Decisiones II

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Inició este día, muy temprano, preparando el almuerzo y lavando los platos, ya que soy muy ordenada o mejor dicho temática, no me gusta el desorden.

Me preparo mentalmente para perder 8 horas de mi tiempo en un punto lleno de gente multicultural que pugna por acaparar la atención de más de un cliente para cumplir su cuota mensual de ventas y mantener intacto su estilo de vida.

He aprendido a darle el valor que se merece a cada cosa, persona o lugar que está a mi alrededor y podría clasificarlo sin ningún problema.

En mi entorno comercial hay alrededor de 15 personas, que realizan sus actividades diarias de manera monótona. Y con aptitudes aprendidas, que no les permiten revelarse al sistema para no quedarse afuera.

Nadie puede saber un poco más  porque acarrearía un acoso laboral y un ambiente estresante, situación a la que sobreviven muchas personas hoy en día,  por ser irremediablemente buenos compañeros, detalle mal visto por personas envidiosas.

En definitiva la envidia y la generosidad no se juntan, son como el agua y el aceite. La una muy pura y la otra molesta e irracional.

Estoy contando los días para dejar atrás estos malos momentos,
rodeada de personas hipócritas que dicen estimar me pero al menor descuido me clavarian un puñal por la espalda.

CambiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora