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Estúpida, esa era la palabra que describía perfectamente como me sentía, estar sentada en un restaurante esperando tener una deliciosa cena y terminar como la ingenua chica a la que han estado viendo la cara desde hace varios meses, quería salir de ahí, pues lo que menos necesitaba ahorita era verlo a él, pero mi cuerpo no respondía en absoluto, simplemente me quedé ahí sentada viendo como los "amigos" De Óscar se burlaban de mi, de un momento a otro, Oscar estaba encima de Rafael golpeando lo, lo cual no duró mucho pues inmediatamente la seguridad los separó y nos saco del restaurante, no sabía que hacer, no quería verlo ni escucharlo así que llamé a la primera persona que apareció en mi lista de contactos

Alejandro...

Respondió pronto, lo cuál agradecí, ya que no sabía cuanto tiempo iba a estar sin romper en llanto.

-Jessica? Éstas bien? – Su tono de voz sonaba extrañado y con algo de preocupación, pues estaba claro que no era usual que lo llamará.

–Podrías venir por mi? Estoy en el restaurante italiano... – Mi voz sonaba tan indefensa, y frágil, que Alejandro no dudó en decir que venía para acá, yo ya había empezado a caminar para alejarme de Óscar y esas personas con las que se relacionaba, ya me había separado lo suficiente y esperaba que Óscar no notará mi ausencia tan rápido pues si la hacía, empezaría a buscarme y yo posiblemente huiría de él.
No pasó mucho cuando una moto conocida para mi, freno enfrente de mi, y pude distinguir a un Alejandro un tanto preocupado, bajó de su moto y se dirigió a su hermano, camino hasta donde ellos estaban y fue dispuesto a discutir con él.

–Qué es lo que le haz hecho, pedazo de imbécil? – Se acercó peligrosamente a Óscar que obviamente no esperaba ver a su hermano aquí y menos que yo estuviera refugiada detrás de él.

–Podemos irnos? Por favor, no quiero estar aquí– Dije susurrandole a Alejandro, para que sólo él me escuchará, pero no fue así.

–Estas loco, si crees que voy a dejar que te la lleves– No le dije nada a Óscar y deje que Alejandro hablará por mi.

–Pues yo no te vine a pedir permiso para llevarmela, yo vine porque ella misma me hablo para recogerla y salvarla de las estupideces que haces, así que a mi no me vengas a decir que hacer y que no, pero espero que no te le vuelvas a acercar– Alejandro dio media vuelta dejando a su hermano con la palabra en la boca, tomó mi mano y nos subimos a su moto, no me hizo hablar de lo sucedido, y no hizo falta que le dijera a donde me llevará pues cuando me di cuenta ya estábamos aparcados fuera de mi casa.

–Podríamos quedarnos así toda la noche, pero mañana tienes escuela Jessica– Enseguida procesé sus palabras y me di cuenta que estaba abrazada a él, así que lo solté y baje de la moto para entrar a mi casa, pues no sabía exactamente que decirle.

–Gracias Alejandro. – Fue lo único que pudo formular mi cabeza, pero justo cuando iba a entrar, una mano jalo mi brazo haciendo que volteara a verlo.

–No necesito que me digas que pasó, pero si necesito saber si vas a estar bien.– Mis ojos conectaron con los suyos y asentí con la cabeza, él al notar mi reacción me abrazó y beso mi cabeza antes de irse.

–Bien, vendré por ti mañana si no te molesta, Okay?. – Se dirigió a su moto y se fue.

Si de algo estaba segura era de que no podría dormir pensando en que pasaría con  Alejandro en cuanto Óscar llegue a su casa. Entré a la silenciosamente a la sala, esperando que nadie hubiera notado mi ausencia, pero no tuve suerte, ya que el estar a punto de subir las escaleras para ir a mi cuarto y acabar con este horrible día, mi madre salió de su cuarto para hablarme.

–Jessica? Éstas bien? No sabíamos a donde habías ido, estábamos preocupados cariño. – Hacía años que no escuchaba a mi madre con esa voz tan cariñosa, así que lo único que hice en ese momento fue ir a abrazarla, pues necesitaba un poco de su consuelo.

–Estoy bien madre, solo fui a cenar con mi novio, ya sabes Alejandro el hermano de Óscar. – Le dí mi mejor sonrisa fingida y me dirigí a mi cuarto para dormir, pero efectivamente no dormí nada bien, ya que unas horribles pesadillas pasaban por mi mente cada vez que cerraba los ojos.

La maldita alarma por fin sonó, pero yo ya estaba despierta desde unos minutos antes, me levanté perezosamente de mi cama para ir al baño y hacer mis necesidades más comunes, coloque un poco de corrector sobre esas manchas bajo mis ojos, que últimamente estaban creciendo cada vez más, mi madre no estaba y mi padre pues bueno... Como siempre, tampoco estaba.
Estaba arreglando mis cosas antes de ir a la escuela, pero llegó un mensaje a mi teléfono antes de meter el último cuaderno en la mochila.

<<tenemos que hablar, ahora, estoy fuera de tu casa>>

Era de Óscar... Y no sabía que responder o si quiera si debía salir de mi casa, en la noche anterior al llorar como si no hubiera un mañana pude aclarar un poco mis sentimientos respecto a Óscar, enojo y traición fueron los primeros que distinguí, después venía la tristeza pero esa ya se estaba haciendo común en mí.
Mientras pensaba como salir de mi casa por una ventana sin que me viera Óscar, una discusión fuera de mi casa llamó mi atención, corrí a la cochera y pude ver a Alejandro y Óscar discutir, estaba dolida y no iba a dejar verme indefensa ante él... otra vez.

– Acaso no tienes más apuestas que cumplir,  Óscar? – Salí de la casa para terminar con aquella discusión que obviamente no terminaría bien. Mirando con enojo a aquel en el que había confiado desde el inicio, que había perdonado sus estupideces y aún así seguía demostrandome que era una estúpida por seguir confiando en él.
Bajo la cabeza ante mi hostilidad y habló, pero mirando al suelo.

–Si me dejaras explicarte... Podríamos arreglar esto. –

–No me interesa lo que tengas que decir, voy tarde para la escuela, debo irme. – Le dije mientras me dirigía a la moto de Alejandro, que no había intervenido en ningún momento de nuestra plática. Subí a su moto y escondí mi cara en su espalda, abrazandolo de la cintura, intentando prolongar por más tiempo mis lágrimas.

–No creo que debas buscarla más. – Fue lo último que dijo Alejandro antes de arrancar su moto y llevarme a la escuela. Pero unas cuadras antes de llevar a la escuela, paró la moto para voltear a verme.

–No tienes que ir si no quieres. –Lo abracé más fuerte y comencé a llorar sobre su espalda, sinceramente quería hacer todo menos ir a la escuela, donde las personas hipócritas iban a fingir estar preocupadas por como estoy e intentarían sacar un nuevo chisme para hablar con sus amigas. Sin darme cuenta Alejandro ya se había bajado de la moto y estaba abrazandome para consolarme pues estaba en la mierda. Y pues como la vida me odia justo cuando estaba abrazada a Alejandro, pasó Victoria con sus amigas, pues era normal que ella no entrara a las clases.

–Vaya! Que sorpresa, bueno siempre supe que era una zorra vestida de chica buena. – Sinceramente no estaba para soportar sus bromas, y dejandome llevar por los sentimientos que contenía mi ser, me lancé sobre ella para golpearla, intentando buscar un poco de alivio al hacerle daño pero no llegué ni a tocar su cara con mi puño, porque Alejandro me tomó de la cintura y me atrajo hacía él, así que solo conseguí que cayera al piso y se ensuciara su ropa.

–Hey, calmate, que la golpees, no te va a hacer sentir mejor, Jessica. – susurro en mi oido mientras soltaba mi cintura.

–Eres una maldita salvaje, como se te ocurre atacarme así estúpida! . – Antes de que reaccionará Alejandro se puso entre las dos intentado mediar la situación.

–Creo que es hora de irnos Jéssica. –Me tomó de la mano, y sin responder me subí a la moto detrás de él. –Vamos a desayunar, si?, después te llevaré a casa. –

Confusiones (2da parte de El mejor amigo de mi hermano)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora