Capítulo 14

136 13 8
                                    

Ethan

Gracias a Dios el trabajo mantiene mi mente ocupada y ahora también Dean. Digamos que la historia se repite casi todas las mañanas, a diferencia de que esta mañana no apesta a alcohol y ha pedido el almuerzo. Nada de cerveza, lo que es un gran avance para él.

«Regresa a casa, amigo» me dice. «Ya no soy el de antes».

Dudo que Dean diga la verdad. O mejor dicho, no dudo que tenga buenas intenciones, pero creo que no tiene la fuerza de voluntad para lograrlo.

«Tranquilo, regresaré. No puedo pagar la renta en vano».

Cuando digo eso, Dean se descompone, pero cambia su expresión al instante sonriéndome y comiendo su croissant.

«Aparte porque no creo que Elia esté cómodo conmigo ahí» sigo.

«¿Por qué? Elia es tu mejor amigo. No creo que sea un problema el tenerte en su casa».

«Para él no. El problema es Cami» digo. «Entre nosotros».

«¿Entre ustedes?» me incita.

«Ayer en la noche la besé».

«¡Oh amigo! Cuanto desearía estar en tu lugar. ¡No solo la hubiera besado, eh!».

Al escuchar esas palabras, dejo de trabajar y fulmino a Dean con la mirada.

«No lo vuelvas a decir» lo amenazo.

No es la primera vez que Dean muestra su aprecio hacia Cami y todas las veces lo ha hecho de manera vulgar. No soporto que se hable de ella así y no soporto que alguien más la vea como yo lo hago, obvio como lo perfecta que es. Por otra parte, me molestan los mismos pensamientos porque nunca antes había pensado así de una mujer. Me siento un cobarde.

«Lo siento amigo. No logro contenerme cuando se trata de ella».

«Ya basta. Si no paras yo tampoco lograré contenerme y te daré una paliza».

«Como sea, me tengo que ir. Disculpa si ofendí a tu novia».

«Cami no es mi novia» digo.

«Y nunca lo seré».

De repente, me quedo de piedra cuando escucho su voz. Veo a Cami, a espaldas de Dean, con Emily quién toma asiento justo frente a la barra.

«Yo aún estoy libre si quieres, cariño» afirma Dean. Le lanzo una vez más una mirada de desaprobación y, sin decir nada más, se levanta y va a la salida.

«¡Voy contigo!» grita Emily, yendo tras él.

Me quedo solo con Cami, ninguno de los dos dice algo. En poco tiempo comienzo a sentir el peso de la situación embarazosa y lo único en lo que puedo pensar es en los labios que me besaros ayer en la noche.

«Para que quede claro, no estoy enojada contigo. Debí imaginar que no tendrías problemas de pesar a la primera que tuvieras enfrente».

Tomado por sorpresa por sus palabras y fastidiado, me apresuro a defenderme. «Para que lo sepas, no voy por ahí besando a la ente. Usualmente cuando lo hago es porque quiero».

Cami se queda sin palabras pero al menos he dicho la verdad.

«¿Qué? No te hagas la sorprendida».

«¿Qué tú no tienes una novia y todo eso? Ya sabes ¿Kendall?».

«Nosotros no estamos juntos y lo sabes».

«¿Ah, no? ¿Y entonces como es que se irán juntos estas vacaciones de verano?» pregunta como si fuera lo más absurdo del mundo.

Lo cuál lo es, pero no es exactamente así. El hecho de que vayamos en el mismo viaje no nos hace una pareja.

«¿Quién te lo ha dicho?».

«Me lo ha dicho Emily».

Quién lo habrá sabido por Dean. ¡Perfecto! Como sea, es mejor que lo sepa ahora a que se sorprenda después.

«De todos modos, Kendall está ahí por mera coincidencia».

«Sí claro» la escucho murmurar. Para luego componerse y decir: «De todos modos no es mi asunto».

Suelto una gran carcajada por lo que ha dicho Cami, ganándome su mirada de desaprobación.

«Pero supongo que te importa».

«No todo gira a tu alrededor, Ethan. No eres el ombligo del mundo» dice. «Escucha, estoy aquí por un helado. Es más, quiero un wafle con dos bolas de helado de chocolate, crema batida, Nutella y Skittles».

Cami

Tras haber ordenado mi bocadillo, veo a Ethan sonreír mientras lanza miradas constantes a mi dirección. Juro que me pone de nervios. ¿Cómo puede creer que me importa si va de vacaciones con su novia/no novia? Me importa, sí, pero no tiene que ser él el quién saque conclusiones y quién lo dé por sentado.

«Sigo esperando mi wafle» me quejo con impaciencia.

«Ahora va, ahora va».

Cuando Ethan pone el plato frente a mí, por poco me derrito. Esto es lo que más me gusta de él: sabe exactamente como ponerme nerviosa, pero también como consentirme. Como justo ahora, mientras veo mi wafle en forma de corazón. ¡¿Cómo podría enojarme con él?!

«Es mi ofrenda de paz, princesa. Luego no digas que te trato mal».

«Nunca lo he dicho, Ethansito. Solo que quejo del patán que eres».

«Sabes que no lo soy» dice sonriéndome y dándome esa sonrisa que tanto me gusta.

«Sí, ya lo sé. Me has sorprendido, ¿sabes?».

«Es para que me perdones».

Y sigue con la historia del beso. No tengo nada que perdonarle. Lo único por lo que se debe de disculpar es por no haber seguido. Pero eso no lo puedo decir en voz alta, por lo que me limito a hacerle una seña con la mano y comienzo a comer mi postre, esperando que mi amistad con Ethan nunca termine.

Por un momento creí que me propondría un tipo de relación clandestina, pero deseché la idea al instante porque la lealtad de Ethan en su relación con Elia es tan fuerte que es preocupante. Bueno, es algo que se aprecia, pero no si se trata de mí. Ethan me ha besado porque ha querido, no como respuesta a mi provocación.

Pero ¿por qué ahora parece estar tan arrepentido?

© TODOS LOS DERECHOS DE AUTOR Y TRADUCCIÓN RESERVADOS

Sin mirar atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora