10- Ogigia

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Las partes en cursiva son textos sacados originalmente del libro 4 de Percy Jackson.

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El tiempo allí era tan relativo que no estaba seguro de si llevaba en Ogigia un mes o un año. Tal vez a algunos podría resultarles monótona la vida allí pero la verdad era que yo lo estaba pasando en grande. Poder desconectar por un tiempo de todas mis preocupaciones, conocer a una persona tan simpática como Calipso y estar rodeado de tanta naturaleza y mar...

Recuerdo que planté una flor y le dio tiempo a crecer, madurar y marchitarse mientras yo le hablaba a Calipso de Annabeth y de mi madre.

Pero en esos momentos en los que todo se quedaba en silencio, mi mente volaba al monte Saint Helens, a lo que ocurrió antes de que saliera volando por la explosión...

"-Ponte otra vez la gorra -dije-. ¡Y lárgate!

-¿Cómo? -chilló Annabeth-. ¡No! ¡No voy a dejarte aquí!

-Tengo un plan. Yo los distraeré. Tú puedes usar la araña metálica. Quizá vuelva a conducirte hasta Hefesto. Has de contarle lo que ocurre.

-Pero ¡te matarán!

-Todo saldrá bien. Además, no tenemos opción.

Annabeth me miró furiosa, como si tuviera ganas de darme un puñetazo. Y

entonces hizo una cosa que me sorprendió todavía más.

Me besó.

-Ve con cuidado, sesos de alga. -Se puso la gorra y desapareció"

Y entonces me parecía oler a limón en el aire, me parecían ver los destellos del sol achicharrante del Campamento Mestizo, me parecía oír el rumor de la vegetación del bosque del Campamento debajo de las pisadas apresuradas de los campistas jugando al Atrapa la Bandera.

Mi mente poco a poco fue creando la paradójica imagen de Annabeth, de mi madre, de Grover, Quirón, Clarisse, Beckendorf, incluso Nico, tirando de mí para sacarme de Ogigia y llevarme de vuelta a casa.

Y cuando vino Hefesto, supe que debía volver.

Calipso me pidió que me quedara, pero cuanto más la miraba, empezaba a parecerme más rubia, más bronceada, sus ojos se aclaraban pasando del verde al gris. Decidí irme antes de acabar de volverme loco.

Unas horas más tarde el bote me depositó en la playa del Campamento Mestizo. Estaba totalmente desierto. Me acerqué al anfiteatro al ver una gran columna de humo.

Aún no había llegado, cuando oí que Quirón hacía un anuncio. Al comprender lo que decía, me detuve en seco.

-... aceptar que ha muerto -expuso-. Después de un silencio tan largo, no es probable que nuestras plegarias sean atendidas. Le he pedido a su mejor amiga que haga los honores finales.

Llegué a la parte trasera del anfiteatro.

Nadie reparó en mí. Todos me daban la espalda y miraban a Annabeth, que tomó un largo sudario de seda verde con un tridente bordado y le prendió fuego.

Estaban quemando mi sudario.

Ella volvió su rostro hacia la audiencia. Tenía los ojos hinchados de llorar, pero acertó a decir:

-Era seguramente el amigo más valeroso que he tenido. Él... -Entonces me vio-. ¡Está allí!

Todas las cabezas se volvieron. La gente sofocó un grito.

No solo fueron novios [Percabeth One-Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora