Día 7- Obsequio

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Había terminado. El pequeño grupo de guerreros logró derrotar al rey Demonio; o eso parecía. Por el momento, al menos, consiguieron un poco de paz por los próximos años. Cada uno regresó a casa, o a aquel lugar al que ahora llamarían hogar. A lo lejos, el enorme castillo se erguía imponente en su propia isla. La joven maga se abrazó con fuerza al cuerpo del Príncipe, temblando un poco. -Tranquila, todo irá bien -intentó calmarla, escondiendo sus propios nervios. Los guardias abrieron paso al blanco corcel, presentando sus armas como saludo hacia su Príncipe. Ochako soltó un pequeño jadeo de sorpresa; nunca había visitado un lugar como aquel reino, por lo que su emoción pudo más que sus nervios. -Es realmente bello, Shoto-kun -murmuró, asomándose un poco por encima de su hombro.

El aludido le regaló una pequeña sonrisa, la cual desapareció al mirar de nuevo al frente. Una pequeña fila de soldados esperaba a su Príncipe; sin embargo, la sorpresa no se borraba de sus rostros al mirar a la pequeña maga bajar del corcel del bicolor. -Su Alteza -comenzó a hablar el Capitán, mirando interrogante a la sonriente castaña. -Viene conmigo -fue la escueta y fría respuesta de Shoto, mientras Uraraka solo sonreía apenada por aquello, corriendo tras el mayor. Sus pasos resonaban por el largo pasillo, al tiempo que la maga observaba los adornos, cuadros y cuanto sus ojos captaban. -Es muy grande... ¿cómo es que no te pierdes aquí? -el Príncipe sonrió, extendiendo su mano hacia la chica, quien no dudó en tomarla, caminando a su lado. -Práctica -respondió con simpleza, alzando las manos entrelazadas, para depositar un suave beso en el dorso ajeno.

Las enormes puertas se abrieron ante la presencia de Shoto, deslumbrando momentáneamente a la pareja. Al fondo, los reyes permanecían en sus tronos, dando la ilusión de estar frente a un par de imponentes estatuas. -Que bella -pensó Uraraka, al ver a la reina en cuanto estuvieron más cerca. El chico había soltado su mano, haciéndole sentir algo sola y desamparada en esa enorme y fría sala. Los enormes ventanales dejaban pasar toda la luz del día; y aun así, lo que menos se sentía en aquella sala, era calidez. -Veo que tuvieron éxito -la fuerte voz del Rey resonó por la estancia, estremeciendo a Uraraka, pero sin atreverse a acercarse al bicolor. -Bien. Entonces, podrás volver a tus obligaciones -siguió el pelirrojo, sin esperar respuesta de su hijo; o incluso, sin darle importancia a la presencia de la castaña. -Hay varios asuntos que debemos tratar. El más importante, es tu compromiso -y por un momento, aquellas palabras helaron a la joven pareja.

Antes de que pudieran decir algo, una pequeña puerta se abrió, dando paso a una escuálida princesa, con aires de grandeza. Shoto frunció el ceño; la recordaba, sus padres eran los reyes de un pequeño reino emergente al sur. La joven caminó hasta posicionarse al lado de Enji, sonriendo al apuesto Príncipe frente a ella. -Por el momento, se quedará con nosotros. Hasta el día de la boda, y-...

-No

Los adultos y el par de chicas observaron sorprendidos a Shoto, quien mantenía la mirada fija en su progenitor, con los puños cerrados con fuerza, tratando de contener el temblor que el enfado provocaba en él. - ¿Qué dijiste? -la confusión tembló en la voz del soberano, cuyo ceño se frunció aún más. -No me casaré con ella -incluso él se sorprendió de la firmeza de su voz. Toda su vida fue planeada y dirigida por aquel hombre, sin tener consideración de lo que él deseaba. No esta vez. Al fin logró encontrar a alguien con quien quería pasar el resto de su vida, y poco le importaba si era lanzado a la calle, defendería lo que él quería. - ¡Eso no está a discusión! ¡Te casarás, tal y como le prometimos a los padres de Mirai! -la mirada cafeína se posó en el Príncipe. No era la primera vez que sentía aquel escalofrío recorrer su espalda.

-Shoto-kun -murmuró, dando un paso hacia el bicolor. El turquesa se posó furioso en aquella intrusa. - ¿Quién eres tú, y qué haces aquí? Esto no te incumbe -la castaña pegó un brinquito al escuchar que se dirigían a ella. -Yo... -dudó un poco, paseando la mirada entre el Príncipe y el Rey. -Soy... ahem... soy Uraraka Ochako, su alteza -respondió con todo el aplomo que aquella presencia le provocaba; ignorando también la mirada de desprecio de la princesa. -Fuera -fue lo único que respondió Enji. Sin embargo, la joven maga no se movió ni un centímetro. -Ella se queda -interfirió Shoto, un poco más calmado al sentir a Uraraka cerca. -Una joven maga no tiene nada que ver con los asuntos del reino.

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