Estaba desesperada, no sabía qué hacer para detener el sangrado, vio las sábanas regadas a su alrededor, tomó la que estaba cerca de ella y, con cuidado, volteó la cabeza de Daniel para ver de donde salía la sangre.
Todo el lado derecho de su cabeza estaba manchado en sangre, con algo de asco tanteó entre el cabello -el cuál estaba pegajoso- buscando la herida. Aunque ver tanta sangre le daba asco no le tomó importancia, su preocupación era mayor.
Cuando sintió el origen del líquido rojo hizo presión sobre está, usando la poca fuerza que tenía en ese momento para bloquear la salida del líquido carmesí. Una gota cristalina cayó en su mano, seguida de otra y otra, hasta ese momento se dio cuenta de que todo el tiempo estuvo sollozando.
Escuchó pasos apresurados, subió la mirada viendo a una sirvienta y a su hermana mayor con expresiones de sorpresa.
-A-Ayuda- susurró sin saber si las mujeres la escucharían. Ambas bajaron las escaleras de inmediato.
Antes de que todo eso ocurriera, luego de que Daniel y su abuela salieran de la biblioteca, Estella y Marco se quedaron solos en aquella gran habitación llena de libros.
-Y...¿qué querías decirme?- rompió el silencio el mayor.
-Me voy- sentenció sin más.
-¿Qué?- cuestionó confundido, ladeando la cabeza a un lado y subiendo una ceja mostrando su confusión, aquella declaración fue repentina.
-La graduación es en una semana, luego de eso me iré. Encontré un buen lugar en el centro de la cuidad, a partir de mañana iniciaré la mudanza- finalizó firme, segura de sí, imponiendo sus palabras.
El mayor suspiró.
-Estella, no es que esté en contra de que te mudes, al contrario, me alegra que quieras ser independiente, formar tu propio negocio y ganarte tu dinero, pero...- el mayor dudó en proseguir, no sabía cómo se tomaría lo siguiente.
-¿Pero?- quiso saber la chica.
-Tu madre estuvo hablando conmigo sobre eso, no creo que ella esté de acuerdo con esto.
-Pero, tú eres la cabeza de familia, tú tienes la última palabra.
-Sí, pero tú madre es mi esposa y como mi esposa debo respetar sus decisiones, además ella es la que tiene la tutela sobre ustedes.
-¿Qué quieres decir?
-Lo que quiero decir es que cuando se trata sobre ti y tus hermanas, tu madre siempre es la que habla. Nunca me ha dejado a mí, ya sabes cómo es de terca.
-¿O sea, que mamá es la que tiene la última palabra en este caso?- preguntó tratando de disimular el enfado que sentía.
-Me temo que sí, como ya te dije, la otra vez tu madre me hablaba de eso y se negaba rotundamente en dejarte ir.
-¡Pues me importa una mierda lo que diga mamá!- soltó con enojo.
-¡Estella! Controla tu vocabulario- regañó el castaño.
-¡Ya no tengo cinco años! Soy una adulta ahora y puedo tomar mis propias decisiones. Además, no te estaba pidiendo permiso, solo te avisaba y si mamá está en desacuerdo pues...
No pudo terminar, ya que el grito de Ellionor llegó hasta sus oídos como un eco. De inmediato, Marco se levantó del sofá y salió casi corriendo de la biblioteca seguido de una confundida Estella.
Lo que vieron no les gustó para nada, al menos no a Marco, a quien casi le da un infarto al ver su querido hijo tumbado en el suelo y con sangre, parecía una escena de una película de criminales.
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No pedí nacer
RomanceHumillado, maltratado, obligado a vestir como una sirvienta y a hacer deberes difíciles. Recibiendo maltratos e insultos, él solo quería vivir en paz, pero sus hermanastras y madrastra se lo impedían. El trato que estas le daban llamó la atención de...