Capítulo 8

5 2 0
                                        

Se acerca más a mi cuerpo, su perfume me consume y me hace recordar una y otra vez. En un acto reflejo, mi cuerpo se acerca a él. Sé que sonríe, lo noto aún en mi oreja mientras comienza a marcar un paso sincronizado con el ritmo de la nueva canción. Es lento y seguro como siempre, moviéndose como haría una bestia justo antes de matar a su víctima. Pero él sabe muy bien, yo no soy una víctima. Me giro y lo enfrento. Rodeo su cuello con la mano que tengo libre y él a su vez rodea mi cintura. Comenzamos a bailar. Al ver que mi vaso está vacío me regala el suyo. Vodka puro, pero aun así me lo tomo. Suelta una carcajada y me mira ligeramente sorprendido.
-Ese vestido me asustó un poco. Sabía que no habías cambiado. O quieres, pero sabes bien que no podrás.
Me da una vuelta y le sonrío triunfante.
-Estoy en una fiesta, es mi deber divertirme. Pero debo seguir adelante y no atascarme en el pasado.
-Te gustaba nuestro mundo, Amy- ¡Oh no! Me alejo ligeramente y le miro impasible.
-Amy está muerta. Supéralo, Matt.
Sus ojos se encienden de rojo y aumenta la presión de sus manos en torno a mi cintura.
-Amy no está muerta. La estoy viendo ahora mismo. Quizás hayas engañado a todos con que eres la perfecta y amable Susett. He visto esa mirada en tus ojos tantas veces que no puedes engañarme.
Mi mirada se nubla, no quiero llorar frente a este enfermo.
-Suéltame Matt. Estás loco.
-Tus ojos completamente cafés, para todos normales, comunes, pero a mí me llamaba tanto la atención. Reflejaban lo salvaje e indomable que eres, Amy.
-Suéltame.
Consigo liberarme de su agarre. Me mira contrariado.
- ¿Por qué me alejas, Amy?
- ¡Porque ya ella no existe!
Su mirada se turba y me mira enfadado. Alguien grita su nombre y una mano femenina de uñas largas toma su hombro. Una pelirroja muy sonriente y coqueta lo abraza desde atrás. Se nota de lejos que anda ebria. Mateo furioso trata de alejarla, pero ella no se deja. Me lanza una última mirada violenta antes de mezclarse con la multitud. Tiro el vaso al piso y subo las escaleras. Necesito respirar aire, antes de que los recuerdos vuelvan a consumirme. Me espera un pasillo lleno de puertas, no tengo fuerzas para revisar cual de todas está vacía o ver lo que estén haciendo los dueños de las que están ocupadas.
Deslizo mi cuerpo en una de las paredes hasta caer sentada al frío piso. El alcohol comienza a hacer efecto. Comienzo a marearme y no dejo de repetir imágenes de fiestas y de una mata de pelo castaño bailando en la pista. Unos ojos cafés que, al mirarte fijamente, te retan y caes prisionero de todo lo que te pidan. Su alma, atrevida, perversa, indomable, llena del valor para hacer lo que quiera en el momento y con la suerte de nunca arrepentirse. Bueno, no siempre.
Alzo mi cabeza y cierro los ojos. Necesito más aire, aún siento la música retumbando en mis oídos y junto al vodka y los otros tragos mi cabeza no deja de dolerme. Al final del pasillo, las cortinas del balcón se mecen con el viento. Me dispongo a salir y alejarme de la música.
Abro las puertas y respiro profundo. Pero no por el aire fresco, si no para relajarme por la rabia que me provoca el dueño de ese abrigo de cuero que me da la espalda. Me acerco a una de las esquinas del balcón. Él está en la otra y mueve suavemente su whisky haciendo que el cubo de hielo choque contra las paredes del vaso. Mantiene su mirada en el cielo, aspira, suspira y se dirige hacia mí. Me sostiene la mirada y sonríe gentil.
- ¿Disfrutando las vistas, nena?
-Un día vas a morir asfixiado por tu ego.
-Me refería al cielo, pero acabas de admitir que estabas mirándome. ¿Y siguiéndome quizás? Debería comenzar a tenerte miedo, acosadora. Aunque tu presencia aquí me agrada- Lo miro extrañada ¿Shawn Irwin admitiendo que le agrado? Es algo que no se ve todos los días, amiguitos- Así tengo a alguien que me alcance las bebidas.
Giro los ojos y comienza a reírse.
-Solo me alejo de la molesta música, aunque ahora tengo que soportar otra molestia. ¿Y tú Shawn, qué haces fuera de tu hábitat natural?
-Uno llega a cansarse de todas las mujeres que le piden bailar y se le insinúan- Levanta sus hombros- Nada que no pase todos los días.
Comienzo a reírme a carcajadas. Pero ¿Qué estoy haciendo? No te puedes reír con él, lo odias ¿recuerdas?
-No pensé que había tantas personas con mal gusto.
-Lo mismo digo. Pero nunca pensé que estuvieras en esa lista.
-No me gustas, Shawn. En serio, eres un jodido ególatra.
Retrocedo para irme y él se vuelve hacia el cielo mientras gira el hielo en el vaso.
-No me refiero a mí, Susett. No pensé que caerías tan bajo y estuvieras con Mateo Herrera.
Me detengo en el lugar y aprieto mis manos hasta que duelen. Me giro hacia él otra vez, sigue sin mirarme, dándome la espalda. Y como siempre que estoy nerviosa, digo lo primero que se me pasa por la cabeza, por supuesto el alcohol no ayuda a cerrar mi boca tampoco.
- ¿Celoso Irwin?
-Yo no estoy en esa lista de personas con mal gusto, nena. No me pongas tu nombre.
Sonrío forzadamente ¿Por qué me afecta lo que dice este idiota?
- ¿Entonces?
-Solo tengo curiosidad. No pensé que te gustaran las escorias ¿O es que ni siquiera lo conoces?
El pasado hay que dejarlo en el pasado y si la única manera es mintiendo, no tengo otra opción que hacerlo.
-No tengo ni idea de quién sea verdaderamente Mateo Herrera. Solo sé que estaba en esta fiesta y que bailé con él.
- Lo dudo…como se te acercó y la manera que no lo alejaste. No es tu “modus operandi”-Se toma el whisky de un trago y se sirve otro.
-Si con mi “modus operandi” te refieres a la manera en la que me comporto contigo, déjame asegurarte que es porque me da asco tu cercanía.
Se ríe por lo bajo y se gira, por fin, a mirarme. Oro y café, una transferencia de sentimientos contrarios; enojo y rabia, diversión y seguridad. Estamos a varios metros de distancia, pero lo siento tan cercano que me asfixia. Nos enfocamos en nosotros, no hay nada más que su estúpida sonrisa engreída, que su estúpido cabello perfectamente desordenado, que sus estúpidos brazos que se marcan a pesar del abrigo, que su estúpida cara de modelo de revista. Se va acercando y me asfixia aún más. Me acerco a la vez, hipnotizada por el sol de sus ojos. ¿Acaso ya no me importa quemarme? Toma un mechón de mi pelo y lo gira en sus dedos.
-Pelo castaño oscuro, común. Ojos cafés, aún más común. Pequeña, sin muchas curvas. Divertida y enojona. No es una nerd, pero tampoco una irresponsable. Creyéndose diferente, pero es lo más común que hay en este mundo-Su mirada es tan penetrante que ya no me importa que me haya dicho que no soy especial a la cara-Entonces ¿por qué demonios me interesas tanto Señorita Quinn?

Juego de NaipesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora