—¡Estoy tan contento de que ofreciéramos nuestra casa para la cena de compromiso! —dijo Gabriel con toda la falta de entusiasmo de un hombre que llevaba las valijas de otra gente un tramo de escaleras arriba. Estaba en su tercer viaje. —. ¿Y tener personas durmiendo acá en vez de hoteles para que todos juntos podamos ir al civil? Eso fue una buenísima idea.
Renato fingió que no podía oír las quejas. Se escondió en la cocina, desempaquetando la comida que Nancy le había enviado por
adelantado.Porque después de alimentar a cuatro hijos con éxito durante varios años, claramente era incapaz de manejar la cena para doce. (E incluso si estuviera preocupado por su capacidad, Gabriel estaba ahí también.)
¿No se suponía que se iban a fugar para reducir el drama de la boda? Minerva deambulaba, su expresión reflejaba una pregunta similar.
—Mi madre —empezó, con el rostro rojo por el calor y con la piel brillante.
Renato puso otra cazuela de ensalada de papas en la heladera, que se estaba quedando rápidamente sin espacio.
—Tu madre sigue cocinando como si los demás nunca comieron en sus vidas—señaló, volviendo a las bolsas que saturaban toda su cocina.
—Mi madre lleva acá dos semanas, —Minerva olfateó, secándose el sudor de su frente—. Los dos llevan acá dos semanas, y ya me enloqueció y...
Él no la dejó terminar, levantando una mano para detener su diatriba, porque pudo oír abrirse la puerta delantera de nuevo y un coro de voces alegres. Fernán, el marido de Nancy, y Tomás—el futuro marido avanzando a las mil maravillas—, habían entrado, junto con la madre-de-la-novia en cuestión.
—Pequeña boda. Dije pequeña boda —susurró Minerva, agarrando el brazo de Renato.
—Es pequeña —él la tranquilizó, mintiendo —Solo ustedes y nosotros y los niños, y tu madre y padrastro, y Agustín y Angela...
Los ojos verdes salvajes de Minerva no transmitían una sensación de acuerdo.
—Pequeña —susurró de nuevo.
Renato le dio un abrazo, acariciando su espalda torpemente. Tenían una hora antes de la cena, claramente el vino era necesario que saliera ahora. Nancy entró un segundo después, oliendo a rosas y eficiencia maternal, y echó a Renato de su propia cocina.
Y él estaba agradecido por eso.
Después de eso, Renato contando con su propio conjunto de habilidades de crianza, envió a Minerva arriba, en compañía de las nenas, para algún “tiempo de chicas”. Isabella sonaba entusiasta sobre sus deberes de mañana como dama de honor menor.
Listo.
Bruno trajo a Gabriel una cerveza después de que el último de los equipajes fuera depositado arriba, y puso en marcha el partido de Central y Newells por una semifinal de la Copa, mientras que Renato guiaba a Fernán y a Tomás a la sala de estar y los instalaba.
Luego Renato consiguió otra cerveza para él.
Listo. Listo.
Era un poco sexista en su división de actividades de chicas y chicos, pero todo el mundo necesitaba ayudar las siguientes veinticuatro horas por cualquier medio necesario.
Renato intentó desenganchar su columna vertebral cuando se sentó en el sillón junto a Gabriel, pero era difícil relajarse cuando Gabriel estaba vibrando como un juguete a pilas. No le gustaban mucho los invitados en casa (no después de ese fin de semana con Ana) y no entendía el punto de vista de Renato por permitir esta atracción secundaria circense entrando por la puerta principal.
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#3 Q&D Quallicchio [Adaptación]
RomanceLa historia de Renato y Gabriel continúa en Querer&Dicha, sorteando obstáculos como la aceptación de una de las hijas de Renato, así como también a los problemas propios de la rutina. 3era parte de la Saga 1-F&F Quallicchio [Adaptación] https://my...