La chica ciega

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Valentina bajaba las escaleras para ir a desayunar. Pasando sus manos por la fría pared, hasta tocar el primer escalón con su pie. Conocía la casa de pies a cabeza, pero aún así prefiere andar con cuidado. Después de todos los accidentes que ha tenido, como el resbalar y caer dando vueltas... prefiere olvidar ese doloroso recuerdo, es mejor así.

_¿Qué es lo que huele tan rico?_ el olor a tocino invadió las fosas nasales de Valentina, en cuanto terminó de bajar las escaleras. Aunque ya sabe lo que hay de desayuno, pero aún así le gusta preguntar.

_ Buen día cielo, te he dejado el desayuno preparado_ le dijo su madre Eva, dejando un beso en su frente_ y si quieres algo más, pues calientas algo en el micro_

_ Ya se mamá, no tienes que decirme lo mismo todos los días_ su madre es muy protectora, siempre ha sido así y más cuando atropellaron a su pequeña.

Valentina tenía diez años cuando sufrió un accidente, iba cruzando la calle. No se fijó al cruzar y un auto la atropelló. Era a penas una niña, le costó mucho trabajo seguir con vida. Pasó varios meses en coma, con múltiples heridas y fracturas. Pero la herida más fuerte fue la que se llevó al despertar y darse cuenta de que no podía ver nada, de que toda su vida había terminado. Había sufrido un daño irreversible en la vista, intentaron de todo para que volviera a ver. Pero fue en vano, ya no se podía hacer nada.

Muchas veces intentó no seguir, muchas veces quiso detenerse. Pero no lo hizo por su madre, por su familia y porque todos estaban ahí para apoyarla. Ahora sólo tiene recuerdos, sólo espera no olvidar las cosas. No olvidar como se ve el color del cielo, no olvidar el rostro de su madre y mucho menos el de su hermano pequeño. A quien lo escuchó bajando las escaleras, inmediatamente sonrió al sentir el contacto de sus labios en su mejilla.

Cuando tenía catorce, sus padres se separaron. Ellos dicen que no fue por su culpa, pero Valentina sabe que si lo fue. Fue una etapa muy difícil para la rubia, quería ser normal. Estaba en plena adolescencia, encerrada en la casa sin poder salir. Fue muy difícil, ahí entendió que no quería seguir viviendo. Fue la primera vez que intentó quitarse la vida, intento fallido. No cortó lo suficiente su muñeca, y todo porque no estaba viendo. Fue aún más difícil, porque su hermano de siete años la encontró haciendo eso. Se sintió más que todo avergonzada, y no lo volvió a hacer hasta que cumplió los dieciséis.

Si, hace un año lo volvió a hacer. Pero ésta vez con pastillas, lo más triste es que esas pastillas eran para quitar el estreñimiento. Así que duró muchos días sentada en el váter, por suerte nadie se enteró de que lo intentó hacer otra vez. Pero es que su vida no ha sido nada fácil, tuvo que aprender muchas cosas. Al igual que tuvo que dejar de lado algunas de ellas, como la escuela. Su gran sueño de ser bióloga marina, teniendo que conformarse con estar en casa y con salir de vez en cuando con su madre.

Pero ahora que tiene diecisiete, quiere poder ver. En verdad quiere hacerlo, pero ya perdió las esperanzas...

_ ¡Hola monito!_ saludó Diego a su hermana mientras la rubia se sentaba en el comedor, pasando la mano por el borde de la silla para arrastrarla.

_ Cariño ya debo irme, recuerda lo del micro y en el refri te deje jugo y ¡Diego vámonos! ¡Llegarás tarde y yo también!_ Valentina suspiró, tomando el primer bocado de tocino con huevos. Su desayuno preferido_ pasa un buen día cielo_

_ Tú igual mamá_ se quejó cuando le revolvió el pelo, y soltó otro suspiro cuando escuchó como se cerraba la puerta de enfrente. "Pasa un buen día cielo" "Ten un buen día amor " "Espero que te diviertas cielo "

Ojalá fuera así, ojalá tuviera un buen día. Pero sólo estará en casa, sin nada que hacer. Aunque bueno, se la pasa leyendo libros en braille, sus favoritos son los de biología. Sin duda alguna, además también escucha películas. Es como leer, sólo trata de imaginarse lo que está pasando al escuchar sus diálogos. Antes le resultaba difícil, pero ahora le encanta.

Su parte favorita del día es cuando está en su habitación, acostada en la cama con los audífonos puesto... escuchando canciones de Ed Sheeran mientras llora en silencio, esperando dormirse y despertar con la vista recuperada. Pero se golpea de frente con la realidad, al despertar y darse cuenta de que sigue igual. De que sigue sin ver y de que sigue sin motivos para sonreír, siente que quedarse por su madre ya no es suficiente. Necesita algo más fuerte a lo que aferrarse, pero. ¿Qué será?, no tiene la más mínima idea y no le interesa.

Y así se pasa el día, leyendo libros, escuchando música. Repitiendo películas que ya ha escuchado más de un millón de veces. La única diferencia que hace en su vida, es que los viernes va a un grupo de apoyo. Por fin aceptó ir, tiene un año yendo. Y en todo el año no se ha atrevido a decir una sola palabra, Valentina cree que no tiene sentido hablar de tus problemas frente a un montón de desconocidos que tampoco les interesa en lo más mínimo lo que pasa con tu vida. Es más, le parece una estupidez. Pero como siempre su madre la obliga a hacer cosas que no quiere, la obliga a estar con vida. Eso es muy egoísta, o es lo que piensa la rubia de ojos azules.

Otra cosa que hace una diferencia en su vida, es Daniela... la única persona con la que ha hablado en el grupo de apoyo, se podría decir que la considera su amiga. La única que tiene de hecho. Dani es tartamuda, va al grupo por el constante bullying que recibe en la preparatoria, era de esperarse y no dudó en hablar con Valentina en cuanto la notó. Quedándose sorprendida al darse cuenta de que es ciega, pero no le importó y a Valentina no le importó que ella fuera tartamuda...

_ Si tan sólo mi día fuera más emocionante_ murmuró para si misma, terminando de desayunar y levantándose de la mesa para llevar su plato a la cocina, su madre siempre le dice que no debe lavarlo y todo porque muchas veces terminó con la mano cortada, con varios platos rotos al no ver en donde lo colocaba y sobre todo, muchas veces terminó con varias quemaduras. Al querer intentar cocinar algo, pero eso era antes. Ahora ya sabe hacer todo eso, dicen que la práctica hace al maestro y no se arrepiente de todos esos pequeños accidentes, gracias a ellos puede defenderse dentro de la casa.

Su madre jamás volvió a casarse después del divorcio, usando como excusa que no tenía tiempo para el amor. Ya que debía cuidar a Valentina, y a Diego. Además de que ser enfermera conlleva acabar con mucho tiempo de su vida, así que tal vez lleva un poco de razón.

Su padre la visita de vez en cuando, muy pocas veces de hecho. Él se mudó a Cuba, formó otra familia y ahora tiene otro hijo de nueve meses. Le prometió traer al pequeño Jerry en la última conversación que tuvieron, pero lo va a traer cuando él esté más grande. Valentina ha vivido toda su vida en Argentina, muchas veces su padre le ha propuesto que se vaya a vivir con él a Cuba. Pero... ¿Qué importa en dónde esté?, será lo mismo. Seguirá inmersa en un mundo lleno de oscuridad...

***

Volvió a leer aquel libro que tanto le gusta. " Bajo la piel del Océano" ...  fue el primer libro que le regaló su padre y el primero que leyó en braille, así que tiene un gran valor sentimental para ella. Pero ya lo ha leído tantas veces que siente que ya está cansada de el.

Así que sólo lo dejó a un lado, soltando un gruñido de frustración y golpeando la cama con los puños cerrados. En verdad tiene que encontrar un pasatiempo. Pero sabe que su madre no la va a dejar, además hace a penas unos meses fue que decidió quitarle la niñera. Después de varias súplicas, de casi ponerse de rodillas para que lo hiciera. Gracias a todos los dioses que lo hizo, pero ahora tiene que estar al pendiente de su hermano Diego. Por suerte él se va al entrenamiento de fútbol después de que sale de la escuela, así que no pasa mucho tiempo en casa. Dejando completamente sola a la rubia de ojos azules... o eso pensó, ella pensaba que estaba sola hasta que escuchó el timbre de la casa.

No tiene idea de quien puede ser, no es hora de que su hermano llegue y tampoco es hora de que su mamá lo haga y si fuera su amiga, aún así lo sabría porque ella la llamaría antes de llegar. ¿Cómo sabe qué hora es? Pues lo sabe porque le quitó el cristal a su reloj, sólo tiene que tocar las agujas. Así sabe cual es la hora, fue muy fácil aprender... Pero ese no es el caso, el caso es que tuvo que levantarse para ir a abrir y en cuanto lo hizo se quedó extrañada.

Pensó que no había nadie, pero podía escuchar una respiración y podía oler un delicioso perfume de frutas.

_ ¿Quién es? ¿Hay alguien ahí?_ colocó las manos al frente, tratando de tocar. Pero nada, así que se dispuso a cerrar la puerta. Hasta que escuchó su voz.

_ Hola, disculpa. Soy tu vecina, me acabo de mudar con mis padres_Una voz diferente, con un acento distinto al suyo. Pero sobre todo, una voz muy hermosa. Pensó la rubia...

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Dame motivos (Juliantina) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora