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Me tumbé de cara en la cama. Miles de pensamientos pasaban por mi mente. ¿Acaso Bryan me gusta? El jamás se fijaría en mi de esa manera, es irreal. Me la paso genial con el, puedo ser yo misma y no quiero arruinar eso con estúpidas bobadas de amor. Me acomodé en la cama y cerré los ojos. El chillido de la puerta abriéndose me desconcertó pero opté por hacerme la dormida.
Sentí como la esquina de la cama se hundió indicando que alguien se había sentado ahí. Una suave y delicada mano comenzó a sobar mi cabello y me relajé. Mamá.
- Mi niña, ya estás creciendo.- Depositó un beso en mi cabeza y se marchó sin hacer ruido.

(......)

-Ally iremos a mi casa después de clases, ya sabes día de chicas.- Chillé emocionada tomando mi almuerzo. Me giré buscando una mesa pero todas estaban llenas, este comedor es un asco.
- Lo siento Miah, ya quedé con Joe para ir al cine.- hizo un puchero. Rodé los ojos y me senté al lado de André, Ally se sentó frente a mí, quedando al lado de Bryan.
Comencé a comer mi hamburguesa rápidamente, quería irme de ahí lo antes posible.

-Miah- susurra Ally buscando mi atención.
La ignoré por completo. Desde que tiene novio ya casi ni tiene tiempo para mi, me rechaza todas las salidas, apenas sé sus cosas. Siento que somos amigas de escuela nada más.
- Y.. ¿Que harán está semana?- Habló André intentando romper el silencio incómodo.
- Cine con mi novio- imité la voz de mi mejor amiga y me marché dejando a todos confundidos, especialmente a Bryan.
Inventé una excusa a la directora y me marché a casa. Aveces puedo ser totalmente dramática pero no me importa.
Abrí la puerta y dejé caer la mochila en una esquina. Alcé la mirada y veo a mis padres bajando las escaleras con maletas en mano. ¿Eh?
- ¡Miah! ¿Saliste temprano hoy?- Me saluda mi madre energética.
Aún confundida la abracé.
- Eh si... La maestra se sentía mal y nos dejó ir-
- Pues me alegra que hayas llegado antes, de no ser así no podríamos despedirnos ya que ésta mañana saliste como loca - rió.
- ¿A donde van?-
- Cariño, ¿ya lo olvidaste? ¡Nos vamos a Las Vegas!- Chilló mi madre emocionada.
Y ahí lo recordé. Prometo que ésta será la mejor semana de mi vida.

Horas más tarde luego de repetidas charlas de comportamiento y de "no abrir puerta a extraños" mis padres se despidieron de mi. Me despedí agitando mi mano mientras veía como el taxi se alejaba cada vez más. Emocionada corrí hacia la sala, encendí la televisión y me hice palomitas. Estaba disfrutando de un maratón de mi serie favorita cuando tocan la puerta. Abrí los ojos de par en par y me acerqué para ver quien era.
¿Bryan? Abrí la puerta estupefacta.
- ¿Qué haces aquí?-
- Wao, si estoy bien gracias. ¿Y tu?- Dijo sarcástico.
Reí y lo golpeé suavemente en el hombro.
- Lo siento pero en serio, ¿qué haces aquí?- Dije riendo.
El rascó su nuca nervioso.
- Estaba aburrido y pues... Estaba pasando por aquí y me pregunté... que si estabas ocupada. O tal vez podría... eh..-
Tomé su mano y lo arrastre hacia adentro.
Su mirada era confusa pero la ignoré. Tomé el bote de palomitas y me senté nuevamente en el mueble. El imitó mi gesto y cogió palomitas.
-¡Ey! ¡Son mis palomitas!- Reproché escondiendo el bote bajo mi camisón.
El soltó una carcajada y tomó el control remoto. Como si fuera su casa o su televisión, cambio el canal y puso una película de misterio. Sorprendida por su atrevimiento se me ocurrió una idea. Me levanté del asiento y me senté justo a su lado casi encima de el. Saqué el bote de palomitas y comencé comer como si nada. Bryan me miraba confundido pero a la vez con una pequeña sonrisa plantada en sus labios. Lo miré a los ojos, tomé una palomita y la acerqué a sus labios. El abrió la boca lentamente y comió la palomita. Su mirada cayó a mis labios. Yo sólo miraba sus perfectas facciones, sus ojos, su cara. Bryan es un chico guapísimo pero no quiero caer en su juego, no quiero ser una más. Sus labios estaban a punto de rozar los míos. Negué con la cabeza y me levanté bruscamente.
-¿Está todo bien?-
Este chico está poniéndo mi mundo de cabeza.

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