Capítulo 8

169 12 1
                                    

Cami

No puedo esperar a que terminen las clases. Enserio, un mes se pasa demasiado rápido, pero sé que estos últimos días se me harán eternos, sobre todo ahora que tomo apuntes descuidadamente. Ya había llevado esta clase, pero tengo que terminarla otra vez si no quiero repetir el examen por tercera vez.

No soy exactamente una excelente estudiante, pero sé que tengo que dar lo mejor de mi si quiero trabajar en la empresa de papá y de Matt. Elia me ha ayudado con la universidad, él es más inteligente en la economía y tener siempre a alguien dispuesto a explicarte lo que no entiendes, es una gran ventaja.

«Ya no puedo más» suspira Emily. «¿Nos vamos?».

Emily es mi mejor amiga. Nos conocimos el primer año de preparatoria. Ella era una chica no muy puntual y, una vez, cuando perdió el autobús, tuve que darle un aventón hasta su casa. Recuerdo que ese día llovía a cántaros, pero no nos hicimos para atrás a pesar de que mi moto, en ese entonces, - era una motoneta rosa - y sí, era veloz, pero cuando llegamos a su casa estábamos completamente empapadas. Ese fue el comienzo de una gran amistad que ha durado muchos años.

«Emily, apesto en esta materia. Me gustaría quedarme hasta que termine la lección».

«Eso lo sé, pero en la puerta está Kevin quién hace de todo para llamar tu atención».

Cuando mi mirada se posa en la salida, veo como Kevin cruza los brazos y apenas me ve, me sonríe y me hace señas para que salga. Lo pienso dos veces porque estoy entre quedarme para evitar atrasarme en la materia o ir con él para terminar lo que sea que haya empezado.

«Vamos» digo finalmente, sin darle vueltas al asunto.

Ella sonríe satisfecha y, juntas, salimos del aula. La sonrisa de Kevin cuando me ve ir hacia él se hace aún más grande. Para no ser descortés, le sonrío de vuelta, pero sin mucho entusiasmo. Quiero que entienda que lo de anoche le hizo perder muchos puntos. Él parece entenderlo y se disculpa inmediatamente.
Cuando le conté todo lo que pasó a Emily, me aconsejó dejarlo. Y es exactamente lo que estoy haciendo, me lo quitó de encima con una excusa banal y, con mi amiga, vamos hacia mi moto.

Más tarde, llego al bar en el que trabaja Ethan. Como ya es casi hora del almuerzo y porque aquí sirven las mejores hamburguesas de la zona, pensé que sería el mejor lugar para comer y, además, está Ethan. Así que, no solo mis papilas gustativas gozarán de la buena comida, sino que también lo harán mis ojos con la buena vista.

Cuando entramos, inmediatamente lo veo maniobrar con la plancha de los wafles. Llego a mi usual mesa y, cuando cruzo la mirada con la de Ethan, me guiña el ojo y saluda a Emily con la mano.

«Voy para allá chicas» nos dice.

«Es aún más sexy cuando habla» suspira Emily, en voz baja.

Por un momento la veo un poco extrañada, luego le sonrío porque tiene la maldita razón. «Es cierto» concuerdo.

Por un segundo pensé que mi amiga estaba enamorada de Ethan, luego me acordé de que Emily adora a Dean y me tranquilicé. Aún recuerdo ese día, cuando teníamos que salir y le dije que nos veríamos en casa de Ethan. Ese día, un Dean caballeroso del año mil setecientos - borracho - le abrió la puerta, con su cabello rubio enmarañado Desde ese día, Emily se quedó como "drogada" de Dean, por así decirlo.

«Entonces» comienza Ethan, con el bloc de notas para ordenar en la mano. «¿Qué vas a pedir, Emily?».

«Quiero el número 17, con extra de papas y ketchup».

«¿Para ti lo de siempre, princesa?» pregunta, dirigiéndose a mí.

Asiento, de repente intimidada por el apodo que uso otra vez, y veo cómo se aleja para preparar nuestras órdenes.

«¿Desde cuándo te llama "princesa"?» susurra Emily.

Le doy un codazo para que baje la voz y respondo: «Prácticamente desde ayer. Seguramente le habré dado pena cuando le llamé para decirle que estaba sola y que necesitaba un aventón y habré despertado en el un extraño sentimiento...», me tomo un poco de tiempo para decirlo, «fraternal».

«¡Eso apesta!».

«Sí, lo sé» contesto sin entusiasmo.

Espero que esa no haya sido la razón verdadera para que Ethan me llamara así. Desde hace un par de días hasta hoy lo veo con ojos diferentes, pero a la vez igual. Nunca se había comportado así cuando estábamos juntos, pero cuando mi hermano está cerca él cambia completamente o, mejor dicho, regresa a ser el de siempre. Por lo que he llegado a una conclusión y, sin contenerme, lo digo. «Yo creo que le gusto».

«Es probable» concuerda ella.

«Pensé que me creerías loca».

«Si lo piensas bien, es más que probable. Piénsalo, Cami, lo que hace por ti no lo hace un hermano. Esos guiños, apodos, los celos... Quiero decir, si Elia se pone celoso es algo fraternal. Pero si Ethan se pone celoso es porque le gustas».

Nunca pensé en escuchar tal disparate. Emily se ha imaginado de todo y se ve que ha visto muchas películas, más que yo quién soy a quién le interesa. Si le gustara de esa forma probablemente ya estaríamos juntos, porque él a mí definitivamente me gusta de esa forma. La cosa es otra y él me lo ha dicho ayer: está en esa situación de "huir" de Kendall y aquí entre nos sabemos qué tan loca está esa mujer. Probablemente Ethan me ve como... ¿un escondite? Está bien, tal vez no es el término adecuado, pero veo por mí y por mi salud mental y, para disimular, río y digo: «De todos modos solo bromeada. Ethan me quiere porque somos amigos desde hace tiempo. Si no me quisiera, no lo seríamos más».

«¿Y qué te hace pensar que por eso somos amigos?» interviene él, poniendo nuestra comida en la mesa.

Avergonzada por ser pillada hablando de él, trato de no demostrarlo y le sonrío con atrevimiento.

«Te conozco, Ethansito. Sé que no puedes vivir sin mi amistad porque no tienes a quién más molestar».

«Te equivocas, Camille. Tú y yo somos amigos porque no puedo vivir sin tus panqueques».

«¿Enserio? Debería sentirme ofendida. Es decir, todo este tiempo me has utilizado solo por mis dotes culinarios».

Ethan rompe a carcajadas y contesta: «No exageres, Cami, tú no tienes dotes culinarios. Apuesto a que no eres capaz ni de hacer un huevo cocido».

«Bueno, no soy una gallina. Yo no hago los huevos».

De repente, mi broma hace reír a las personas a nuestro alrededor y, por algunas miradas de desaprobación que lanzan algunos clientes, creo que no hemos sido del todo silenciosos.

«Esto se está saliendo de control» interviene Emily. «Ethan, creo que te hablan».

Cuando Ethan se aleja, mi amiga vuelve a hablar. «Me hiciste sentir fuera de lugar».

«Pero no he hecho nada» protesto.

«Acaban de coquetear sin descaro y me sentí como un pez fuera del agua».

«No lo hemos hecho».

«Claro que sí. Y no tengo nada más que decir. Ahora comamos que se enfría todo y sabes cómo me pongo cuando como comida fría».

© TODOS LOS DERECHOS DE AUTOR Y TRADUCCIÓN RESERVADOS

Sin mirar atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora