Capítulo VIII: Maldita sea la gente

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Maldita sea la gente y su hipocresía, ¿amigos? Esos no existen, te acompañan cuando lo necesitan ellos, pero en el momento donde no le agrada algo se alejan o te agreden. Odio escuchar a las personas que juran que tienen amistades verdaderas, son serpientes que comparten el veneno.

Odio que las personas pidan sinceridad y el día que lo reciben se ofende, odio que te tachen de inoportuna por decir las cosas como son. El tener un trastorno no te impide sentir, no impide el hecho de tener amistades, personas con las cuales compartir cosas, tener una amistad propia. Pero busco algo inexistente.

¿De qué sirve vivir si tú mismo te odias? Ese es el problema, seguir viva por cobardía, por no poder acabar con la vida, soy mi propio enemigo, no lo niego, me odio, trato de buscar algún sentido a esto pero es lo mismo que buscar gravedad en el espacio exterior, no existe.

La vida es algo vacío, nacer, vivir, sufrir, morir, ¿luego que existe? Nada, sólo seremos comida para los animales, y es divertido ver a la gente que en verdad cree que existe algo o alguien que le dará una vida fuera de este plano. La vida es hueca, sólo vamos creciendo como las normas sociales nos dicen

Mi vida: cómo he vivido y sobrellevado la depresiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora