Capítulo 6

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Simón estaba confundido, esta chica de quién sabe cuántos años, necesitaba su ayuda, la ayuda de un adolescente con emociones cambiantes de apenas dieciséis años.

- No sé en qué podría ayudarte – Dijo Simón lo más respetuoso posible, pues ya había empezado a creer la historia de la chica, quizá ella sí era un fantasma, quizá ella sí necesitaba su ayuda.

- Mira, este chico del que te conté, Rafael, luego de que yo muriera hizo muchas cosas indignas de un caballero de la alta sociedad y, al igual que mi padre, su padre estaba decepcionado de él, por eso, cuando falleció, Rafael se convirtió en un espíritu.

- Bien, entonces él no está pasándola de lo mejor ¿No es eso lo que esperabas?

- No, bueno sí, pero no de esa manera. Hace unos años, él se enteró de que mi padre y yo estábamos en el mismo estado que él. Él sigue empeñado en hacer mi – la chica hizo una pausa tratando de buscar la palabra correcta – mi inusual existencia imposible de soportar. Quiere enviarme a mí y a mi padre a Las Penumbras.

- ¿Las Penumbras? – Simón ya volvía a ponerse histérico.

- Las Penumbras es el lugar en donde están todos los espíritus que son una amenaza para los mortales, espíritus que le han hecho algún daño a un mortal, aunque éste lo mereciera. Una vez dentro de Las Penumbras, no logras salir y pasarás la eternidad encerrado allí.

- ¿Y cuál es exactamente ese lugar?

- Está debajo del océano, no sé dónde exactamente porque ni los mortales, ni los espíritus como yo podemos ir allí, está prohibido.

- Continua ¿Dónde entro yo en todo esto?

- Te necesito porque tú puedes impedir que me envíen a Las Penumbras.

- ¿Cómo?

- Rafael, al igual que yo, hemos hecho daño a un mortal, no nos enviaron a Las Penumbras porque llevamos mucho tiempo así, entre los mortales.

- ¿Los vivos? – preguntó Simón, él no se refería a sí mismo como un mortal.

- Nosotros también estamos vivos – Dijo la muchacha con un  dejo de exasperación en su voz – La única diferencia es que nuestro corazones no laten.

- ¿Cómo se siente tener un corazón que no sirve? – Dijo Simón, ahora ya no estaba aterrado, sino que se sentía como niño en confitería, quería saber todo sobre ella y las personas, o lo que fueran, como ella, quería conocer ese mundo extraño en el que sin razón aparente se había metido y, por más que quisiera, no podía dejar de preguntar.

La chica suspiró y puso los ojos en blanco, luego dijo:

- Mi corazón sí sirve – Dijo la chica que sentía como si fuera un extraterrestre al que están interrogando para luego disecarlo – yo puedo amar, así como también puedo ser herida. Además para que sepas – dijo poniéndose más derecha – yo lo uso más que todos los mortales juntos, o por lo menos lo aprecio demasiado.

- Entiendo – Dijo, aunque no entendía a lo que esta joven se refería

- No me trates así – Gritó la muchacha, tenía los ojos llenos de lágrimas y Simón sentía la necesidad de enjugarlas, además eran a causa suya, la hizo sentir como un engendro que atentaba contra la naturaleza, ella no era mala ni deforme, solamente era diferente.

- Maldita la sociedad en la que vivimos – Pensó Simón – rechazamos lo que es diferente, en lugar de aceptarlo. Todos tienen miedo a lo desconocido, algunos por miedo que sean mejores que ellos mismos, otros a que se comploten contra ellos. Finalmente, estamos los que pensamos diferente, pero no se animan a decir lo que piensan por vergüenza y timidez.

Un amor espectralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora