Sofía antes de hablar, fue despedido y jamás pudo encontrar de nuevo un trabajo.
Sí, Sofía estaba tan empeñada en mantener el secreto de su maltrato hacia el chico, que, cualquiera que tratara de contarlo era despedido y ella se aseguraba de que nunca volvieran a encontrar trabajo.
El trabajo de cada una estaba en riesgo y no podían darse el lujo de perderlo siendo que su situación económica no era la mejor. Solo podían suspirar resignadas y bajar la mirada con impotencia cuando veían que Daniel era golpeado cruelmente por su madrastra o sus hermanastras.
De pronto el silencio que en la mansión reinaba se vio interrumpido por el sonido de una llamada, alguien estaba llamando al teléfono de la casa.
—¡Katherine!—llamó Sofía— Ven a contestar, rápido, no soporto ese sonido—se quejó la mujer.
—¡En seguida, señora!— contestó la de mayor edad.
Se dirigió al teléfono el cual estaba en el pasillo que daba de la cocina a la sala. La señora tomó el teléfono y contestó.
—Es la casa Anderson, ¿con quién hablo?
—Katherine, qué bueno que eres tú quien contesta—se escuchó una voz masculina del otro lado.
—¡¿Señor Anderson?!
Holiwis kiwis :3
¡No me maten! DX
Lo sé, lo sé, se supone que el capítulo era para el miércoles pasado, la verdad no tengo excusa ¡lo siento! 🙇
Como recompensa les doy capítulo doble, tengan!
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(>~<)
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No pedí nacer
RomantizmHumillado, maltratado, obligado a vestir como una sirvienta y a hacer deberes difíciles. Recibiendo maltratos e insultos, él solo quería vivir en paz, pero sus hermanastras y madrastra se lo impedían. El trato que estas le daban llamó la atención de...