Extraño tu risa entre miradas,
esa piel que me acariciaba,
extraño tu olor hasta la muerte,
cada noche te recuerdo,
ahora vives en mi mente.
Extraño esa fugacidad ante la vida,
extraño tus besos y tus abrazos
y ahora mientras esto escribo,
añoro estar en tus brazos,
despertar con tus besos y caricias.
Tu amor hacia mi fortaleza,
mientras entre penumbras te decía que te quiero,
tantas cosas vividas aunque fuera sólo un momento.
Tu boca todavía la siento
y una canción me recuerda
que nos separa esta maldita vida,
puesto que somos tan diferentes.
Yo soy un filósofo poeta
que te escribe mientras que tú,
ser tan salvaje e intenso,
yo tan tranquilo y romántico,
tú tan bello, tan impulsivo.
Extraño la magia que juntos creamos,
el ser que de nosotros nacía
ya que tu alma y la mía
escaparon volviéndose sólo una.
(Texcoco, Edo de México, 1996)