18. Chambean chambean pero no jalan

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Cuando mis pies tocaron la carretera, pequeñas piedras se hicieron escuchar bajo mis zapatos, y mientras más caminábamos, más se escuchaban.

El frío aire envolvía nuestros cuerpos debido a la altura en donde nos encontrábamos. Era un tipo montaña rodeado de piedras y unas partes con áreas verdes lo decoraban. Era una carretera, que para serlo, pocos autos la recorrían.

Mi novia se mantenía en silencio mientras observaba todo el lugar con un toque de melancolía en su rostro, intenté hacer lo mismo que ella pero nada se me hacía familiar.

—Este es un atajo al aeropuerto, pocas personas lo conocen y por eso no es tan transitado por los autos —habló de la nada, fijé mi mirada en ella.

—Lo noté—

—¿Ves aquello? —preguntó la peli azul apuntando la gran marca de impacto que había en al menos cinco barandas grises que delimitaban a la carretera.

—Ajá —le afirmé con el ceño fruncido, tomó mi mano y juntas caminamos hasta quedar al frente de lo destruido, cerca del barranco. Un vértigo recorrió mi espina dorsal haciéndome tragar en seco.

—Aquí fue en donde impactó el vehículo en el que estábamos tu y yo —su voz se apagó de a poco, mi garganta se cerró y las ganas de llorar se asomaban —Incluso aún quedan restos de vidrio de la parte delantera del auto por donde salí impactada —dijo y de pronto soltó una carcajada nerviosa —No sé como fue que no caí por el barranco.

—Amor... —intenté decir pero su voz me interrumpió.

—No recuerdo muy bien el motivo por el cual pasó el accidente, ni mucho menos como fue, solo puedo recordar los sonidos de las ambulancias y a muchas personas desesperadas gritando que nos sacaran del auto —su voz se rompió, las lágrimas salían de su rostro y sin darme cuenta, las mías imitaban su acción.

Mi corazón se estrujó al ver a mi novia en ese estado, no era mi intención hacer que llorara, ni mucho menos hacerla sufrir de esta forma, solo pensaba que tal vez viniendo a este lugar podría ayudarme a recordar como sucedieron las cosas, pero mientras más hablaba Poché menos recordaba.

—Que estabas sangrando... que estabas atorada por culpa del cinturón de seguridad, que no reaccionabas —sollozó —Son algunas cosas que recuerdo que decían los paramédicos cuando llegaron por nuestro rescate —su vista estaba fija en el lugar del impacto, mientras que mi cuerpo estaba entumecido por sus palabras, pero aún así nada llegaba a mi memoria.

—No recuerdo nada —gruñí llorando de la rabia que sentía en ese momento.

—Y no quiero que lo hagas —dijo firme y algo cortante, la miré atenta.

Me mantuve en silencio durante unos segundos que se hicieron eternos, mi cabeza comenzaba a doler como cada vez que intentaba recordar cosas de mi pasado sin éxito alguno.

—Yo creí... yo creí que te perdería, creí que nunca más te vería, te besaría o te abrazaría —sorbió su nariz —Fue en ese momento en el que me desmayé —pateó el resto de vidrios que quedaban en el suelo de aquella carretera vacía haciendo que cayeran por el barranco.

—Amor perdóname, no quería que te pusieras así —jalé de su mano y uní su cuerpo con el mío en un cálido abrazo al notar lo cerca que estaba del precipicio —Fue mi culpa, fue mi culpa...

—No mi bebé, no fue tu culpa —separó su cabeza de mi cuello y sus manos tomaron mi rostro para observarme con sus ojos aceitunados —No fue tu culpa y quiero que te quede claro.

—¿Entonces que pasó? —pregunté con algo de miedo en el tono de voz.

—Por lo que me informó Madison, se hizo la respectiva investigación y fueron problemas técnicos del auto alquilado —sus manos bajaron desde mi rostro a mi cuello, recorrieron mis pechos y se posaron en mi cintura —Pero como estuvimos en ese hospital, no pudimos tomar las medidas necesarias contra esa agencia.

—¿Y por qué no lo hacemos ahora? —le dije algo emocionada —Podremos sacarles más dinero y olvidarnos de los gastos por un tiempo.

—No mi amor, no vale la pena hacer algo —medio sonrió.

—¿Por qué? —pregunté confundida, era una solución perfecta, por culpa de ellos habíamos tenido este maldito accidente y de alguna forma tienen que pagar.

—Porque nos están buscando Daniela —me miró seria —Y si nos encuentran, te volverán a meter a ese manicomio, ¿Es lo que quieres? —su voz me hizo estremecer, inmediatamente negué con mi cabeza —Entonces no pienses en tonteras, amor —dijo depositando un beso en mi mejilla, supongo que para alivianar el ambiente que su actitud había creado —¿Te gustó venir para acá? —preguntó.

—No debimos de haber venido, no quería que te pusieras mal —confesé, mi idea no resultó como esperaba.

—No pasa nada, bebé —me miró detalladamente —Sé que no era tu intención—

Un sonido pituso se hizo escuchar dentro de todo el silencio que nos rodeaba, inmediatamente la peli azul sacó lo que parecía ser un celular dentro de su jean, fruncí el ceño.

Ella sonrió al leer la pantalla de este, el ánimo le había cambiado completamente.

—¿Qué pasa? —pregunté tratando de alzar la cabeza para mirar lo que estaba viendo ella.

—Es Madison —dijo sin más, solo esas dos palabras hicieron que los celos aparecieran dentro de mí —Nos invitó a un bar esta noche, para despejarnos un poco —la miré con la ceja alzada.

—¿Ella te dio eso? —espeté apuntando el celular.

—Dijo que era para no perder el contacto —se encogió de hombros para volver a guardar el aparato en el mismo sitio de antes. Mi cara de pocos amigos se hacía notar a kilometros; era increíble la forma en la que Madison podía influir en nuestros momentos y emociones.

Odiaba que dependiéramos tanto de ella, que tuviera tanto contacto con mi novia, que lograra hacerla sonreír cuando solo yo quería lograr ese efecto en ella. La odiaba.

—No pongas esa carita de cachorro abandonado, mi amor —habló la pequeña interrumpiendo mis pensamientos, sus palabras hicieron que arrugara más mi frente —Como amo que te pongas celosa —soltó una carcajada y no tardó en llevar sus manos a mi cintura y pegarme a ella de un solo impacto.

—No sé como sigo permitiendo que te comuniques con Madison —gruñí.

—Porque ella nos ha ayudado mucho, ya te lo he dicho amor —susurró —Además, no tienes porque preocuparte por ella, tú eres mucho mejor.

—Aún así, no confío en ella —hablé recordando todo lo que pasó con la muerte de Nina, su forma de manipular a todos para que se viera como si hubiera fallecido en su casa y llevada al hospital tras el accidente, la forma en la que engañamos a Kathia, la forma en la que ella nos creyó e incluso nos dio parte de la herencia de mi enfermera.

Un suspiro salió de la boca de mi novia.

—¿Qué te pareces si vamos al centro comercial y te compras algo de ropa? Necesito verte con otros conjuntos —habló mordiendo su labio inferior haciéndome sentir pequeñas punzadas extrañas dentro de mí.

—¿No te gusta como me veo ahora? —le pregunté con un puchero en mi boca.

—Me encanta, pero necesitas algo más apropiado para esta noche —llevó sus manos hasta mi espalda de las metió dentro de los bolsillos de atrás de mi pantalón tocando mi trasero —Tal vez un conjunto de ropa interior blanca —acercó su boca a centímetros de la mía —Te verías muy sexy para mí.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¡Dios! Estaba dispuesta a gastarnos todo el dinero en lo que ella quisiera si me lo pidiese con esta actitud. 





—No creo que sea una buena idea —le dije desde adentro del probador, un bufido escuché de su boca.

—Es la ropa que Madison dijo que era apropiada para la ocasión, Daniela —habló mi novia, llevaba más de veinte minutos esperando a que saliera de probador, pero el vestido que traía puesto encima no cubría ni la mitad de mis cachetes traseros.

—¿No puedo escoger el pantalón verde musgo? —hice berrinche, quería quitarme este vestido, sin duda no era algo que me pondría ni mucho menos para una fiesta en un bar.

—Te ves muy candente, amor —escuché su risa del otro lado de la puerta.

—No me estás viendo, María José —gruñí, retirando el vestido de mi cuerpo quedando solo en ropa interior para comenzar a colocarme la ropa que me había dado Poché esta mañana.

—No tengo que verte para saber que ardes con ese vestido —habló coqueta, sonreí estúpidamente para después salir del probador. Una peli azul mordiendo su labio inferior me sonrió.

—Pues póntelo tú porque eso no estará en mí —le lancé el vestido y ella lo agarró ágilmente. 

No dijo palabra alguna, solo caminó detrás de mí hasta la caja para pagar lo que habíamos escogido con anterioridad. No sabía cuanto necesitaba ropa interior hasta el día de hoy.

—Son 130 euros —habló la señorita, Poché sin arrugarse, entregó el pago en efectivo con el dinero que nos había dado Kathia esta mañana.

—Te llevaré a comer algo delicioso, te lo mereces por ser buena novia —habló y no pude evitar sonreír, sus palabras hicieron que el ánimo se me elevara por las nubes.

—Aquí tiene —la señorita de la caja nos entregó las bolsas con nuestras cosas y la boleta correspondiente —Gracias por comprar en Sfera.

Salimos rápidamente de la tienda con la intención de dirigirnos a otra y seguir con nuestras compras necesarias, pero una palabra de color rojo con letras grandes hizo que me alejara de Poché en dos segundos, mientras esta veía zapatos a través de las vitrinas de vidrio.

Caminé con el ceño fruncido hasta la pared de la tienda de ropa deportiva, un pequeño papel pegado en ella llamó mi atención y al acercarme aún más, pude distinguir de que se trataba.

" S E    B U S C A "

Junto con una foto de mi rostro en la mitad del papel.

"Comunicarse con el Hospital Psiquiátrico de Conxo, Coruña"

Mi labio comenzó a temblar y el miedo me envolvió en un segundo. ¿Cuándo fue que colocaron esto? O peor aún ¿Alguien de los que estaba aquí habrá llamado al verme en este lugar?

Mis latidos se aceleraron y fue peor cuando unas manos se posaron en mi cintura haciéndome estremecer y sobresaltarme hasta tal punto de soltar un pequeño grito. Una dulce risa se escuchó.

—¿Qué te pasa? —dijo ella haciéndome girar, estaba segura que mi rostro expresaba todo lo que había sentido hace algunos segundos. Su expresión cambió al verme.

—Eso me pasa —le dije apuntando al papel color blanco, frunció el ceño retirándolo de la pared.

—¿Qué es esta mierda? —sus manos no tardaron en arrugar el papel en unos cinco segundos para luego botarlo en el tacho de basura más cercano. Solo me quedé observándola —Espero que nadie haya visto eso y que sea el único—gruñó mientras que yo seguía con miedo dentro de mí.

La sola idea de pensar que puedo volver a ese hospital me daba terror, volver a mirar las mismas cuatro paredes grises, volver a esa incomoda camilla y esas estúpidas actividades que no me servían para nada.

No volvería y mucho menos si ya no tenía a Nina conmigo.

—Amor... no tengas miedo —habló suspirando tomando mi rostro —De seguro fue Nina, no hay problema, no te alejaran de mí —sus ojos me miraron y me transmitieron esa paz que necesitaba, la seguridad que carecía mi ser ella me lo proporcionaba con tan solo unas palabras. Depositó un pico en mis labios.

—¿Me lo prometes? —

—Te lo prometo —sonrió, tomó de mi mano para alejarme de aquella tienda de deportes y continuar con nuestras compras pendientes.





—No estuvo bien haber gastado tanto en un solo día —hablé arrepentida, toda la tarde había sido maravillosa, tanto que ni siquiera habíamos escatimado en gastos.

Cuando Poché hacía su carita de "Te cogería aquí mismo" No hay quien pueda resistirse. Me manipulaba y yo me dejaba manipular, era débil cuando se trataba de ella.

—Ya nos preocuparemos de eso —dijo sin darle mayor importancia a mi preocupación mientras revisaba lo que habíamos comprado —Quita esa carita de gatito apachurrado y ponte ese vestido tan sexy que escogí para ti —dijo tomando mi mano, me paré de la cama y sonreí al sentir sus manos recorriendo mis brazos.

En silencio comenzó a retirar la chaqueta que cubría mis brazos, seguida de la camiseta dejándome solo en brasier. Acercó sus labios a mi cuello y no pude evitar tirar mi cabeza hacía atrás, disfrutando de las caricias que su boca me proporcionaba.

—¿Crees que el jean estorba? —me preguntó con la voz ronca, asentí tragando duro. Sus dientes agarraron piel de mi cuello haciéndome jadear al mismo que sus manos se dirigían a mi pantalón para comenzar a bajar el cierre y desabrochar el botón.

Sus manos se metieron dentro de mi pantalón por la parte trasera, tocando mi desnudo y sensible trasero, no tardó en intentar tomar la carne de mis glúteos en sus manos.

—Si tuviéramos tiempo... —besó mi hombro —Te haría el amor ahora mismo —lo mordió. Jadeé —Pero tenemos que ir al bar, así que termina de vestirte —me soltó dándome una nalgada, y guiñándome el ojo se alejó de mí dejándome con las ganas por segunda vez en el día.

—Te detesto —fue lo último que dije antes de que ella se adentrara al baño para tomar una ducha.





No bastó más de una hora para que ambas estuviéramos listas y a decir verdad, no me esmeré mucho en mi apariencia en un inicio, pero Poché insistió en maquillarme y en retocar detalles de mi atuendo haciéndome lucir mucho mejor que antes.

Pero ella me ganaba, me hacía babear por la forma en la que estaba vestida. Un jean negro, ceñido al cuerpo que marcaban sus tonificadas piernas de una manera impresionante junto con una pequeña blusa de lentejuelas grises que mostraban un escote resaltado por la ropa interior que traía puesta, en conjunto con su cabello ondulado y su maquillaje me hacían soñar.

Excitante.

—Supongo que Madison ya les envió el mensaje —habló de la nada la rubia haciéndome sobresaltar. No evité ver el atuendo que traía puesto; unas botas largas y un pequeño vestido ajustado a su cuerpo del mismo color que las botas y lo decoraba una chaqueta de cuero café, lucía muy bien.

—Así es —dijo Poché terminando de retocar sus labios con un gloss que los hacía lucir más grandes de lo que ya eran, apetecibles.

—Bien, yo las llevaré —dijo tomando unas gruesas llaves. Fruncí el ceño al ver la forma en la que Kathia analizaba a mi novia.

Yo soy la única que puede verla y analizarla de esa forma.

—Tenemos la dirección, no es necesario que nos lleves —espeté tomando la mano de la peli azul dispuesta a salir por la puerta.

—Sí, si es necesario —se cruzó de brazos —Es la única forma en la que van a poder entrar —entrecerré mis ojos, algo dentro de mí se removía, no quería estar con Kathia en el mismo auto ni mucho menos compartir tiempo con ella más del necesario, sentía que en cualquier momento podía soltar la verdad acerca de Nina.

—No desobedezcas, amor —escuché la dulce voz de mi novia, le dio un apretón a mi mano y me dirigió hasta la salida de la casa de Kathia, en donde nos esperaba un gran jeep negro con vidrios polarizados y sabía perfectamente que este lujo provenía de Madison.



Naani

QUIMERA | CACHÉ [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora