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Le costó conciliar el sueño esa noche: tan solo observaba la ventana y temblaba de terror al ver el cielo rojizo en el exterior de ella. Estaba muy confiado hace unos días respecto al tema "fin del mundo", pero ahora que faltaban tan pocos días para el colapso, no podía decir lo mismo con la misma despreocupación de siempre.

Las miradas y la expectación estaban fijadas en el Profesor Membrana desde hace años, quién para la desgracia de todos, aún no anunciaba ninguna solución eficiente para solucionar el problema (ni siquiera salía del subterráneo. Dib creía que era la única persona que aún tenía contacto con él) contingente, y a esas alturas, Dib comenzaba a creer que ya no lo haría...

Quería correr a refugiarse en los brazos cálidos de alguien que lo quisiera y olvidarse completamente de todo ese asunto. ¿Por qué no podía tan sólo tener una vida común y corriente? ¿Por qué era obligado a vivir en esas condiciones? Sabía que siempre había deseado una aventura única y paranormal, pero lo que estaba ocurriendo era demasiado; al destino le gustaba jugar sus tramposas cartas contra él, y lo tenía muy claro desde hacía tiempo. Parece que lo único claro en su futuro era su eterna infelicidad...

Al menos para algo serviría que terminara su vida

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Despertó al día siguiente sin saber cuándo ni cómo el sueño lo había hecho caer en sus redes vertiginosas. Separó los párpados con pesadez, bostezando y estirando su cuerpo lo más que pudo para comenzar el día de la mejor forma posible. Se levantó de la cama aún somnoliento, tratando de darse ánimos para ponerse de pié aún con la gélida temperatura de la habitación; con los dientes castañeteando, se apresuró al baño en busca de una ducha tibia, y luego de ello planeó volver a su habitación en una carrera apresurada y ágil para vestirse finalmente.

Trató de apresurarse en la ducha, más parecía que era el único despierto a esa hora (aunque en realidad era un horario bastante razonable para estar despierto). Después de un suspiro, a la vez que sus ojos se cerraban evitando el daño del agua en ellos, decidió que la medida más razonable sería tomar un descanso.

Había pasado los últimos años en una montaña rusa emocional que sin darse cuenta lo había agotado demasiado. Gatillado por Zim y seguido por la proximidad del fin del mundo; sabía que por reflexionar y tomarse un descanso no cambiaría nada, incluso cuando saliera de la ducha, volvería a esa actitud cansada y estresada por todo (Obviamente lo estaría... pero quizá debía relajarse un poco) que quería cambiar. Abrió los ojos con la cabeza gacha, saliendo de la ducha y poniéndose la bata que había llevado (después de secarse) para volver a su habitación. Cuando llegó, su vista se clavó de frente con el calendario que había pegado a principio de año en la pared, marcando en el la fecha del término de la vida en el mundo; se acercó con sigilo, gateando sobre su cama para quedar más cerca del calendario... levantó las páginas una a una, llegando finalmente al mes correspondiente, en el que con estupor, se topó con uno de los números encerrado en destacador rojo. Inhalo con fuerza por tal sorpresa, buscando a tientas su celular para ver la fecha del día, y cuando lo hizo, cerró los ojos con frustración e ira.

Faltaban tres días para el final; faltaban tres días y no había solución alguna por parte de nadie. Membrana seguía escondido en el subterráneo sin dar señales de vida, y ninguno de sus científicos de apoyo daba señales de avance alguno tampoco.

Dib trató de negárselo: negarse de que tan sólo moriría allí sin que nadie haya si quiera intentado algún método loco que lograra impedir la catástrofe. Claro; nadie hizo nada porque el mismo Profesor Membrana lo pidió, exclusivamente manifestó que dejaran todo en sus manos, porque lo resolvería lo antes posible... y ahora la fecha límite estaba pronta a terminar, todo por haber confiado más de lo que debían.

Dib terminó de atar las cintas en sus zapatillas y salió corriendo de su habitación de inmediato, tropezando un poco al abrir la puerta de la habitación, más no cayendo al piso jamás. Bajó la escalera de dos en dos, tratando de llegar lo más rápido posible al primer piso; quizá se retrasaría un poco en el anuncio matutino, pero eso no importaba, pues debía primero enfrentarse a su padre.

El adolescente corrió a la puerta que derivaba al subterráneo, tomando valor para abrirla y presentar a su padre sus quejas. Se acercó al pomo con temblores recorriéndole, más antes de tomarlo la puerta se abrió y lo derribó. Su padre apareció tras la puerta con una emoción radiante, mientras Dib lo observaba desde el piso.

Lo tengo niños... por fin lo tengo - Exclamó con emoción, divulgando por el aire las variadas emociones que de seguro sentía en ese momento; alivio, felicidad, conformismo...

Ambos de sus hijos pusieron atención a su padre recién aparecido; tenía buen aspecto a pesar de haberse quedado tantas noches en el sótano encerrado... de seguro que hasta ya tenía una mini casa puesta allá abajo. Dib se levantó del piso y procedió a cuestionar lo que ya había decidido.

Quedan tres días, padre. ¿Qué haremos? - No lo miró a los ojos al principio por temor, más luego le fijó la mirada encima con una decisión que el hombre sólo recordaba haber visto una vez... y cuando había ocurrido, nadie había podido controlar al muchacho de lo que sea que hubiese decidido hacer. Membrana hizo un ademán con la mano, sonriendo bajo el cuello de la bata científica impecable y dirigiendo a la mesa en la que Gaz comía el desayuno. Palmeo la silla a su lado indicándole a Dib que tomara asiento, y cuando éste lo hizo, comenzó a hablar.

Hice un teletransporte; por fin, después de tantos años di con la combinación perfecta para hacerlo funcionar. Comprobé que el portal es útil, y estoy seguro de que lo será también a años luz de distancia... en seres humanos también ha sido probado, y si el sujeto es rechazado entonces el marco del portal encenderá luces de alarma... lo clone las veces suficientes para que cada ciudad del planeta tenga uno, y ahora que todos los preparativos están listos sólo falta... - Comentó todo con un ánimo que ninguno de los jóvenes había visto jamás en el rostro ni las palabras del hombre, tanto así, que fue una gran sorpresa cuando su ánimo decayó de golpe y se quedó repentinamente sin palabras, al igual que el lejano día de la convención. Dib se aturdió bastante por el actuar de su padre, y preocupado, acercó su mano para sacudir el hombro de Membrana; este reaccionó nuevamente antes del contacto - ...falta llevar los otros lados de los portales al planeta que elegí para ello... es por eso que, por favor te lo pido Dib; trae a ese supuesto alienígena amigo tuyo

Membrana ahora parecía desesperado: volteándose hacia el muchacho con preocupación y necesidad, enfatizando enormemente el hecho de necesitar la ayuda del que nunca creyó alienígena real. Dib casi se ahogó con el aliento que había inhalado de golpe al oír aquello; ¿Qué haría si Zim no iba? ¡Todos morirían de todos modos! Membrana se había arriesgado mucho, y ahora que casi se acababa el tiempo, dejaba con toda la responsabilidad al pequeño niño loco.

Dib lo pensó un momento: la nave de Tak no sería lo bastante rápida ni grande para llevar tantas de esas máquinas (una por cada ciudad del mundo), así que si quería salvar a todos debía hacerlo.

Debía ser la nave nodriza, la inmensa...

Debía tener la ayuda de Zim

disturbia   -   ⌠zadr⌡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora