Capítulo IV: la época menos tranquila de la preparatoria

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En el 2015, antes de conocer a mi expareja, mi mamá y yo decidimos separarnos de mis abuelos y vivir en otra casa, ella comenzó a salir de fiesta y conoció a su actual pareja, él y yo desde el inicio nunca congeniamos. Tratamos de vivir juntos los 3 pero era imposible. Y hasta el día de hoy, no lo soporto.

Aquí es cuando me dio mi primera crisis, a pesar de que era feliz, me sentía triste, una noche estaba platicando mi novio cuando de la nada sentí una presencia, sentí una gran desesperación, mi mamá acudió a mi cuarto y dormí con ella. Desde ese día comencé a sentir ese espectro, los pensamientos negativos eran recurrentes. Lo cual acudí a la orientadora de mi preparatoria y me refirió a una psicóloga, acudí con ella y la verdad me ayudó más que la primera vez que asistí, aparentemente estaba calmada.

Ya que vimos que no podía convivir con la pareja de mi mamá, decidí devolverme a vivir con mis abuelos, por una razón que no recuerdo, sé que fue por un problema con mi abuelo, pero no sé qué fue. Me fui a vivir con mi novio, él vive con sus papás y hermanos, a pesar de eso me trataron muy bien. Un día tuve una discusión con él, se fue a trabajar y yo me quedé sola. Acá es cuando me di cuenta que los rasguños no eran suficientes.

Recuerdo todo perfectamente, pero siento que lo vi siendo un espectador. Mis pensamientos eran más negativos que anteriormente, voces entraban y retumbaban en mi cabeza, agarré una navaja que él tenía y traté de cortarme y no lo logré, no paré ahí, me levanté de la cama y vi un rastrillo, quité la navajilla y me corté la muñeca, recuerdo estar sentada en la cama, tranquila, viendo correr mi sangre por mi muñeca hacia mi rodilla, duré alrededor de un minuto en reaccionar, le hablé a mi novio que viniera, que me había cortado. Su padre al escucharme entró al cuarto y vio lo que había sucedido. Sé lo que pasó pero siento que fue algo muy rápido, de repente estaba en la ambulancia, luego en el hospital, un enfermero poniendo puntos en la herida, estaba a milímetros de cortarme una arteria, la verdad no me importaba. Él ya no me quería ver, mi mamá estaba ahí, me llevó por mis cosas a la casa, nos fuimos a su casa, me dijo que me llevaría a Juárez con unos tíos, que ella y su pareja iban a irse de vacaciones. Le hablé a él, le dije que me iría, que me fuera a ver, pero no fue. Me fui a Juárez, ahí estuve relativamente tranquila, aunque triste, seguimos en contacto a pesar de eso, no pudimos alejarnos.

Al regresar, a él lo mandaron para Cuauhtémoc, por lo que no lo vi en mucho tiempo. Mis pensamientos negativos seguían. Yo vivía de nuevo con mis abuelos, volví a mi cuarto, a mi cama, volví a mi soledad.

Cuando él volvió, comenzamos a vernos de nuevo, claro que no fue sencillo, pero decidimos seguir. Le agradezco infinitamente de nunca dejarme caer más profundo, de no dejarme morir. En su momento fue de mucha ayuda, pero, todo tiene un fin, ¿no?

En el transcurso del último año de preparatoria, comencé a juntarme con nuevas personas, una de ellas fue mi amiga, mi compañera y en muchas ocasiones, mi confidente, hasta casi terminar la universidad, donde, bueno, las cosas cambiaron.

Al pasar esta situación, decidí en cortarme el cabello, necesitaba algo nuevo y vaya que si fue diferente. Luego de graduarme decidí que la universidad ya sería diferente, ¿no había dicho eso antes?

Mi vida: cómo he vivido y sobrellevado la depresiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora