Capítulo 6

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Cami

Esto era la que me habría gustado pasar con Kevin; una noche tranquila, en un lugar tranquilo y con una cerveza en mano. Me habría gustado que nadie estuviera a nuestro alrededor, justo como en este momento con Ethan. Estamos sentados sobre el cofre de su auto mientras hablamos y miramos al cielo y su brazo, que descansa en mi espalda, me relaja con sus espléndidas caricias después de una pésima noche.

«A veces pienso que las acciones de mi hermano son solo apariencias» suelto, después de un tiempo.

«¿Por qué lo dices?».

«Porque esta noche se comporta como si no le importara nada de mi. La media noche pasó desde hace tiempo y él no ha llamado».

«Cami, ve el lado positivo, no está siendo un dolor en el culo. ¿No eras tú quien se quejaba porque Elia estaba siempre tras de ti? Creo que ahora que no está deberías disfrutar el momento».

«Tienes razón, pero me refiero al hecho de que ahora no le importo para nada. Sí, odio cuando exagera, pero también cuando se hace el indiferente. Quisiera que encontrara un punto medio».

«No lo veas así. Apuesto a que ha escuchado mi mensaje. Después de todo, confía en mí. Sabe que nunca te haría nada que lo hiciera enojar».

Ah.

El comentario de Ethan me deja un sabor amargo en la boca. No quiero que él haga algo - no del todo, en realidad - pero escucharlo en voz alta, me desilusiona un poco. Sé que él está acostumbrado a chicas hermosas, chicas como Kendall que no tienen nada que ver conmigo y que, por supuesto, no corren en moto cada vez que tienen la oportunidad, pero saber que Ethan - el chico del que estoy enamorada desde niña - no me ve de esa forma, me lastima. Ni siquiera me debería de sorprender. Él es uno de los chicos más deseados del campus y uno de ellos a quién basta solo un chasquido de dedos para tener a una chica diferente cada noche. ¿Cuántas probabilidades puedo tener con él? Ninguna. Es algo imposible.

«Hey» me dice Ethan, llamando mi atención, girando un mechón de mi cabello entre sus dedos. «¿Por qué te quedaste callada?».

«Por nada. Solo estaba pensando».

«¿En qué?».

«En que estoy cansada y quiero regresar a casa» digo con brusquedad.

Y así, me libero de su brazo y bajo del cofre, entrando al auto y cerrando la puerta un poco más fuerte que de costumbre.

El trayecto a casa puede definirse como una mezcla de silencio y murmullos vergonzosos. A pesar de que Ethan trató de mantener una conversación normal, me negué porque, en serio, no estoy de humor. Me quedé sin palabras e, incluso, me sentí como si no fuera lo suficiente para él, o peor, que no estoy a su altura. Y pensar que cuando éramos niños dormíamos siempre en la misma cama...
Me olvido del recuerdo y me muerdo el interior de la mejilla para acallar mi nerviosismo. ¿Por qué de la nada estoy tan indispuesta? Ni siquiera lo debería de escuchar. Pero entonces, ¿por qué me siento tan dolida? Son las hormonas, lo sé, ese maldito ciclo está por llegar.

Cuando llego a casa, voy directo a mi habitación. Me desvisto con rapidez y trato de relajarme bajo la ducha. Dejo que el agua se deslice por mi cuerpo y, una vez que termino y me cubro con una toalla, salgo de la ducha. Por poco no caigo al suelo cuando veo a Ethan dentro del baño, sentado en el retrete.

«¡¿Estás loco?!» grito. «¡Sal de aquí!».

«Solo quería hablar contigo» dice con sus ojos pegados sobre mí.

«Tu aquí no me hablas para nada. ¡Sal del baño!» exclamo, señalando la puerta con el índice.

Y es justo en ese momento que aparece un Elia somnoliento y muy enojado, con el cabello despeinado y no lo piensa dos veces para sacar a Ethan del baño.

«No la mires, ¡maldito estúpido!» Escucho el tono amenazador de Elia y quisiera ir tras de ellos para calmar las cosas - y tranquilizar a mi hermano - pero cuando escucho a Ethan decir «Nunca la miraría», cierro la puerta del baño a mis espaldas y dejo que Elia le dé una buena lección.

Ethan

Cuando le dije a Cami que no le haría nada que pudiera hacer enojar a su hermano, sus ojos pasaron de un neutro a un sentimiento de tristeza. Sentí que podía tocar su desilusión con la palma de la mano y me lamenté el no haberme disculpado con ella. O, mejor dicho, me lamenté la forma en la que dije mis pensamientos. Era claro - al menos en mi cabeza - que no quería ofenderla o algo parecido, pero supe que lo había hecho cuando dijo que estaba cansada como excusa para poder ir a casa e inmediatamente corrió al auto. El hecho de que no me haya hablado en el camino, me confirmó que la ofendí de cierta manera. Por ello, cuando se metió en el baño, fui tras ella después de algunos minutos y esperé a que saliera de la ducha. Quería arreglar las cosas, pero nunca me imaginé que se pondría a gritar en medio de la noche.

Tomado por sorpresa por ese grito, pongo mis manos frente a mi pecho en modo de defensa y digo: «Solo quería hablar contigo». Pero después de un segundo aparece Elia, quien me saca del baño.

«¿Qué demonios hacías en el baño con mi hermana?» pregunta enfadado, agarrándome de la camisa.

«¡Nada!» me apresuro a decir, apartando su mano.

«¿Por qué demonios estás vestido? La última vez que te vi estabas en calzones en mi sofá».

«Fui a recoger a tu hermana de su desastrosa cita en tu lugar, por eso estoy vestido. Y si hubieras tenido tu celular en ruidoso te hubieras dado cuenta de todas las llamadas que te hicimos y del mensaje que te envié».

«Estaba durmiendo» se justifica, como si lo hubiera acusado.

«Lo sé, idiota. No te estoy culpando de nada, pero no entiendo por qué debes pensar siempre mal cuando se trata de Cami».

En realidad, Cami en toalla era solo una fantasía y me di cuenta demasiado tarde que no era una excelente idea entrar mientras tomaba una ducha. Enserio quería hablar, pero apenas la vi, todo me pareció erróneo y luego ella desató la ira de su hermano contra mi sin defenderme. Creo que realmente se enojó por lo que dije y sé que tengo que arreglar las cosas.

«Pienso mal porque ella aún es inocente».

«¡¿Y tú qué sabes?!» contesto. «Y, además, ¿qué pensabas?, ¿que le habría robado la virginidad en el baño, en tu propia casa?».

Elia me ve con desprecio y con rabia. Sé que está a punto de explotar, pero, cuando Haley aparece a su lado, parece relajarse.

«No hables así de Camille» dice con la mandíbula apretada.

«No lo quise hacer» digo inmediatamente arrepentido. «Lo que quise decir es que es tu hermana y ya es lo suficientemente grande como para cuidarse por sí misma. No siempre estarás en su vida y ella no podrá quedarse sola por siempre. Un día encontrará a un hombre y se casará. ¿Y qué harás hasta ese entonces, Elia? ¿Le prohibirás lo que no te gusta? ¿Me prohibirás a mí tener cualquier tipo de relación?».

«¿Qué quieres decir?» pregunta frunciendo el ceño.

«No lo que piensas. Cami y yo somos amigos, hasta hace tiempo no te importaba si la abrasaba. ¿Por qué ahora te importa si la miro? Me lo has dicho dos veces en esta noche».

«Ethan, te conozco desde que tengo memoria y sé lo que pasa por tu mente con tan solo verte. Te he visto con las chicas y sé que no quiero a alguien como tú a lado de mi hermana».

«Elia» le reprocha Haley.

Bueno, si lo pones así parece una mierda. Como me comporto con otras chicas será mi asunto, ¿pero con Cami? Nunca le haría daño. Siempre la he respetado y le quiero mucho. De solo pensar en tratarla como las otras chicas es inconcebible y Elia debería saberlo. Por ello, escuchar salir esas palabras de su boca me lastima. Él me cree estúpido hasta la médula y cree que nunca seré digno de su hermana, pero él no tiene que decidir eso. Si alguien me lo tiene que decir, debe de ser Cami y nadie más.

«Estás yendo muy deprisa. No me refiero a mí, sino a cualquier otro. Tu hermana tiene diecinueve años, ya no es una niña y no deberías de cortarle las alas. Se cansará y la perderás».

Y esas son mis últimas palabras antes de ir a la habitación de Cami para disculparme con ella.

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