Capítulo 22

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Luego de la larga charla con su padre, cada chica regresó a su habitación. Ellionor ingresó a la suya cabizbaja, cerró la puerta y pegó su espalda a esta, deslizándose hasta el suelo.

Vio el techo con ojos perdidos, vio sus manos y segundos después las llevó a su cara.

Se sentía muy mal por lo que le había hecho a Daniel, pero no se arrepentía. Cuando vio a su hermano tirado en el piso chorreando sangre por la cabeza, muchas cosas vinieron a su mente.

¿Qué hubiera pasado si Daniel nunca hubiera nacido?

¿Qué hubiera pasado si Daniel hubiera muerto en ese momento?

¿Sería feliz? ¿Su padre le pondría más atención?

Pero cuando analizó mejor la situación se dio cuenta que esos pensamientos estaban mal, no podía matar a su hermano, le haría mal a su padre, y sabiendo cómo este se sentía, el resultado sería peor de lo que se imaginó.

Se sentía confundida, sentimientos de odio se acumulaban, pero la culpa la carcomia, quería deshacerse de esos confusos sentimientos que la torturaban por dentro.

Por otro lado, Esther también se sentía confundida. Nunca le había agradado Daniel, lo miraba como alguien demasiado puro, y eso le molestaba.

Esther miraba en Daniel lo que ella nunca podrá ser: dulce, atenta, servicial, empática.

Su madre la malcrio, la consintió demasiado y le enseñó prejuicios. Los prejuicios fueron reforzados por su entorno, al igual que su carácter y su personalidad, al estar rodeada de gente hipócrita y que fue criada con los mismos prejuicios que le enseñaron a ella solo reforzaron su desagrado para con Daniel, no lo odiaba, solo le desagradaba su presencia.

En cambio, Estella era la que más tranquila se encontraba, al ser la mayor fue dejada de lado rápidamente cuando nació Esther y luego Ellionor. Nunca fue muy apegada con su madre, su personalidad y su percepción del mundo fueron forjados por programas de televisión que enseñaban la crueldad del mundo, pero al mismo tiempo su belleza.

Siempre tuvo indiferencia hacia Daniel, "un niño más a la lista", era su pensamiento. Nunca le prestó atención y cuando su mamá le decía que lo molestara solo la obedecía porque había aprendido a obedecer a su mayores, pero nunca había entendido el porqué le pedía eso.

Cuando llegó a la adolescencia siguió molestando al pobre niño porque no quería oír a su madre dándole un sermón del porqué debía molestarlo.

Para que su madre se sintiera satisfecha simplemente le decía algún insulto o lo hacía trabajar demás, cuando su madre no estaba solo lo ignoraba.

Una semana había pasado desde que Daniel fue ingresado al hospital. Ese era el día de la graduación de Estella y al día siguiente se mudaría a su nuevo departamento, ya tenía todas sus cosas ahí. Solo debía asistir a la pequeña celebración que sus padres le tenían y se iría.

También era el día que Sofía junto a sus dos hijas restantes se irían a vivir al otro lado de la cuidad.

-¡Mi niña, ven conmigo!- lloraba Sofía sobre el hombro de su hija mayor.

-Madre, ya te lo he dicho cientos de veces, no.

-Solo no olvides llamarme, ¿ok?- recomendó su padre.

-Sí, papá, me mantendré en contacto con ustedes.

-Hermana te extrañaremos- dijo Ellionor.

-Yo no.

-¡Que cruel!

Mientras tanto en el hospital, Daniel leía un libro que Mike le había llevado el día anterior, en esa semana Estella había llegado a visitarlo regularmente, ella le informó sobre el divorcio de sus padres.

No pedí nacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora