Día 2. Cambió de traje

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El sol apenas se asomaba con timidez por la ventana del cuarto y el reloj no se toma la molestia aún de anunciar el despertar, con suavidad Bruno se despertó, mientras sus ojos trataban de adaptarse a la luz, lo primero que vio a su lado fue a Leone, quien dormía profundamente, con su respiración calmada y una expresión relajada tan inusual en el pero que era perfecta, como si sus facciones hubieran nacido para acoplarse con esa paz. Bruno lo veía con un brillo de ternura en sus ojos, encantado de verle de esa forma

Deseaba permanecer así, por siempre, entre el calor reconfortante entre ambos, en silencio, solo escuchando sus latidos, que a veces se escuchaban a la par, sincronizados. Y por más que intento volver a dormir o permanecer tanto tiempo quieto sabía que las responsabilidades lo reclamarían pronto.

Y con cuidado se movió, saliendo de la cama en parsimonia, tratando por todos los medios que Abbacchio no despierte. Lo que logro con facilidad, primero fue al baño y después de hacer lo que uno debe hacer se miró en el espejo y recordó con mayor claridad su desnudes. Así que en silencio fue a buscar sus prendas, lo que tomo cierto rato porque la última noche dejo bastante revuelto el armario de Leone.

Fue allí donde una idea algo tonta cruzo su mente, miro las prendas negras que rodeaban el piso y los pantalones ajustados, sabía que Leone tenía esa afición por ese estilo gótico y aunque no era lo suyo jamás podía negar lo bien que lucía ello en Abba por otro lado... ¿ Cómo lucirían en su persona?, se río algo por sus ocurrencias, culpando al resto del vino en su sistema por tal desvarió pero la idea se volvió más tentadora cuando sin querer rozo una camisa su piel y pronto se dio cuenta que todo ello tenía el olor de su amado

Esa embriagante y seductor aroma, olía al perfume que usaba con ese peculiar olor a lavandas, los rastros de las miles de colillas de cigarro que cayeron de sus dedos, estaba allí en lo más profundo el fantasma de alcohol barato y momentos tormentosos, cómo podía sentir el pan y la pasta risotto que probaron en una agradable noche. Y sin darse cuenta se aferró con ansia a la prenda.

Leone quien estaba en el séptimo mundo del sueño; comenzó a dar pequeñas señales de vida ante el creciente ruido de la habitación de al lado, trato de ignorarlo revolviéndose en las cobijas pero la tan discreta risa de Narancia comenzó a sonar y alguien (podía apostar todo a que se trataba de Fugo) golpeo la pared. Después de un rato callaron pero para la tristeza de Abbacchio el sueño se había alejado por completo. Siendo así que se revolvió con pereza para despertar y no tenía palabras para lo que veía.

Su cuarto era un gran desastre, lo que no era tan extraño si no fuera porque Bruno, estuviera de rodillas sin nada, sobre el revoltijo de sus prendas y aún más que abrazara una camisa suya como si la vida se le fuera en ello. Lo primero fue que su rostro se coloro en menos de un parpadeo y la felicidad que sentía entorpeció todo pensamiento coherente o apto. Apenas si pudo pronunciar las palabras

— ¿Qué estas haci- Pero de inmediato se cortó a sí mismo, no tan seguro de querer destruir la imagen ante el pero las cosas rara vez salían bien. Bruno le escucho y se sorprendió un poco de sí mismo deteniéndose en ese mismo instante. Dándole una risa ligera mientras su mirada se cruzaba con la de Leone que en este instante parecía estar en otro mundo. —Es una hora inusual para que estés despierto. Dijo Bruno en un tono relajado. Captando la atención de Leone al instante.

— ¿Sabes dónde podría haber caído mi ropa? , creí que sería fácil hallarla por el color pero en definitiva siento que el negro de tus prendas me confunde un poco. Le soltó, así sin más, fingía con descaro que no había sido descubierto en un extraño e íntimo acto con la camisa de su querido Abba. A Leone le costó algo entender el peso en esas palabras, aun perdido y confundido pero entre balbuceos le expreso a Bruno que su ropa no estaba en el armario. —L-la coloque en el banco. Tan pronto salieron las palabras un pequeño y punzante dolor llego a su cabeza.

BruAbba Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora