El sacerdote estaba muy sereno al haber escuchado lo que Hanz había dicho, o más bien no había dicho, sin embargo no dejaba de mostrarse un poco sorprendido ya que esta era la primera vez que él mostraba el sentir algo así por alguien.
— ¿Y piensas decírselo?— preguntó el clérigo después de un rato.
— ¿Con que fin? No es como que pudiésemos estar juntos de todas formas. No estaría bien.
— ¿Qué te hace pensar que esto no está bien?
— ¡Porque no soy como ustedes!— expresó en voz alta, exasperado — ¿Cree que no estoy consciente de lo diferentes que somos? ¿Cree que no sería extraño que alguien como ella y alguien como yo estén juntos? ¿Qué podría salir de eso?
— Pues todo parece indicar que a ella no le importa en lo absoluto.
— ¡Pero a mí sí me importa!— exclamó nuevamente frustrado para luego dar un suspiro de resignación —No soy nadie para complicarle la vida.
— No deberías ser tan duro contigo mismo, Hanz— dijo el sacerdote con tranquilidad —pienso que esto es algo magnífico.
— ¿Cómo puede ser magnífico esto?— preguntó desesperado alzando un poco la voz — ¿Qué tiene de magnífico querer a alguien y no poder estar con ella ni darle la vida que se merece?
— Lo es porque, en todo el tiempo que llevo de conocerte, nunca te vi así, sintiendo algo por alguien que no fuera desconfianza y ahora estas sintiendo algo que, a mi parecer, es lo mejor que un ser humano puede experimentar.
— ¿Un ser humano?— preguntó con ironía —No se ofenda, Padre, pero ¿no escuchó nada de lo que le dije?
— A pesar de tu aspecto has demostrado tener más alma que muchas personas que he conocido, Hanz— respondió con tranquilidad —Y eso te hace tan humano como cualquiera.
— Ojalá eso fuera cierto— suspiró con decepción —Pero usted y yo sabemos que no es así.
— ¿Entonces asumo que vas a quedarte tranquilo el día que ella decida formar un hogar ya sea con ese tal Peter o con quien sea?
Hanz sintió como si le hubieran echado un balde de agua fría en la espalda al escuchar eso.
— Como ya se lo dije: ¿qué otra opción tengo?— preguntó con un tono de tristeza en la voz —. Ruego no estar ahí el día que eso pase
Mientras tanto, en el departamento de Alice, ella y Peter estaban en el sillón de la sala de estar, abrazados y besándose. Joss no estaba, ya que había intercambiado su guardia en el hospital con la de otra compañera, así que tenían el lugar para ellos solos.
— ¿Segura que tu amiga no va a llegar de pronto?— preguntó él entre besos.
— Sí— respondió ella de igual manera —No llegará hasta mañana a las seis.
Peter, besándola más apasionadamente, recostó a Alice sobre el sillón mientras acariciaba su pierna suavemente. Ella, abriendo los ojos asustada, dejó de besarlo y trató de apartarlo de sí.
— No, Peter, espera...
— ¿Qué sucede?— preguntó él besando su cuello —No te preocupes, vengo preparado.
— No... En serio... Detente— dijo ella insistiendo en apartarlo.
El joven, bastante frustrado por esa interrupción, se incorporó un poco mientras ella también lo hacía.
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Un Momento En El Tiempo
RomanceAlice Harper es una chica de veinticuatro años que acaba de comenzar a trabajar en el Departamento de Servicios Sociales en la ciudad de Pinnant Coast, un trabajo que, sin saberlo, cambiará su vida para siempre, pero no por las razones que ella se i...