que cobardes eran los dos, teniendo sus corazones latiendo a ritmos exagerados, mientras se miraban.
—y... bien, ¿para qué... me trajiste aquí?
nana, sus palabras eran nerviosas. se hacía denotar por la risilla que hizo al final de la oración.
se encontraban sentados uno frente al otro, renjun recostado al gran árbol, pero en cuanto el contrario hizo aquella pregunta se incorporó, aclarando su garganta, sin estar seguro de qué decir. o bien, si sabía que quería decir, pero no cómo.
sin embargo empezó a hablar, y fue ahí cuando supo que ya no habría vuelta atrás.—¿sabes de qué me ha servido leer tantos libros románticos, y “cursis”?
todos tienen algo en común, es como si sigueran una clase de... patrón.
en cada uno describen el sentimiento de enamorarse de una manera distinta, pero dando la misma idea.
de que estar enamorado es amar cada pequeño detalle de una persona, sin importar nada. pensar en ella todo el día, querer verla feliz, querer hacerla feliz.
que esa persona despierte miles de sensaciones distintas y desconocidas, que no sabes cómo manejar, y terminas simplemente callendo en cuenta que estás loco por amor.
te describen el amor como la sensación más mágica, maravillosa, hermosa, y perfecta del mundo.
describen todo lo que un personaje enamorado siente y, luego de pasar leyendo tantos de esos libros, me empecé a sentir identificado con aquellos sentimientos. a mi cabeza se venía el nombre de una misma persona.
yo... caí en cuenta de que estaba enamorado.
de que cada que cada que describían la sensación de un beso, era justo lo que yo sentía cuando besaba a esa persona.
y sé que todo esto suena demasiado cliché, pero... es la verdad.las palabras habían sido liberadoras, y el corazón de nana comenzaba a sentir una ilusión tan grande, que se acerco más al mayor. tragó saliva, antes de volver a hablar, miró el rostro nervioso de el contrario, y seguía pensando que era la obra de arte más maravillosa que jamás había visto. sus delicados rasgos, con una piel casi lisa, pero aquellas pequeñas “imperfecciones” lo hacían ver tan natural y perfecto, que las amaba.
—¿me dirás quién es?
tomó aire antes del hablar. mientras esperaba la respuesta, se miraban mutuamente. cada uno recorría con la mirada la cara del otro.
—ese chico... él lo es todo para mí.
su corazón latía acelerado, ante una propuesta de amor imprevista. el cielo pintaba una majestuosa tonalidad de amarillos y naranjas, que hacían que el rostro de lo que hacía llamar su «primer amor» se viera irreal, por lo perfecto que se hacía ver.
—me gustas, jaemin.
aquello había sido como tirar una bomba en el corazón de ambos. por un lado, nana seguía sin entender todo lo que estaba pasando, pero estaba seguro que no era un sueño. miraba atónito a el chico que recientemente había dicho aquello, con una sonrisa tímida. miraba como el mayor tenía sus mejillas con un adorable tono rojizo. no entendía cómo podía haber alguien tan hermoso en el mundo, y que ese alguien lo amara. cómo aquellas palabras habían dado tanto color a su día. todo aquello se sentía demasiado irreal.
acercó su cuerpo al del contrario, acercó su cabeza a la del chico, al punto de sentir su delicada respiración chocar con la suya.
sus labios se estamparon con los del contrario, en un beso lento, y apasionado. tratando de demostrar sus sentimientos en el tacto de estos.
lo empujó suavemente, hasta que el cuerpo del moreno terminó acostado en el césped, y él delicadamente sobre aquella delgada y pequeña anatomía.
besaba sus labios, los descubría de una manera distinta que antes.—perdón.
la falta de aire los separo. ahora estaban acostados en el césped, jaemin de lado, y renjun se acurrucaba en su pecho, mientras pedía disculpas, pero el menor no entendía porqué.
—bebé, ¿de qué te disculpas?
sus manos se dirigieron al cabello rubio de el contrario, proporcionándole pequeñas y suaves caricias.
—aquella noche... yo no quise besar a jeno.
su rostro estaba escondido en el pecho de su ahora novio. pedía disculpas, porque por alguna razón se miraba en la necesidad. sentía una culpabilidad extraña, y quería deshacerse de ella.
—no tienes que pedir perdón por eso, tonto.
busco el rostro del moreno, tomando su mentón, mirándolo por unos instantes, para luego dar otro beso, y que eso diera inicio a una pequeña guerra de quién llevaba el control.
y eso era la mágia de un primer amor.
tardes llenas de besos, caricias y palabras lindas. largas conversaciones, descubriendo el típico dicho de "cada cabeza es un mundo" y dándose cuenta que aquellos dos mundos se miraban muy lindos juntos. que coincidían en muchas cosas.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
¡gracias por llegar al final de esta pequeña historia!
este pequeño experimento que empecé, y terminé tomándole mucho cariño. gracias a todas las personitas que votan, ¡me ayudan muchísimo!