"Hoy probaremos algo nuevo" informó Haruhi cuando llego para su sesión, "No me quejo de los adelantos que has tenido pero me gustaría apresurar un poco más cosas, ¿Te parece?"
Mio asintió, era algo que no se preguntaba, por ella cualquier cosa que la regresara a la normalidad sería excelente, aún si implicaba volver a golpearse la cabeza.
"¿Estás lista? Bien, respira profundo y piensa en algo que te tranquilice, deja que domine tu mente..." susurro lenta y claramente, siguió usando ese tono de voz para darle indicaciones, le pedía que se imaginara en un lugar donde fuera feliz, los minutos pasaron como horas, hasta que Mio cayó en el trance que Haruhi estaba buscando.
Le animo a que le platicara lo que veía y no lo hizo, estaba observándose a sí misma con no más de 10 años, leyendo en su lugar, apartada de todos los niños, enclaustrada en sus pensamientos.
"Estoy yo, leyendo, fuera de la realidad que me rodea, todos están haciendo barullo a mi lado pero yo sólo leo" comento al fin, "Alguien me mira con detenimiento, parece que quiere hablarme"
"¿Cómo es esa persona?" dijo el analista, anotándolo en una libreta.
"Pequeña, con unos ojos muy vivos y el cabello suelto salvo por una diadema amarilla, nunca se quita la diadema" farfullo un poco fastidiada, "Me ha dicho que soy genial sólo por un cuento que escribí pero me ha asustado tanto el que me hablara que estoy llorando... ahora tiene cara de piña, se ha sujetado el cabello de forma rara" se rió profundamente, debía ser una visión agradable.
"¿Algo más?" indago, "¿Cómo se llama? ¿Cómo viste?"
"Ricchan, me ha pedido que le diga Ricchan porque le parece muy alzado que use sólo primer nombre... extiende su mano, estamos corriendo, no sé a dónde vamos pero me alegra ir con ella, vuelve hacía mi...esos ojos, me veo en ellos, son tan profundos y tan bonitos"
Él siguió anotando, Mio hablaba sin parar, hablaba de esto y aquello, cambiaba el escenario de la nada, el común denominador seguía siendo la joven que respondía al nombre de Ricchan, era como si parte de la vida de Mio, una gran parte, se enfocara en recuerdos con ella.
Se preguntaba porque los Akiyama no le comentaron sobre eso, era uno de los requisitos de la terapia, él debía saber lo más importante para poder guiarla correctamente por sus recuerdos, registraba cada simple detalle que le dictaba Mio, en partes reía, en otras lloraba pero la más sorprendente reacción fue cuando le extendió la mano, inconsciente de ello.
La puso en si cuando su desesperación por el contacto con su mano se incremento, sentía un gran alivio por todo lo que descubrió en esas tres horas, si Mio seguía así, era posible que recuperase la memoria en menos de lo establecido. Aunque primero debía averiguar quién era la tal Ricchan.
"Por hoy ha sido suficiente, has hecho un gran adelanto y me alegra tu veloz progreso" expreso cuando Mio fue capaz de incorporarse tras el trance, "Me gustaría si me pudieras comentar algo, por mínimo que sea, ¿Quién es Ricchan?" se aventuro, después de toco quizá aquellas amigas suyas le habrían informado algo al respecto.
"¿Una amiga?" buena respuesta, tampoco sabía, "Yui me ha dicho que es de mis mejores amigas, creo"
"Entiendo, bien, lo dejaremos así esta sesión" le guiño el ojo tras los lentes, Mio le agradeció su esfuerzo y atenciones pero estaba tan emocionada con la nueva adquisición mental que no tenía ganas de acompañarle a la salida. El joven psicoanalista guardo con cuidado la libreta, un poco apresurado porque aún debía pasar con sus padres para explicarles la relevancia que tenía él que supiera cosas como las amistades de Mio, más si se trataba de una tan antigua como esta. "Casi lo olvido," dijo al aire cuando se apresuraba por la puerta, "He pasado por una librería y esto me ha recordado a ti" le entrego un libro pequeño con la pasta negra, "Estoy seguro de que te podrá servir cuando regreses a la Universidad"