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Dib observó el techo fijamente, cómo si su vida se fuese en ello; sus ojos comenzaron a encontrar formas conocidas a las manchas que allí habían, las mismas que de vez en cuando parecían encarnar sus pesadillas queriendo devorarlo vivo, mientras que él se mantenía incapaz de escapar, enfrentando con valentía falsa el terror que le enseñaban las formas vivas que parecían querer volverlo loco. El miedo le pasó la cuenta, y sin querer pensar más en sus problemas prefirió cambiar de posición y tratar de conciliar el sueño: el hombro derecho apoyado en el colchón y la vista pegada a la pared no le parecía una posición cómoda en lo absoluto, por lo que prefirió voltear al lado contrario y de este modo observar la habitación.

Le cayó como un balde de agua fría la visión del desorden en la habitación, tanto así, que los labios llegaron hasta a temblarle; desde el ángulo de la cabecera de la cama, la habitación parecía un agujero desordenado y pestilente, un lugar que podría ser hasta representación viva de lo que sentía en su interior. La pesadez de la frustración también le cayó encima, llevándolo a pensar que definitivamente no podía seguir viviendo en ese estado; ni interior ni exteriormente. Y es que ya estaba harto de tener que sufrir cada noche y rearmarse cada mañana: completamente harto de pasar los posiblemente (y diciendo posible con real positivismo, porque estaba seguro de que lo serían) últimos días de su vida sufriendo por alguien que tan sólo lo dejó... y aunque seguiría herido y dañado, trataría con todas sus fuerzas de encontrar algo más por lo que vivir. La depresión la llevaba encima desde que tenía memoria, iniciando por el bullying continuo en la escuela y pasando por la ida de Zim, ¡Pobre de él, que se hacía llamar el defensor del planeta Tierra y no podía ni siquiera soportar un golpe! Pobre de ese niño que tanto había sufrido toda la vida... pobre de todo lo que tuvo que ocurrir para que por fin todo pareciera unirse y cobrar sentido; Él, Dib Membrana, salvaría a la Tierra de su destrucción inminente para salvarse a sí mismo también, y nada ni nadie podía cambiar su parecer.

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Bajó a desayunar a la mañana siguiente con la libreta en el bolsillo derecho, algo desabrigado por el calor extenuante que hacía ese día. Se sentía tranquilo y satisfecho (cómo cada mañana, sólo que esta vez un poco más) y tan pronto como vio a su padre, se dirigió corriendo a mostrarle los datos que había recolectado durante la noche. Su misión era simple; Climatología un tanto avanzada durante las noches, en las mañanas tele-comunicador, y en los atardeceres algo similar a un astrónomo. Las ciencias y diversas aficiones que tenía ayudaban a que el hijo de Membrana, más que un loco, fuera realmente un genio.

Mientras su padre trataba de crear soluciones y su hermana gestionaba las listas de materiales y tareas, Dib se ocupaba de tareas pequeñas y "simples" que pudieran asegurar la vida en lo poco que quedaba del planeta antes de que su padre diera con una solución que los librara de la muerte. Todos los científicos estaban unidos por el bien común, y mientras ellos se ocupaban de lo importante, Dib trataba de mantener a salvo a la población común de la Tierra con seguridad diaria.

¿H-...h-ola? ¿Hola? ¡Hola a todos! Esta noche la temperatura alcanzará los 9°C, y mañana, se hará una alineación con una de las grietas en la estratosfera cerca de las 3:00 P.M, por lo que recomendamos activar el domo en su residencia desde la mañana; ¡No salga de su domicilio por favor! El clima será caluroso toda esta semana, así que procure encender el aire acondicionado. Sin más que decir, fin del comunicado - Soltó la respirar contenida cuando terminó de hablarle al micrófono del escritorio: aún después de tanto tiempo, seguía avergonzadole cometer algún error mientras hablaba. Se rió de si mismo con entusiasmo, volteando en la silla para dar frente a la habitación que había terminado de arreglar minutos antes de comenzar con su tarea matutina: puntual como siempre.

Bajó los peldaños de la escalera pensando que era hora de dar un paseo, puesto que no tenía nada más que hacer en lo que restaba de día; se despidió de Gaz y sin más dilación salió a la calle con una sonrisa en la cara (hubiese sonreído más si no hubiese sido por el calor), pensando en cómo podría mejorar su vida ahora: tanto por hacer y por vivir... costaba un poco creer que no podría ni siquiera cumplir 18 años antes de que el tiempo se agotara y el planeta se sumiera en destrucción y caos, pero tampoco es que hubiera algo más que pudiera hacer para evitarlo. Su vida era así ahora, y estaba conforme de algún modo con ello; en la mañana revisaba los resultados del clima para el día siguiente y los comunicaba al mundo para tratar de prevenir sorpresas climáticas o accidentes, quedaba libre de hacer lo que gustara todo el día restante, y en el atardecer subía al tejado para observar si había cambios en los planetas. No era para nada como solía ser, pero ya se había adaptado a ello; disfrutaría con una sonrisa cada momento que le quedara antes de que tuviese que morir.

Caminó con soltura, observando con curiosidad el paisaje de la calle como si lo viese por primera vez; el buzón de la casa de Zita, los gnomos en el jardín de Gretchen, y hasta el color peculiarmente horrible en la casa del niño que hacía deporte. Todo eso lo observó con detenimiento, sintiendo la necesidad de fotografiarlo y así poder observarlo cada día, incluso en el "más allá". Sonrió una última vez, antes de que sus pasos lo llevaran al final de la calle, en dónde una visión horrible se hizo presente: La casa de Zim estaba frente a él.

Dib convirtió su sonrisa en una mueca de desagrado cuando observó la casa agrietada y vieja, que aún así daba el mismo sentimiento sobrecogedor que la primera vez. Sacudió la cabeza al pensar en el temor que le producía; ¡No podía afectarse por un edificio antiguo, ni siquiera recordando a su anterior propietario! Estaba superando todo por fin, y no dejaría que el ex-hogar de un tonto extraterrestre volviera a hacerlo caer. Se aproximó al lugar con paso firme, girando la perilla y evitando unas cuantas astillas que cayeron del marco de la puerta cuando se dignó a abrirla; su mente repetía interminablemente palabras de ánimo para superar esa etapa, y sabía que no había prueba más fidedigna que estar de pié en el mismo lugar en el que su yo de 12 años había estado alguna vez.

Paseó sus pies con lentitud por la alfombra sucia, prestando atención a las paredes chorreadas y llenas de moho; el planeta había sufrido de cambios de temperatura drásticos durante los últimos años, esa podría ser la razón del desgaste precoz. Se adentró poco a poco como siempre había querido, y tal como sus deseos le ordenaron, terminó por bajar al laboratorio subterráneo.

Quizá haya algo de ayuda aquí abajo... - pensó, tratando de disimular ante sí mismo su deseo de explorar un lugar tan recóndito como ese. Su vista se paseó sobre el lugar con cautela, tratando de evitar ser encontrado por alguna posible criatura amenazante que tuviese la base como refugio; se dispuso a caminar después de comprobar que estaba solo, y entre vidrios quebrados y tubos de experimentos agrietados, sus pasos lo llevaron frente a la gran pantalla apagada y fría. Hipnotizado, dirigió su mano al cristal, completamente absorto del gran tamaño del objeto.

Soltó un grito estruendoso cuándo la estática comenzó a sonar desde los altavoces laterales; sus ojos se abrieron con sorpresa, mientras su mandíbula perdía toda fuerza que tenía para mantenerse cerrada...

Zim lo estaba mirando fijamente

disturbia   -   ⌠zadr⌡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora