𝕮𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝕺𝖓𝖊

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Antes de empezar con este relato, se deben contar algunas cosas sobre esta concurrida época.
Como todos sabemos en nuestra historia se cuenta sobre el Renacimiento.
Pues bien aquí también existió aunque vario tiempo antes. Existieron revoluciones para que la gente fuera escuchada, muchas, pero vamos a concentrarnos en una, la homosexualidad. Lo que parece ser la más escandalosa de todas.
Esta fue la única que llegó a una guerra entre naciones y continentes completos.
Afortunadamente él desenlace fue satisfactorio para muchos. La homosexualidad fue aceptada, aunque no en todos lados. Los lugares que se quedaron con la idea 'del siglo pasado' –como algunos lo llamaban– eran muy estrictos con esa creencia. Los lugares donde seguían con esas reglas se les llamaba distritos los cuales fueron enumerados del uno al diez dando a entender que solo eran diez países con esa creencia. Entre ellos se llamaban aliados, que solo era una manera formal para hablarse.

Hablemos de las reglas de los distritos, toda persona que se oponía sin excepción a ello era esclavizada, pero si el 'delito' era más grave se tenía que llevar a cabo la exterminación.

La historia se desarrollará en uno de esos lugares controlados por gente de mente cerrada.

El distrito seis: Irlanda

"Peter, acéptalo, nunca vaz a lograr que se interese en ti, y si lo hace, habrá consecuencias."

"Sabes que me encanta tu entusiasmo, ¿verdad, Joseph?" mencionó él joven principe con ironía a su fiel caballero y sobretodo, mejor amigo. "No tengo que recordarte el hecho de que soy el principe de este reino."

"Sólo estoy siendo honesto. Y además, tú todavía no estas cargo de estas tierras. Tu padre sigue dirigiendo y hasta que no cumplas la mayoría de edad y desposes a una bella princesa con grandes riquezas tienes que hacer caso al rey."

"Prefiero hacer esto: esperar a cumplir la mayoría de edad para tomar el trono y desposar a ese bello joven." suspira al recordar esos hermosos ojos que lo cautivaron totalmente. Parecía un sueño, uno muy lejano e imposible.

"¡Vamos! ¡Despierta! Ni siquiera sabes su nombre." al rizado ya le estaba frustrando la actitud del contrario.

"¡Es que no lo entiendes, Joseph! Ese niño me hizo pensar nuevamente en que la gente tiene bondad y no nada más te quiere por las furtunas que posees." suspiró, pero esta vez decaído ante los recuerdos pasados. Joseph sabía porqué su recaída.

"Vamos, Pete, tú y yo sabemos que no todos son como Ashley. Mejor... sigueme contándome sobre ese lindo campesino." dijo, para tratar de levantarle nuevamente él ánimo lográndolo.

"¡Lo hubieras visto Joe!, supongo que él chico es un panadero ya que lo ví salir de allí con un mantel blanco cubriendo sus ropas y con una charola con pequeños panecillos entre sus manos. Su piel pálida que parece de porcelana, sus cabellos rubios despeinados por el viento, estaba un poco rellenito, lo admito pero eso hacia que se viera aún más adorable. Sus ojos, ¡sus ojos Joseph! No pude descifrar de qué maldito color son al instante pero parecían unos bellos orbes azulados. ¡Es como un río en el que pediría morir ahogado!"

Cuando terminó su relato, el más alto comentó:

"No vuelvo a llevarte al pueblo, te hace mal, te vuelves un chiflado." bromeó dando una pequeña risa, aunque no iba a negar que le impresionó la forma en la que expresó al campesino. "Por lo que veo te cautivó, espero y lo de llegar al trono pase. Si no, tienes la opción de escapar a Inglaterra."

"Ja, ja, espero y Frank me reciba bien." igualmente bromeaba, aunque no del todo, el junto con su amigo habian llegado a la conclusión de que antes de que fuera la coronación del Wentz tercero iba a pasar una catástrofe. No sabian exactamente que pasaría, pero pasaría algo.

𝓢𝓸𝓶𝓮 𝓟𝓻𝓲𝓷𝓬𝓮𝓼 𝓓𝓸𝓷'𝓽 𝓑𝓮𝓬𝓸𝓶𝓮 𝓚𝓲𝓷𝓰𝓼 ↳ƒιиαℓιzα∂οDonde viven las historias. Descúbrelo ahora