Día 6. Angst, tristeza y pelea.

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1:25 am

—Es cansado. Estoy cansado de todo, de ti... simplemente ya no puedo seguir con esto. Lo soltó con pena, casi avergonzado pero era tan necesario que al salir de aquel lugar pudo respirar por primera vez en mucho tiempo. Sin saber que esa sería la última noche en que vería a Leone. Salió en la oscuridad, mientras una noche de estrellas le recibía con ternura cruel. El abrigo que traía tenía su aroma y Bruno sintió un escalofrió recorrer su cuerpo entero, una sacudida que le removió hasta su interior.

Miro hacia abajo, saco con cuidado su teléfono y decidió llamarle a Giorno; necesitaba un lugar donde dormir después de escapar de su propio hogar. En cambio Leone se dejó caer en el sillón, incapaz de pensar, sentir o moverse sin quiera. Estaba abatido, con la mente en un lugar tan lejano de la razón que el caos de la misma se convertía en nada. Una nada absoluta y aterradora que devoraba todo a su rastro, dejándole incompleto.

11:35 pm

— ¡Se suponía que tenías que protegerlo! —Grito con despecho y el rostro de Abbacchio se deformó tanto, la tensión en su cuerpo al límite del salvaje deseo de azotar la cabeza de Bruno contra algo y las terribles ganas de llorar mientras tanta de arrancar su piel. Lo único que alcanzo a decir fue un frágil; — ¿Y crees que no trate?, ¿qué no era lo único que deseaba? — sollozo mientras temblaba, temblaba con demasiada fuerza.

1:55 am

Giorno abrió la puerta y en silencio al ver el rostro de Bruno supo más o menos lo que había sucedido. El rubio que le invito a pasar se sentía triste, miraba con gran pesar a su amigo y hubiera deseado evitar este momento, sin embargo Giorno no podía decir que estaba sorprendido, desde que Narancia falleció la relación entre sus amigos era una bomba que esperaba a estallar. Y cuando Bruno lloro con amargura tan pronto tomó asiento supo casi de inmediato que no fue un simple estallido, fue sin duda la explosión final que dejó miseria en ellos.

2:16 am

Abbacchio no sentía lo que tocaba, paso su mano por su rostro un millón de veces pero la sensación parecía desaparecer, como si no existiera, como si tocara el aire. Se levantó con la mirada desviada y en su primer indicio de regresar un poco a la realidad, la falta de sentir se convirtió en su máxima preocupación, se levantó y con cierta extrañez toco cada objeto en esa sala, cayo algo y vio que su pie sangro pero en definitiva no sintió eso. Así que dio vueltas por los pasillos, tratando de percibir algo. Y llegó allí, al lugar que tanto temía, un cuarto cerrado, con llave, que tenía en su superficie la marca de un cartel que fue arrancado.

Narancia lucía tan sonriente, con su pequeño helado, sentado en la parte delantera de la patrulla junto con su grandioso y asombroso padre. Leone de cabello corto y aspecto pulcro le recordó con amabilidad que evitará derramar el dulce. Nara le vio angustiado, ya que goteaba el helado, Abba se dio cuenta y trato de consolarlo. Leone estaba en el suelo, en una posición casi fetal, con temblores por su cuerpo y de su garganta sonaba el desgarrador sonido del vómito. Ahora todo parecía sentirse demasiado, todo resultaba pesado, como si estuviera hecho de cristales rotos que lo perforaban.

2:33 am

Bruno no podía creer lo que oía. La no reacción llego primero y algo embutido accedió a todo mientras era llevado al hospital. Se sentía sordo, no escuchaba a nadie ni nada. El mundo entero parecía tenebrosamente silencioso. Porque el ruido es sencillo, es manejable y entendible, cada ruido era único, un grito de mujer, el llorar de un hombre, la risa de los niños, la molestia en los conductores, todo era conocido, era una voz que le informaba que ocurría con el universo. Y ahora tenía el silencio, agobiante y aterrador, no revelaba nada, guardándose los secretos para sí, se sentía en un sueño de pesadilla. La gente corría por allí y por acá.

¿Por qué corren?, fue la única idea bien formada en llegar a su consciente. ¿Por qué corren?, ¿Por qué corren?, El silencio se destrozó un poco cuando alguien se acercó y le llevó del brazo a un cuarto, una vez que cruzo el umbral se cayó en impactó el perturbador silencio. Robado por los golpes que Leone daba a la pared y su propio dolor. Narancia estaba en una camilla, atado a tubos raros, con el pecho descubierto y cubierto en vendas.

BruAbba Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora