El ataque de ansiedad que sufrió por la mañana le costó la administración de sedantes para mantenerla controlada hasta que su médico pudiera irle a explicar la situación, sus padres intercambiaban su puesto vigía sustituyendo a Satoshi que poco o nada le podía prohibir.
Pasaban sus miradas sobre ella con cierta culpabilidad, en sus ojos se leía el sentimiento, aquel regalo infernal le trajo un mal desenlace a la vida de su hija.
Ritsu veía entrar y salir enfermeras de su habitación, tan pronto preguntaba por Mio le desviaban la pregunta o le daban respuestas muy vagas.
"¿Tainaka-san? Soy la Doctora Hashimoto Ayako" pregunto una mujer con bata blanca, siendo la primera que le iba a ver, "Ha estado un poco activa, ¿no es así?"
"¿C-cómo está Mio?" parecía no haber más palabras en su léxico que esas tres.
"No tan rápido, ¿Es usted músico, no? Entonces sabe que una melodía lleva un compas" le sonrió amablemente mientras verificaba su expediente y su cuerpo, preguntándole ocasionalmente si tenía molestias o dolor en el cuerpo. La respuesta era no, quizá si le encontraba bien le diría que sucedió con Mio. "Su hermano me refirió que tenía debilidad en las piernas, ¿siente algo extraño aparte de fatiga?" Ritsu volteo a ver inmediatamente a Satoshi con algo de resentimiento.
"Sólo perdí el equilibrio" repuso a regañadientes, un poco cansada de las incesantes preguntas.
La doctora Hashimoto suspiro, dejando por fin que la chica descansara de la exploración, su pronóstico era favorable a pesar de verse tan magullada tras el accidente.
"Es fuerte Tainaka-san, saldrá de aquí en menos de dos semana si se porta bien, eso si nada de rebeldías" le espetó gentilmente mientras firmaba un par de hojas sobre la carpeta que guardaba su expediente. "De momento, sólo hay que preocuparnos por la evolución de su brazo pero la cosa pinta bien" le guiño el ojo y se dispuso a salir.
"Sensei" le llamó Ritsu.
"No me es posible comunicarle nada al respecto" fue su respuesta a la pregunta implícita.
No sabía qué hacer, si intentaba salir de su cuarto le volverían a tranquilizar con un montón de fármacos raros, si preguntaba y obtenía otro no... empezaría a volverse loca.
¿Dónde estaba Mio? ¿Estaría bien? ¿O sólo querían evitarle el impacto hasta que sanara completamente?
Se quedo mirando el techo por lo que le pareció fueron horas, las sombras provocadas por la decoración le daban un aspecto ligeramente tenebroso al lugar, a su lado, su padre roncaba descansando de la misión que representaba cuidar a su hija en desgracia y se pregunto si se culpaba por lo sucedido... Si alguien debía culparse, sería ella, ella fue quien subió a Mio a ese vehículo inseguro, no se fijo en que un auto venía y tampoco espero para darle la sorpresa, si algo le había pasado a Mio, su corazón no se lo perdonaría jamás.
Una lágrima broto por su ojo, recorrió su rostro y cuello hasta perderse en su pecho, donde el nudo de volvió inclusive más doloroso que respirar con las costillas rotas.
Espero pacientemente por dos días noticias, sin cansarse del no y los recitales de las normas del hospital, con la esperanza calentándole el cuerpo, intentando no darse por vencida con la idea de que en algún lugar de ese mismo edificio respiraba la otra parte de su alma.
Inclusive había utilizado a Sarah para que le obtuviera alguna respuesta, al parecer fue interceptada antes de lograr averiguar algo, así que no lo volvió a intentar. La joven pasaba buena parte de su tiempo haciéndole compañía a Ritsu, intentando animarla para que no se diera tan pronto por vencida, de alguna manera sabía que las cosas estarían bien aunque los ojos de Ritsu parecían a dejar de creerlo, su brillo escaseaba, tal como cuando su primer sueño se le estaba escapando de las manos.