Cap 9

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Lucy  había recorrido sólo media manzana cuando un taxi negro se detuvo junto a ella y la puerta se abrió.

—Entra. ¿Quieres pillar una neumonía o algo?

Se quedó mirando a Natsu , sentado dentro del taxi. El autoritarismo de su voz era la expresión de su tensión. Aún estaba furioso. Aún resultaba atractivo. El corazón le dio un vuelco y sintió el calor recorriendo su cuerpo a pesar de la lluvia. Odiaba el hecho de desearlo tanto; hacía que todo fuese más complicado.

—Sólo hasta casa —dijo ella, incapaz de resistirse a la orden de sus ojos y a la necesidad de pasar algo de tiempo con él; aunque sólo fueran cinco minutos.

Se metió en el taxi sintiéndose más que humillada. Se estremeció al recordar las palabras que habían intercambiado delante de la clientela del bar.

—Lo siento si te he avergonzado delante de todo el mundo —dijo.

—No me has avergonzado. Me alegra que la gente lo sepa; la mitad de la población se sentirá celosa. Pero admito que estoy sorprendido; para ser alguien que quería privacidad, has elegido una manera curiosa de hacerlo público.

Natsu  deslizó la mirada por su blusa empapada, y Lucy  se sintió agradecida por la chaqueta. Aunque estaba desabrochada, al menos ocultaba sus pezones erectos y doloridos. Sentía rabia por desearlo incansablemente, y juntó las rodillas al ver que su atención se desviaba hacia el dobladillo de su falda. Giró la cabeza y miró por la ventanilla, incapaz de dirigirle la mirada y evitando caer en la tentación otra vez.

—No me importa lo que piensen, Natsu—dijo— No es ésa la razón por la que te dije que no al principio.

—No —convino él—. ¿Entonces por qué lo hiciste?

—No quería tener nada contigo porque trabajamos juntos. No sólo eso, sino que además eres mi jefe, y una cosa que aprendí por las malas fue que nunca debía implicarme emocionalmente con alguien con quien trabaje.

—¿Por qué lo aprendiste por las malas?

—Mi madre tuvo una aventura con su jefe cuando yo tenía dieciséis años. Ella pensaba que estaba recibiendo amor, pero simplemente estaba siendo utilizada. La última vez que hablé con ella, iba conduciendo después de que él la hubiera dejado, e iba diciéndome que no cometiera el mismo error. Tuvo el accidente cinco minutos después. Por supuesto, cuando yo crecí, cometí el mismo error.

—¿Te enamoraste de tu jefe?

Ella asintió y lo miró.
—Patético, ¿verdad? Mi primer trabajo como licenciada. Me conquistó y me dijo que lo mantuviéramos en secreto porque no quería que mis compañeros me acusaran de favoritismo. Nunca salíamos juntos en público. Yo no me preguntaba el por qué; simplemente disfrutaba pensando que tenía a alguien. Alguien que me amaba, que se preocupaba por mí. Yo llevaba sola mucho tiempo y era una ingenua.

—¿Estaba casado?

—Estaba a punto. Cuando lo descubrí, me sentí horrorizada. Traté de ponerle fin, pero se puso desagradable. Empezó a darme los peores trabajos, acosándome cuando no había nadie. Finalmente lo más fácil fue marcharme. Había cometido exactamente el mismo error que mi madre y me juré no volver a hacerlo. Y entonces te conocí a ti.

Toda la noche con el jefe-(NALU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora