⚜Parte treinta y seis⚜

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—Entonces... ¿En verdad me amas?

—Que si, malita sea. SI.–respondió Fugo perdiendo un poco la paciencia, sin embargo él mismo ya se había mentalizado  a no volver a hacerle daño a su dulce chico con olor a naranjas frescas.

—Bueno...no sé qué decirte, estoy feliz y...—antes de que el joven pudiera continuar con lo que estaba diciendo, Fugo lo empujó contra la pared y atrapó su boquita en un beso lleno de deseo. Narancia se sintió amado con ese mágico toque, era algo que le encantaba y moría por volver a probarlo. El sabor de su amante y las cálidas caricias que esta dejaba en su espalda al introducir sus manos bajo su ropa lo volvían loco.

—Ahh... Fu...go...Ahhh.—Narancia no podía resistirse, estaba rendido ante ese hombre que tanto quería. Pero en su interior aún existía el miedo a ser lastimado.

—Te amo, Narancia.—repitió el rubio entre besos.

—Yo... También.—respondió finalmente el pelinegro.

—Muchachos.—los llamó la madre de Narancia.

—¿Qué pasó mami?–preguntó Narancia mientras se acercaba a ella.

—Al parecer no podremos quedarnos en la casa esta noche. Narancia, iremos con tu tía y...

—¡NOO! ¡LA TÍA NO!

—Pero cariño, ya le he llamado.

—Esa señora es gorda y eta fea y me hace comer hasta reventar. No quiero ver a mi tía.

—Pero ella nos espera.—respondió su madre intentando convencerlo una vez más.

—¡No quiero! ¡No quiero! ¡No pinches quiero! Jefecita por favor... Por favor... Por favor... Déjame quedarme con Fugo.

El rubio se ruborizó al oír la petición del chico de la banda anaranjada.

—No lo sé, cariño... Él quizá esta algo ocupado y no puede hacerse cargo de cuidarte, además sería una molestia y...

—Para nada, señora Ghirga.–respondió Fugo—Narancia y usted pueden quedarse en mi casa cuando deseen, solo avisen con tiempo porque luego Bruno se pone todo creisi y así.

—¿Entonces puedo quedarme con él? Por favor mamita, en lo que investigan.—suplicó el moreno. En seguida su madre sonrío y acaricio sus negros cabellos.

—Esta bien, yo iré con la tía y tú puedes pasar la noche con tu amigo.

—Muchas gracias, ma.—Narancia le dio un abrazo a su madre y esta correspondió muy feliz.

A Pannacotta le pareció algo bastante tierno, a veces él también extrañaba a su mamá. Recordaba poco o más bien nada de ella, lo único que recordaba es que era una mujer hermosa que siempre que tenía miedo lo abrazaba y lo hacía dormir. Aunque también podía recordar el calor de su pecho y su olor. Se sintió triste por un segundo, pero recordó que tenía a Bruno. Él no era exactamente una madre, pero sabía que Bruno lo amaba tanto como su propia mamá lo hubiera hecho.

—De acuerdo, pero hace falta preguntarle a Fugo. Disculpa, lindo ¿puede mi mocoso quedarse contigo?—le preguntó la señora.

—Por supuesto.—respondió fugo mientras su pálida piel de porcelana se teñía de color carmesí hasta las orejas.

—¡Yeii!—Narancia abrazó fuerte al rubio, quien acaricio con ternura los negros cabellos del más bajo.

—Iré por tus cosas... ¿Necesitas alguna en especial?—preguntó su madre antes de terminarse por el equipaje.

—Ehhh—Narancia lo pensó un poco para después recordar lo que necesitaba—¿Puedes traerme a Naranjito?—preguntó Narancia.

—¿Naranjito? Claro. Lo meteré en tu maleta.—se retiró y minutos más tarde volvió donde los chicos esperaban y le entregó a Narancia una pequeña maleta color azul.

—Toma trae todo lo que necesitarás. No creo que tarden mucho en retirar el cuerpo y así.—dijo.

—Gracias ma.—Narancia la abrazo y le dio un beso.

—Bueno creo que es momento de ir. Por cierto me gustaría que cuando pase todo esto, Fugo venga a desayunar un día con nosotros. Quiero conocerlo más.

—Seguro, señora.—dijo el rubio.

—Bueno. Cariño, pórtate bien, iré a recogerte en cuanto todo este drama termine.

—¿Quiere que le de mi dirección?—cuestionó Fugo al oír eso.

—Oh no para nada, ya sé dónde vives. Narancia me ha hablado mucho de tu casa. Es lógico imaginar que vives en un lugar mejor que este basurero y más lujoso por supuesto.

—Entonces nos vemos mami.–Narancia tomó con fuerza el brazo de su amante y se despidió de su madre con la mano, mientras su madre también se despedía.—Vámonos Fugo.

—¿Por qué estás tan emocionado? Se acaba de morir tu papá y parece no afectarte.

—Lo que pasa es que él era un hombre cruel. Una basura. Bebía muchísimo y le pegaba a mi mamá, también me pegaba a mi... Me trataba mal pues él sabía de mi trabajo en Orange. Creía que era malo porque pensaba que me prostituía o algo parecido, además no aceptaba que tuviera un empleo ahí por ser menor de edad. Imagínate si se hubiera enterado que Trish apenas cumplirá catorce y ya trabaja en ese lugar solo como pasatiempo... Yo lo hacía por necesidad...tú sabes... Pero no entendía y al mal interpretar lo que hacía pronto comenzó a odiarme.

—¿Es en serio?

—Si. Intentó sacarme de aquel trabajo porque no creyó que fuera un ambiente bueno para mí. Lo que no sabía es que en ese bar tengo a personas que consideró mi familia y que los quiero... Pero bueno ese no es el punto. Me consiguió el peor trabajo de la ciudad como pepenador para completar sus gastos en alcohol, cuando yo pensaba que los usaba para cosas de la casa.

—Ya veo eso es muy cruel...

—Además si no cumplía con una cuota semanal o diaria dependiendo el caso, el me golpeaba mucho... Claro las marcas no se veían pues la hacía dónde cubría la tela de mi ropa... Imagino que cuando tomamos un baño juntos viste los moretones en mi espalda.—dijo Narnacia mientras sus ojos se inundaban de lágrimas.

—Ya lo veo... ¿Entonces qué harás ahora sin tu padre?

—Ser feliz.—soltó con simpleza.

—Es un buen plan, cariño mío.

—Si... Estaba pensando dejar de buscar basura y dedicarme totalmente a Orange... También quiero regresar a estudiar, aunque sea hacerlo por la escuela abierta.—la luz de esperanza se reflejaba en sus ojos. Lo cual hizo que Fugo también se sintiera feliz.

Rebel Rebel [Fugo x Narancia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora