En el trabajo, quieren promover como gerente a Martín, pero él rechaza la oferta porque añora su jubilación y la paga resulta ser la misma que la de su pensión.
Durante varios meses, Martín y Avellaneda se encontraban en el departamento por las tardes. La relación entre ellos fue madurando y tornándose más amorosa. Hablaban mucho sobre sus vidas y sus percepciones. El 28 de junio tuvo lugar el hecho más importante en la vida de Martín, él le pedía a Dios porque su relación con Avellaneda durara. Nunca en su vida, ni con Isabel ni con nadie, se había sentido tan cerca de la gloria. Piensa que Avellaneda es como una horma que se ha instalado en su pecho y lo está agrandando, lo está poniendo en condiciones adecuadas para sentir cada día más. Tiene ternura y se siente orgulloso de tenerla. Su relación era pura, sincera y feliz.
Una tarde, Avellaneda no fue al departamento porque sentía que le iba a dar gripe, así que Martín la dejó a dos cuadras de su casa, pues ella temía que su padre se enterara de su relación. Martín la extrañaba mucho durante el trabajo, estaba muy acostumbrado a ella y es entonces cuando descubre que desea proponerle matrimonio. Blanca aprueba la decisión de su padre y lo apoya.