Tú de mí y yo de ti

4.Vodka o Ginebra de fresa?

(Ana)

El concierto ya ha empezado cuando hemos llegado. La verdad es que no conocemos a los artistas  pero tampoco nos hace falta. Mientras que haya alcohol y música ya nos sirve.
-¿Quieres vodka con fanta de limón o ginebra de fresa con sprite?- Me pregunta Marc.
-Yo quiero vodka, que sube más rápido- dice Cristina.
-Yo prefiero ginebra- añade Sara.
-Yo también- Digo. Siempre empiezo por lo que más me gusta y así luego es más fácil beberse el vodka.
-¿Dónde lo habéis comprado, os lo han vendido, eso no es ilegal?-Pregunta Alex curiosa.
-Si y hasta nos lo han rebajado.- Responde Marc con ironía.
- No cariño, hemos ido al paki que vende a menores.- Le explico a Alex al ver su cara de incredulidad.
-Flipo, como los pillen veras.- Pobrecita, hay veces que es demasiado inocente.

Estamos bailando todos en una especie de semicírculo que hemos acabado haciendo. Todos cantamos a coro las canciones ochenteras, después de acabarnos la botella de ginebra estamos cada vez más animados. Me encanta cuando llevas el puntito pero no estas borracha, simplemente todo te parece más divertido y  esa vergüenza que tenías al principio se ha acabado evaporando.
Veo como los demás se divierten igual que yo, algunos se ríen, otros tienen sus lenguas ocupadas en bocas ajenas.
Necesito ir al lavabo, pero cuando dejo de bailar me parece que la gente da vueltas a mi alrededor, es ahí donde decido no beber más, no me apetece acabar perjudicada como otras veces. 
-Alex acompáñame al lavabo porfa.- Se que sabría llegar, el problema sería volver donde estan todos.
-Vale, voy.- Casi siempre es ella la que me acompaña.
Encontramos un lavabo decente en un bar de enfrente. Pedazo rima me acabo de marcar.
- Ojalá ser un tío. Enserio.- Digo al tener que hacer malabares para no posar mi precioso traserito en un váter asqueroso. Y ya cuando veo que no hay papel toca hacer el meneito. Que consiste en mover tus caderas para así no dejar tu ropa interior sucia, o al menos no tan sucia.
Salimos del lavabo, y en nuestro camino de vuelta al concierto vemos cómo la gente ya va muy pasada.
Intentamos buscar a un grupo de gente o simplemente una familia o incluso abuelos para pegarnos a ellos. Es una cosa que siempre acabamos haciendo ya que por desgracia en esta inútil sociedad dos chicas no pueden ir solas por la calle, ya sean las cinco de la tarde o las dos de la madrugada, sin que un hombre de cualquier edad te chille improperios, te persiga o incluso que te toque sin tu consentimiento. Así que como no encontramos a nadie lo único que podemos hacer es caminar rápido sin mirar a nadie a los ojos y tener el móvil pegado en la oreja haciendo que hablas con alguien.
Por suerte llegamos, y tras buscar con la mirada a nuestro grupo durante unos minutos los encontramos.

Madre mía, no sé en qué momento acabé bebiendo tanto, lo único que sé es que ahora todo está mucho más borroso, que mi cuerpo se tambalea sin yo quererlo y que todo me hace excesiva gracia.

Son casi las dos y el panorama de la fiesta ha cambiado. Los que antes se estaban besando están a punto de hacer un bebé, los que se estaban fumando toda la maría posible ahora están en una ambulancia porque a uno de ellos le ha dado un blancazo, la mayoría de los que estaban bebiendo vomitan por las esquinas y solo quedan muy pocas personas cuerdas. De todos nosotros la única consciente es Alex. En realidad todo aquel que me rodea se lo está pasando bien, a ver, tal vez la chica del pantalón tan corto como un cinturón que está vomitando cerca del árbol no lo está disfrutando. Pero es lo que hay, si eres un poco consciente de lo que te estas metiendo en el cuerpo, sabes cuales son las consecuencias.
La primera vez que bebí alcohol fue en casa de Cris, una noche de verano antes de empezar el instituto. Estábamos en su piscina cuando se nos ocurrió probar la sangría con fanta de limón, que habían hecho sus padres. Recuerdo las risas y como después de solo dos copas volvimos a la habitación y esta ya nos daba vueltas. Eso no lo consideré beber de verdad. Supongo que en realidad comencé a beber con 14 años y aunque parezca muy pronto, mucha gente de mi misma edad ya era experta en el tema. Las primeras veces bebía hasta que mi cuerpo me lo permitia, que no era mucho. Esa sensación me gustaba, la tranquilidad, las risas, los amigos... hasta que un día me pasé de la raya y dejó de parecerme bonito beber tanto. La verdad es que esa noche la tengo muy borrosa y  cuanto más tiempo pasa menos la recuerdo, pero aunque mucha gente me diga que debería arrepentirme de ese dia ya no lo hago.

- Ana, cariño, tienes que hacer un esfuerzo- escucho que me dice Cristina. I de repente vuelvo a la realidad y me doy cuenta de que estoy intentando subir las escaleras de mi casa. Yo sabía que me movía pero no que había llegado tan lejos.
- Va Ana, por favor, mueve el culo. ¿La última vez no dijiste que ibas a dejar de emborracharte? ¡Siempre acabas igual!- Alex es muy dura conmigo pero se que es porque me quiere y se preocupa por mi. Y más cuando se trata de mi salud.

En todas las fiestas en las que me he caído, he llorado, reido y vomitado siempre ha habido dos personas que nunca me han fallado Cris y Alex.
La diferencia de ellas es que Cristina ha sido como una hermana toda mi vida y las dos sabíamos que siempre estaríamos en los momentos más duros. Pero Alex aunque siempre nos hemos llevado estupendamente ninguna de las dos sabíamos que acabaríamos siendo tan imprescindibles la una para la otra.

Llego sana y salva a la cama, me meto directa sin esperar a nadie, y aunque la habitación parece una noria, hago el intento de dormirme. Cosa que no consigo hasta que me quito el pantalón, una extraña manía.
Estoy a punto de dormirme cuando escucho como Alex dice:
-Bona nit, os quiero.- Siempre lo dice antes de dormirnos. Supongo que ya se ha vuelto costumbre.
-Bona nit, y yo- Le respondo ya que Cris está desde hace rato entre los brazos de morfeo.