→Eʟ Cʜɪᴄᴏ Pᴏᴘᴜʟᴀʀ

Epílogo

“—Señor, ya puede pasar.
  Me levante lo más rápido que pude y fui directo a la habitación donde descansaba mi amada esposa.

—Cariño...

—Lo haz hecho bien bebe, lo haz hecho bien.

Una lágrima salió de mis ojos, un nudo se hizo en mi garganta y empecé a preguntarme si mi desgracia me seguía a donde fuera.

—Amor...cuidarlos por mi, nunca los dejes solos y siempre apoyalos.

Asentía frenéticamente mientras sostenía su mano huesuda y pálida.
Soltó su ultimo suspiro y dijo en una voz muy suave y delicada.

—Te amo Natsu, tu mamá te ama”

Sus ojos se abrieron y su respiración era agitada, ya era la quinta vez que soñaba con su madre. Las lágrimas en sus ojos salían una por una.

Era un mes muy complicado ya que faltaba poco para que su querída madre cumpliera años.

—Natsu...¿Qué pasa?

Se dio la vuelta y vio acostada a la persona que amaba.

La persona que acepto todo de el y la cual hoy en día podía decir al fin

Que era su esposa.

Lucy no aceptó rápido cuando le propuso matrimonio, pero después de esperar un año al fin acepto casarse con el.
Y no fue el único ya que sus demás amigos y conocidos también estaban feliz mente casados.

Vivían en una casa en la mitad de la ciudad, esta fue regalo de su padre por el matrimonio.

Sonrió a la hermosa chica y se inclinó para darle un beso en su frente.

—Nada hermosa, sigamos durmiendo.

Hubiera deseado que su querida madre la conociera.

Su madre había muerto por una enfermedad terminal. Se fue de su lado a la corta edad de 5 años pero recordaba cada parte de ella.

Gracias a su partida fue que su hermano desapareció dejándolo solo a el y a su padre. Unos años después de la terrible perdida, su padre pudo lograr cumplir su sueño y se nombro el director de una de las grandes instituciones de todo Japón.

Pero ya no era el mismo con él, ya no era el padre amoroso que alguna vez fue con el. Ahora era un hombre friolento y nada amoroso.

Gracias a ese cambio Natsu también cambio pero no a bien sino a mal haciéndolo un mujeriego y a alguien que no le importaba los sentimientos de las personas.

Pero gracias a la dulce chica que estaba a su lado es que pudo cambiar y ser de nuevo aquel lindo chico con hermosos sentimientos como le había criado su madre.

Una última lágrima salio de su ojo y miro hacia la ventana, mirando como el amanecer poco a poco aparecía.

Miro al cielo y dijo

—Gracias mamá

Fin