Capítulo 18: Una tímida cita

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Al día siguiente, Alice iba llegando al albergue. Llevaba consigo un contenedor de comida. Su enojo ya se había esfumado así que pensó que lo mejor sería disculparse con Hanz por lo que había sucedido la última vez que se vieron.

Al terminar de bajar la escaleras, vio a Hanz que iba saliendo de su habitación, quien al verla se quedó quieto. Ella se dispuso a aproximarse a él.

— Hola— dijo un poco apenada — ¿Cómo estás?

— B-bien— respondió él un poco sorprendido.

— Yo quería... uhm... disculparme por lo del otro día... No debí...

— No te preocupes— dijo él interrumpiéndola mientras a su mente se venía la imagen de ella besando a aquel otro joven.

— Insisto— dijo ella, sin tener idea de lo que pasaba por la mente de Hanz en ese momento, para luego mostrarle aquel contenedor —Hace tiempo te prometí traerte mi cacerola especial.

Hanz tomó con su zarpa aquel objeto mientras veía sorprendido a la joven de cabellos castaños quien se veía apenada.

— Entonces... ¿sin rencores? ¿Todo bien entre nosotros?— preguntó ella tímidamente.

— Sí— respondió él.

Pero nada estaba bien en la mente del joven león. No podía borrar aquella imagen de ella besando a aquel hombre de traje, y lo peor era que eso lo hacía sentir incómodo.

Por su parte, Alice, tímidamente bajó la mirada.

— ¿Estuviste anoche cerca de mi apartamento, verdad?— preguntó mientras se acomodaba un par de rizos detrás de su oreja —Me imagino que viste...

— Lo vi todo— dijo interrumpiéndola.

Alice, ya nerviosa, estaba a punto de decir algo más cuando de pronto Sally llegó bajando rápidamente por las escaleras; lucía en verdad espantada. Ambos se asustaron de verla primeramente ahí, siendo que era su día libre, y más al verla tan perturbada.

— Alice, ¡Gracias a Dios estás aquí!— exclamó llena de angustia.

— ¿Qué ocurre, Sal?— preguntó ella preocupada.

— Ma... ma...— empezó a tartamudear la joven de cabello negro.

Alice miró a Hanz preocupada quien le devolvió una mirada igual. Pensaron que probablemente algo malo le había pasado a Mary y la chica estaba demasiado nerviosa para decirlo.

— Tranquilízate, Sal— dijo Hanz preocupado de verla en ese estado —¿Qué pasa?

— Ma... Ma... ¡Mauricio!— exclamó por fin.

— ¿Le pasó algo malo?— preguntó Alice asustada y preocupada.

— ¡Me... me invitó a salir!— exclamó mientras la cara se le ponía roja como un tomate muy maduro.

Alice miró a Hanz a los ojos quien solamente lanzó un suspiro de alivio para luego mirar enojado a la mujer de cabello negro.

— ¿Y por eso llegas haciendo tanto drama?— preguntó él un poco molesto.

— ¡Hanz!— protestó Alice dándole un manotazo en el brazo, muy cerca del hombro.

El joven león meneó la cabeza y se dispuso a retirarse rumbo a su habitación otra vez. En cuanto ambas chicas se quedaron solas, Alice se percató que Sally se moría de nervios.

— ¿Qué voy a hacer?— preguntaba a punto de llorar — ¡Nunca antes he salido con nadie! ¡No sé qué usar o qué decir! ¿Y si piensa que soy aburrida? ¿Y si lo arruino? ¿Y si...?

Un Momento En El TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora