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Dib miró hacia arriba por enésima vez ese martes 15 de Diciembre: todas sus miradas estaban dirigidas sin parpadeo alguno a prestarle una atención perturbadora al cielo oscuro de medianoche. Anotó en su libreta unos cuantos garabatos temblorosos y descentrados a causa de su falta de vigilia a las letras que planeaba plasmar. El aire frío le calaba hasta los huesos y le quemaba dolorosamente cuando inspiraba por la nariz; se formaban graciosas esferas de vaho que pronto se deformaban y deshacían en el ambiente, cosa que en los inviernos de su más dulce y tierna infancia le había dado sonrisitas y risas dulces cuando lo observaba salir de su boca. Tembló mientras sonreía ante el recuerdo recién llegado a su mente, forzándose inmediatamente a cubrir su boca con la bufanda antes de que cogiese un resfriado (Al menos uno peor del que ya tenía) y no pudiese continuar con la investigación; investigación que ni siquiera era suya propia. Un suspiro salió de su boca antes de que sus pies adormilados trataran de sostenerle en su intento para levantarse del tejado: con libreta en mano y temblores suaves recorriéndole el cuerpo, bajó al primer piso y entró por la ventana de la cocina, corriendo luego al sótano en el cuál esperó encontrar a su padre.

¡T-Tengo los... los resultados! - Sus dientes castañeteaban, más sin embargo no había suficiente tiempo dispuesto a ser perdido por el lloriqueo de un niño que buscaba un poco de calor, ni siquiera sabían con seguridad cuánto era el tiempo que quedaba. Membrana volteó en su silla giratoria, observando a Dib tras las gafas que siempre llevaba; estiró su brazo cansado para alcanzar la libreta que su hijo le extendía.

Hm... ¿Entonces están más cerca hoy? - Preguntó dirigiéndole una mirada, y aunque Dib no podía ver los ojos de su padre observándolo fijamente, sin duda alguna podía sentir la tensión que siempre le transmitía su mirada autoritaria y seria. Asintió enérgicamente, metiéndose las manos enguantadas con mitones en los bolsillos para tratar de calmar el dolor imperceptible en sus dedos ya entumidos.

¡Lo están! No sé precisamente cuánto, pero desde el ángulo que da el tejado, se ve que Deimos está casi llegando a la punta de la veleta en la casa de la Sra. Smacky - Los cristales de sus gafas estaban empañados y eso le complicaba aún más distinguir los objetos (Más aún que sus ojos somnolientos a punto de cerrar los párpados). Su padre hizo una mueca antes de asentir en silencio, pareciendo así terminar con la conversación; Dib se dispuso a marchar, subiendo de uno a uno los escalones de madera vieja y gastada con ayuda de la barandilla. Su padre llamó su atención con un llamado a su nombre cuando estaba por salir de la habitación.

Gracias por las notas Dib; Has trabajado muy duro... espero que entiendas las razones de todo esto - Y cuándo Membrana lo pronunció con esa voz cariñosa tan impropia de él, Dib sintió una sonrisa apareciendo súbitamente en sus labios. Nunca antes nadie que recordara le había dado las gracias por algún trabajo realizado, y ahora, su padre realmente parecía haber estrechado lazos con él: Era sin duda lo único bueno de todo este lío. Se volteó conmocionado por las palabras, más no pudo agradecer pues su padre continuó hablando - Deberías ir a dormir ahora. Sin duda se ha hecho bastante tarde...

No contestó a eso por temor de molestarlo, y tan sólo decidió sonreír satisfecho y correr a su cuarto. Subió las escaleras principales con cuidado, tratando de no despertar a su hermana que de seguro ya estaba durmiendo... o en realidad no, pero no querría ruido alguno que perturbara su concentración durante alguna partida o algo así. Con destreza y cuidado, llegó a su habitación sin ruido alguno, y cuando estuvo seguro de que la soledad y el actual silencio de su habitación no podría perturbar a nadie tras la puerta cerrada tras de sí que daba al pasillo, entonces, la sonrisa en su rostro se contrajo lentamente hasta desaparecer sin dejar rastro al final.

Se deslizó con la espalda contra la puerta hasta llegar al piso, en dónde se acurruco en si mismo tratando de esconderse; tan sólo no contuvo más el deseo de quebrarse en mil pedazos; los mil y un pedazos en los que ya se había roto alguna vez años atrás y los que trataba de reconstruir cada mañana para que nadie notara jamás la inestabilidad y vacío que sentía dentro de sí... pero no importaba cuánto pretendiera, porque sabía que nunca podría volver a ser alguien: que ni siquiera podría volver a ser el penoso ser humano que había sido antes, y lo sabía, porque una pieza faltaba en el complicado rompecabezas de piezas quebrantadas que era su vida y su alma; la más importante y la que no lo dejaría vivir tranquilo jamás...

Y esa pieza era su corazón

El corazón que una vez había cedido a alguien ajeno; el que esa persona se había llevado consigo en un viaje interminable y lejano a los rincones recónditos de la galaxia... o al menos algo así había escuchado en los momentos en que sus gritos desgarradores no interrumpían las palabras del contrario. Su rompecabezas de inestabilidad para reconstruir una sonrisa en su rostro no podría concretarse jamás, y eso era porque su corazón no tan solo había sido robado, si no más bien lo era porque su corazón ya no era una personificación de sus sentimientos en algo que siempre le había parecido ridículo, si no que ahora era una persona: era el ladrón hostil dueño de la perfección encarnada, él era sin duda lo que faltaba para completar el maldito puzzle.

Cayó al piso regado de ropa desorganizada con la que tropezaba cada mañana, llorando a mares. Tragó por la garganta los gritos que querían salir, mientras lanzaba con frustración las gafas de marco redondo por algún lugar de la habitación: no sería su problema encontrarlas después de todo, podía tomarse la libertad de dejárselo al Dib del futuro. No sería su problema saber cómo ocultar los párpados rojizos al día siguiente, claro que no: lo sería para el Dib del futuro. No sería su maldito problema llorar tanto hoy, que mañana no sabría cómo unir con cinta adhesiva cada parte de su destrozado ser: ese si que sería un problema para el Dib del futuro, y ¡cuánto se lamentaba de ese pobre chico! tanto que lo único que deseaba era no despertar al día siguiente y no tener que encarnar al desdichado futuro él, no tener que volver a encargarse de rearmarse a si mismo cada día... pero huir de ese modo no era opción, y no podía serlo precisamente por la misma razón por la que todo estaba así: le había prometido a su más grande tragedia mantenerse en píe hasta su regreso... regreso que parecía sin duda nunca posible.

Se arrastró por la habitación hasta alcanzar su cama deshecha, trepando hasta ella y dirigiendo su vista al exterior de la ventana, y es que el exterior tampoco tenía un futuro demasiado prometedor; La noche no apagaba aún en la más oscura de sus horas al color rojizo que se veía en la distancia... el caos estaba llegando, y mucho peor que nunca antes...

El cielo se caería a pedazos sobre todos en cuestión de semanas

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Este es el que pretendo será mi fanfic para el concurso ZaDr en facebook!

• Veleta: Artefacto de metal que se pone en el tejado para que gire y marque la dirección del viento

• Mitón: Guante con los dedos unidos

• Deimos: Satélite de Marte

disturbia   -   ⌠zadr⌡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora