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Enero 1993

La pared frontal recién pintada de color beige triste, contempla inexpresiva la calle de piedras. Una vieja puerta de madera, abierta de par en par le da la bienvenida a los estudiantes.
Un rótulo: «Colegio Liceo Moderno».

Lo de ''moderno'' habría que discutirlo. pienso que lo único «moderno» que posee el colegio es su nombre.

Muchos lo llaman «el desagüe». Aquí es a donde vienen a parar una gran cantidad de jóvenes que tras reprobar el grado, no vuelven a ser admitidos en los institutos nacionales.

Yo le devuelvo la mirada a la fachada del colegio, observo que es una vieja casona, forzosamente adaptada para recibir estudiantes.

Finalmente ingreso a mi primer día de clases, en un nuevo centro de estudios. Hay muchas columnas alrededor del patio. Piedras marron ennegrecidas, ventanales oscurecidos por la mugre y pisos de madera apolillados.
No hay ningún muro donde escapar, ni una cerca de hierro donde escabullirse. 

Lo que veo a primera vista no es muy alentador, además el director ha dicho en una parte de su breve discurso de bienvenida: «Nuestras instalaciones son muy pintorescas»...
casi me cago de la risa.

Espero que los meses del año avancen a toda velocidad.





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