Prometimos nunca separarnos
y se desvanecieron como el viento.
Prometimos adorarnos y ahora
esas palabras volaron el tiempo.
Y ahora no hay tiempo
y parado me abrazo, solo, triste,
mis recuerdos flotan en el aire
y me vuelven más fuerte, tan sólido.
Tantas desilusiones caen
por su propio peso y ahora
sólo extraño el elixir de las sonrisas
que junto a ellos creí beber.
Ahora entiendo aquello de que
a las palabras se las lleva el viento,
que los juramentos y las promesas se hacen para romperse.
Y tengo miedo de perderlos...